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¡Las AFP han saboteado nuestro futuro!

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En un acto que podría marcar un antes y un después en la historia política de Chile, un grupo de parlamentarios oficialistas ha alzado la voz para exigir la cancelación de la personalidad jurídica de la Asociación de AFP. En una movida que muchos califican de valiente, los diputados del Partido Comunista, Frente Amplio, Partido Socialista y la bancada PPD-Independientes han acusado a las AFP de ejercer presiones indebidas en la tramitación de la tan necesaria reforma de pensiones. Este llamado a la disolución no es una simple cuestión administrativa, sino un grito desesperado por justicia en un sistema que ha demostrado ser un monstruo insaciable (sin exagerar), alimentado por las esperanzas de millones de chilenos que sueñan con una vejez digna.

El detonante de este estallido fue una minuta que, con el descaro propio de quienes se sienten intocables, desmontaba punto por punto las propuestas de reforma que el Ejecutivo había elaborado. Este documento, filtrado la semana pasada, no solo revelaba la férrea oposición de las AFP a cualquier cambio significativo, sino que además exhibía su estrategia de sabotaje ante cualquier intento de reforma. En otras palabras, las AFP, con su poderío financiero y político, han decidido que ningún esfuerzo del gobierno, por bien intencionado que sea, logrará erosionar su posición privilegiada.

Pero la historia no termina ahí. Este martes, la Multigremial Nacional, una entidad que agrupa a 73 gremios decidió sumarse al coro de defensores de las AFP. En una declaración que huele a complicidad, la Multigremial no solo rechazó la propuesta de disolución de la Asociación de AFP, sino que además tuvo la desfachatez de calificarla como un acto «ideológicamente propio de regímenes totalitarios». Según ellos, disolver una organización que ha hecho todo lo posible por impedir una reforma justa y necesaria es un atentado contra la «libertad gremial y democrática» de nuestro país.

Este tipo de retórica no es nueva. Cuando se atacan los privilegios de los poderosos, siempre aparece el espantapájaros del «totalitarismo», como si defender los intereses de la mayoría fuera sinónimo de dictadura. La Multigremial clama por una «libertad de expresión» que, en realidad, no es más que la libertad de unos pocos para seguir dictando las reglas del juego. En su visión distorsionada, cualquier intento de poner coto a los abusos de las AFP es un atentado contra la democracia. Pero ¿de qué democracia hablan? ¿De aquella que ha permitido que las AFP se enriquezcan a costa de las pensiones miserables de la mayoría? ¿De aquella que ha dejado que estas entidades acumulen poder hasta el punto de influir en decisiones políticas clave?

La defensa de las AFP por parte de la Multigremial Nacional es un claro reflejo de cómo los intereses económicos más oscuros se disfrazan de defensores de la «libertad». No se trata aquí de defender un gremio o una organización, sino de proteger un sistema que ha demostrado ser un fracaso rotundo para la mayoría de los chilenos. Un sistema que ha garantizado la perpetuación de la pobreza en la vejez, mientras asegura jugosos beneficios para una élite intocable.

Los parlamentarios que han pedido la disolución de la Asociación de AFP no están actuando por capricho. Están respondiendo a un clamor popular que ya no puede ignorarse. El sistema de AFP, tal como está diseñado, es un esquema que perpetúa la desigualdad y condena a millones de chilenos a una vejez de miseria. La resistencia de las AFP a cualquier tipo de reforma solo demuestra su verdadera naturaleza: no están interesadas en el bienestar de los trabajadores, sino en proteger sus propios intereses corporativos.

La reacción de la Multigremial Nacional no hace más que subrayar la urgencia de una reforma profunda. Su defensa a ultranza de las AFP, bajo el pretexto de la libertad gremial, es un intento descarado de desviar la atención de la verdadera cuestión: ¿por qué seguimos permitiendo que las AFP dicten las reglas del juego? ¿Por qué un grupo de entidades privadas, cuyo único objetivo es el lucro, tiene tanto poder sobre las decisiones políticas que afectan a todos los chilenos?

El llamado a la disolución de la Asociación de AFP no es un ataque a la libertad, como algunos pretenden hacer creer. Es un paso necesario para desmantelar un sistema corrupto que ha traicionado la confianza de millones de chilenos. Las AFP han demostrado una y otra vez que no están interesadas en el bienestar de los trabajadores, sino en su propio enriquecimiento. Han utilizado su influencia para bloquear cualquier intento de reforma, asegurando que el sistema siga funcionando en su favor.

En este contexto, el apoyo de la Multigremial Nacional a las AFP es más que preocupante. Es un recordatorio de cómo los intereses económicos pueden torcer el debate democrático en favor de unos pocos. La «libertad gremial» de la que hablan no es más que la libertad de las élites para seguir explotando a la mayoría. Y la «democracia» que defienden es una en la que las grandes corporaciones tienen más voz que los ciudadanos comunes.

Es hora de que Chile despierte y se enfrente a la realidad: las AFP no son parte de la solución, sino parte del problema. Han tenido décadas para demostrar su valía, y lo único que han hecho es profundizar la desigualdad y perpetuar la pobreza en la vejez. No podemos permitir que sigan dictando las reglas del juego. La propuesta de disolución de la Asociación de AFP no es un ataque a la libertad, sino un acto de justicia. Es un reconocimiento de que el sistema actual no funciona y que es necesario un cambio profundo.

Pero no nos engañemos: las AFP no se irán sin luchar. Utilizarán todo su poder e influencia para resistir cualquier intento de cambio. Ya lo están haciendo, con la ayuda de entidades como la Multigremial Nacional, que parecen más interesadas en proteger sus propios intereses que en defender los derechos de los trabajadores. Pero la historia ha demostrado una y otra vez que, cuando el pueblo se levanta y exige justicia, ni siquiera los poderes más grandes pueden resistir.

La disolución de la Asociación de AFP es solo el primer paso en un largo camino hacia una reforma real del sistema de pensiones en Chile. Pero es un paso crucial, que marcará el comienzo de un nuevo capítulo en la lucha por la justicia social en nuestro país. No podemos permitir que las AFP sigan controlando nuestro futuro. Es hora de tomar el control de nuestras vidas y asegurarnos de que, cuando llegue el momento, podamos disfrutar de una vejez digna y segura, sin tener que depender de un sistema corrupto que solo beneficia a unos pocos.

La libertad y la democracia que defendemos no son las que protegen los intereses de las élites, sino las que garantizan los derechos de todos los ciudadanos. Y eso incluye el derecho a una vejez digna, sin las cadenas de un sistema de pensiones que ha demostrado ser un fracaso rotundo. Es hora de decir basta. Es hora de exigir justicia.

 

Fabián Bustamante Olguín.

Académico del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte, Coquimbo

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Fabián Bustamante Olguín

Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado Magíster en Historia, Universidad de Santiago Académico del Instituto Ciencias Religiosas y Filosofía Universidad Católica del Norte, Sede Coquimbo

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