Columnistas

Louis Joinet: Mis razones de Estado

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 29 segundos

El martes 16 de julio 2024 en la Intendencia de Montevideo fue lanzado el libro de Louis Joinet, Mis Razones de Estado. Memoria de una vida al servicio de la justicia, siendo esta su primera traducción al español.

El magistrado francés Louis Joinet (1934-2019) da cuenta en ese texto autobiográfico de su larga trayectoria jurídica centrada en la defensa internacional de los derechos humanos, instancia en la que aportó por más de seis décadas con principios (o fundamentos) que construyeron algunos de los marcos jurídicos con los cuales podemos vivir hoy globalmente en forma más justa y equitativa.

Al leer su autobiografía será posible constatar que su visión de la justicia la fue forjando al menos desde mediados de los años 50, cuando desde su Nevers natal llega a París y trabaja como educador de calle, es decir con jóvenes que viven fuera del sistema de educación e incluso de sus hogares, labor en la que participa junto a su compañera de vida Germaine Joinet Durif, con quien se traslada a Argelia en el momento de su guerra de independencia (de los franceses).

En 1961 regresan a Paris e inicia su formación en la Escuela Nacional del Poder Judicial, egresando en 1966 y participando dos años después en la fundación del primer sindicato de jueces, el Sindicato de la magistratura (SM), entidad profesional entre cuyos principios destaca la búsqueda de independencia de los jueces en su trabajo.




Sus vínculos con Chile se inician en 1972 cuando recibió del gobierno del presidente Salvador Allende la invitación para participar en un seminario con jueces chilenos. Joinet propiciaba principios legales para los estados que vivían en un régimen de transición (generalmente desde dictaduras a democracias), sosteniendo que en definitiva son los jueces quienes interpretan la Ley, ya que ésta por su naturaleza deja espacios, y en ellos un juez puede generar aperturas en obstrucciones severas al sistema democrático muchas veces fundado en constituciones que debieran urgentemente cambiar, pero que los políticos no lo permiten.

Al centro, Lech Walesa. A la derecha de la imagen Louis Joinet.

Es necesario recordar que el presidente Allende tenía minoría en ambas cámaras y que la única ley significativa aprobada por mayoría fue la nacionalización del cobre. Todas sus otras propuestas legales para producir un cambio social le eran rechazadas, y la Constitución tampoco le ayudaba a transitar a la “vía chilena hacia el socialismo”.

En ese contexto la visión de Joinet para el gobierno de Allende fue esperanzadora al señalar una orientación para buscar legalmente y teniendo como parámetro la norma jurídica internacional, el apoyo a los cambios que los políticos locales le negaban.

Lamentablemente solo meses después de su visita a Chile se producirá el golpe de estado y según recordaba Joinet en la entrevista que me concedió en enero 2019 en París, “algunos de los jueces que habían participado en el seminario serán detenidos y muertos”.

Su vida se verá posteriormente vinculada a la creación de la legislación internacional de la figura de la “desaparición forzada”, la cual daba un estatuto jurídico a las víctimas que por muerte o secuestro estaban desaparecidas, habiendo intervenido en su privación de libertad agentes del estado.

Esta figura jurídica es de enorme importancia y permitirá qué en muchos países, como en Chile, se pudiera iniciar el camino legal de la figura del detenido desaparecido basado en los principios imprescriptibles de los crímenes de lesa humanidad.

Su trabajo dejará también huellas importantes en la conocida “doctrina Mitterrand”, (discutida hasta hoy) que establecía el principio de que, si él o la integrante de un grupo armado renunciaba a la violencia política, no sería extraditado de Francia pudiendo encontrar un sitio en el tejido social, lo cual fue especialmente significativo para los ex integrantes de ETA.

Terminado el gobierno de François Mitterrand (1981-1995) en el cual fue Consejero de Derechos del Hombre, y de Justicia por algo más de 10 años en la ONU (donde trabajará por 25 años), le encargan visitar más de 100 lugares en donde había presos de conciencia de diferentes regímenes del mundo, instancia en las que no solo va a terreno y denuncia las violaciones, sino que además debe en ocasiones convencer a los estados a participar, aunque estos sabían que podían terminar siendo sancionados.

En otro plano sus principios lo llevan a interesarse en la legalidad internacional sobre manejo de la información. Será uno de los pioneros en reaccionar jurídicamente contra el poder que adquirían las instituciones al manejar los datos personales de amplios segmentos de la población, siendo uno de los principales redactores de la ley sobre computadoras archivos y libertades (1976).

Posteriormente (1980) será cofundador de la Comisión nacional de informática y las libertades, que presidirá intentando velar por el cómo y quién maneja los archivos de información de los ciudadanos. Sus ideas las transmitió en diversos foros pudiéndose visionar en YouTube el registro de una asamblea de 1979 en la que participa con Michel Foucault.

En el plano de las artes sus huellas son también fáciles de rastrear. Según sus propias palabras, “en mi operaba la óptica de ayudar al interior (gobierno) a comprender y reaccionar sobre lo que se debate al exterior (sociedad civil), la cual conoce mal el funcionamiento del Estado, por lo que se necesitan puentes que apoyen la interconexión”.

Ejerció entonces de puente en el diseño institucional de actividades culturales tan relevantes como las leyes que regirían a las artes de la calle y del circo, fundando el Conseil National des Arts de la Piste, instancia en la cual será su presidente.

Para Chile su aporte es también significativo al conseguir durante la dictadura el apoyo de Francia a las actividades del Museo Internacional de la resistencia Salvador Allende y participar posteriormente en las gestiones para enviar las obras a Chile a inicio de los 90.

Es sin duda un acierto de los uruguayos el haber traducido al español el legado de este “enamorado de la justicia”, quien trabajó con intelectuales de la talla de Félix Guattari (sicoanalista y filósofo) para dilucidar entre otras cosas la diferencia sustancial entre víctima y victimario, concepto que parece borronearse a cada instante en el debate político nacional.

 

Pedro Celedón Bañados

Dr. Historia del Arte



Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *