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Las dos almas en pugna

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La situación en Venezuela ha derivado en Chile en que de nuevo se confronten las dos almas que están en el gobierno del presidente Boric, las que – desde mucho antes del triunfo de Nicolás Maduro y la revolución bolivariana, el 28 de julio pasado –  transiten por caminos contrapuestos.

El jefe de Estado chileno destaca que su administración está sustentada por la Izquierda y la centroizquierda, pero no dice  que solo la primera de ellas lo ha acompañado y respaldado desde siempre,  y le dio generosamente sus votos que le permitieron derrotar con holgura al candidato del fascismo  cuando todavía resonaban fuertes los ecos del estallido social.

En esa ocasión el pueblo y la clase trabajadora se identificaron con el programa de gobierno de una nueva generación que anunciaba cambios radicales, profundas transformaciones y la necesaria refundación de servicios e instituciones que no marchaban con los tiempos democratizadores a que aspiran las grandes mayorías.

Junto a Apruebo Dignidad (Frente Amplio y Partido Comunista) el presidente quiso aumentar su base de apoyo en el Congreso Nacional y no convocó a La Moneda al movimiento social sino que a la desaparecida Concertación.  Esta venía maltrecha y tratando de recuperarse de sus reiteradas caídas, lo que le había obligado a cambiar de nombre una y otra vez: se llamó Nueva Mayoría y ahora es Socialismo Democrático, nombre de fantasía para los incautos, entre ellos los que antes esperaron la llegada de la “alegría”.

Actualmente este conglomerado lo integran el Partido Socialista, el PPD, los radicales y hasta un Partido Liberal. Ya no está la Democracia Cristiana, que tiene un pie adentro y otro afuera, luego de la estampida masiva de militantes que comenzó a partir del régimen privatizador del empresario Frei Ruiz Tagle, que despojó al Estado – entre otros – del agua, los puertos y las empresas eléctricas.

Frei y Lagos presidieron gobiernos que se caracterizaron por su entrega al modelo neoliberal, al mercado abusivo y al sistema de desigualdades y discriminaciones,  cuando la Concertación ganaba todas las elecciones. Cualquiera con dos dedos de frente  se da cuenta que el hecho de que este mismo sector, con muchos años a cuestas,  desgastado y venido a menos,  quiera tomar protagonismo a estas alturas es a lo menos un despropósito.

Los votos de esta coalición no siempre han estado disponibles en el Congreso para iniciativas gubernamentales. Su verdadera tendencia es social demócrata, sin mayor interés por las urgencias del pueblo y de la calle. Sus debilidades y unidad de criterios con la derecha determinan que los objetivos progresistas de la gente se mantengan estancados.

Ese criterio común con la derecha hace que el socialismo democrático se haya olvidado definitivamente del presidente Allende, de su ejemplo y su consecuencia, de su preocupación por el pueblo y su vocación revolucionaria. En la sede central del PS solo hay un retrato del presidente heroico que fuera su más ilustre militante en toda la historia partidista, pero nada  de sus enseñanzas, sus luchas por los trabajadores y su formidable legado: en el actual “socialismo” chileno no hay indicio alguno de Izquierda.

En tales circunstancias el PS renovado que encabeza el bloque ex concertacionista, lidera los intentos conservadores por empujar al PC fuera de La Moneda. Pareciera que añoran y echa de menos los tiempos en que los comunistas fueron expulsados del gobierno comprometido con la Casa Blanca a fines de la década de los 40, originando la ley maldita.

A nivel nacional e internacional la llamada centroizquierda socialdemócrata se ha puesto en el mismo lugar que oscuros personajes del pinochetismo. Entre ellos sobresalen Kast (jefe del fascismo en el territorio chileno) y Luksic (dueño de Chile y el mas rico entre los superricos) identificados con la tiranía de Pinochet que insisten en que en Venezuela hay una dictadura.

En el país hermano hay partidos políticos, una asamblea nacional, sindicatos y prensa opositora en abundancia. Frecuentemente hay convocatorias a elecciones y plebiscitos que mantienen en alto la revolución bolivariana, la integración latinoamericana y el socialismo del siglo XXI, conquistas impulsadas desde que el comandante Hugo Chávez ocupara la presidencia de la nación y dejara establecida la unidad indoblegable entre el pueblo y las fuerzas armadas democráticas.

El Consejo Nacional Electoral ha proclamado presidente a Nicolás Maduro en dos ocasiones y el mandatario se dispone a asumir por un nuevo periodo de seis años. Como es costumbre desde el inicio  de la era chavista, el imperio yanqui, sus políticas intervencionistas y sus acólitos insisten en reclamos que otra vez no tendrán éxito.

Los que ven debajo del agua sostienen en Chile que lo ocurrido en Venezuela es solo un pretexto más de aquellos sectores conservadores que quieren ver a la Izquierda y sus valores fuera del gobierno,  porque sobre todo a algunos senadores ello les incomoda. Insisten en empujar al PC lejos de La Moneda, no lo quieren en su coalición, lo menosprecian y lo tratan a empellones.

Todo esto sucede en un año electoral que es previo al 2025 en que están fijados los comicios presidenciales. En caso que la ex Concertación y principalmente el PS persistan en su ofensiva antipopular, le estarán entregando en bandeja la presidencia de la República al pinochetismo que acecha.

 

 

 

Hugo Alcayaga Brisso

Valparaíso

 

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