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Elecciones en Francia: ¡No pasaron!

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Fue una semana compleja la que los franceses acaban de pasar. Unas proyecciones electorales, que ponían a Agrupación Nacional (RN) en el gobierno a través de una mayoría parlamentaria, tenían también preocupada a la mismísima Bruselas, responsable en alguna forma de algunas de las medidas antipopulares que diversos países de la Unión Europea han tomado.

No fueron pocos los que, durante la semana, incluidas las figuras de la selección gala como Kylian Mbappé, Koundé y Dembelé, se manifestaron contra la extrema derecha de RN. El primero de ellos, en una rueda de prensa antes de la elección, manifestó que “Vimos los resultados. No podemos dejar el país en manos de esta gente (Le Pen). Quiero dirigirme a todos los franceses, especialmente a los jóvenes. Estoy en contra de los extremos, de las ideas que dividen. Quiero decirles que vayan a votar”.

El llamado de la figura del Real Madrid y los otros futbolistas, con una Francia que avanzó hacia semifinales en Eurocopa,  pareció haber contribuido a los resultados: la participación en la segunda vuelta fue de 67% y superó a la primera, y alcanzó niveles históricos en un país con voto voluntario. El voto masivo derrotó en múltiples duelos a la extrema derecha y la desplazó al tercer lugar en la Asamblea Nacional, ubicándose el Nuevo Frente Popular (NFP) en la primera posición, con 174 escaños más 18 de otros de izquierda, de un total de 577, en tanto el partido del presidente Macron, Juntos, se ubicó en segundo lugar con 156 diputados y  RN con 143,  55 más que en 2022 pero lejos de la mayoría, pasando de 4,25 a 10,63  millones de votos. Republicanos, la agrupación de la derecha gaullista y de una parte del centrismo tradicional, alcanzó 66 legisladores, manteniendo su fuerza. En ese escenario, se evitó la llegada al gobierno del lepenismo, pero ninguna agrupación logró mayoría absoluta. Lo que se configuró este domingo es un escenario de tres tercios de mucha fragmentación y división, donde ninguna coalición por sí sola puede gobernar.

En efecto, la coalición de izquierda, formada en la urgencia para detener a la extrema derecha y con un programa que va por el camino de revertir las políticas neoliberales previas,  alcanzó la primera mayoría relativa de escaños en un sistema electoral  diseñado para premiar a la primera mayoría relativa de la urnas, en este caso el RN que obtuvo 33% en la primera vuelta. Pero se impidió su triunfo mediante un “frente republicano” de segunda vuelta, construido con acuerdos de apoyo mutuo de la izquierda y el macronismo y con desistimientos unilaterales en favor de la derecha tradicional en los casos en que estaba mejor situada para derrotar a la extrema derecha. En la coalición de izquierda se mantuvo una superioridad del partido de Mélenchon, Francia Insumisa (FI), pero ahora leve, por sobre el tradicional Partido Socialista galo (PSF), contrariamente a 2022, ubicándose los ecologistas en la tercera posición y luego el PC. Estos últimos tres partidos mantienen, en medio de la unificación contra la extrema derecha lograda en las últimas tres semanas, serias diferencias con Mélenchon y su estilo confrontacional, al punto que aún no logran proponer un primer ministro de consenso que sea llamado a gobernar por Macron y que se pueda negociar con el macronismo en el parlamento.

Todavía France TV no concluía de entregar las proyecciones de IPSOS Talan, cuando Jean-Luc Melenchón, rodeado de diputados afines, volvió a intentar imponerse sobre el resto de la izquierda y exigió a Macron un primer ministro del NFP y llamaba a “gobernar con el programa ofrecido al pueblo francés… el NFP aplicará su programa, todo su programa. No se puede dividir”. El partido del líder de FI ya presentaba fisuras internas, con algunos diputados que no fueron nominados como candidatos por su partido y ganaron igual su reelección y otros, muy relevantes, como François Ruffin y Clémentine Autain, que anunciaron su partida de la colectividad por diferencias insalvables con el estilo autoritario de Mélenchon.

En el escenario del PSF se pronunció el actual líder Olivier Faure, rodeado de parlamentarios jóvenes, quien, también, exigía cumplir la hoja de ruta entregada por el programa del NFP y a su vez llamaba a asumir su derrota a “quienes han perdido tres veces”.   Remachaba el líder socialista con que “la época del desprecio terminó… el trabajo debe remunerar bien, la reforma de jubilación a los 64 años ser enterrada… tenemos que concentrarnos en las capas medias, la transición ecológica no puede esperar más, los servicios públicos, educación y salud, deben mejorar… llegó el momento de volver a una república fraterna y cordial, donde se disminuya el poder personal” en clara alusión a la figura del presidente Macron. Finalmente, expresó que “Francia necesita una alternativa al fascismo y al neoliberalismo”, aunque no hizo una propuesta para primer ministro para preservar un acuerdo que postula debe emerger de los parlamentarios del NFP y no debe ser Mélenchon.

A su vez, el expresidente socialista Hollande, y líder del partido después de Jospin, se ha ofrecido como ayuda al proceso pero descartado ser primer ministro. En su vocería desde el distrito de Corrèze, lejos de la directiva del PSF con la no se encuentra en buenos términos, señaló que “el NFP tiene que enfrentar los mayores retos para los franceses, como el elevado costo de vida, incluida la vivienda… El NFP no dispone de una mayoría absoluta, ¿qué debe hacer? Es probable que no encuentre las adhesiones. Debe ejercer su peso en las decisiones que hay que tomar”.

La mayoría relativa de la segunda vuelta no se pone de acuerdo en su liderazgo -aunque Faure ha hecho un esfuerzo serio por entenderse con el PC y con los ecologistas- y enfrentó dividida el resultado electoral , sacando conclusiones distintas.

El escenario que rodea al actual mandatario tampoco es miel sobre hojuelas. Apenas entregados los primeros sondeos que reiteraban la derrota del RN, el actual primer ministro Gabriel Attal, junto con anunciar su renuncia, hacia público que “esta disolución no la escogí yo, pero me negué a sufrirla y decidimos luchar”, responsabilizando indirectamente a Macron de aquella torpe decisión a la luz de los resultados de primera y segunda vuelta. Este lunes, Macron pidió a Attal mantenerse en el cargo para “garantizar la estabilidad” y ya desde republicanos Edouard Philippe le hacia un guiño al ejecutivo y lo instaba a constituir un gobierno “sin RN ni Francia Insumisa”, derrotero por el cual, al parecer, el mandatario se estaría inclinando en una primera instancia por una coalición que privilegiaría a la derecha republicana para constituir gobierno, aunque no tiene los votos suficientes. Cualquier fórmula pasa por Nuevo Frente Popular, en un escenario político polarizado y fragmentado en el que nada parece estar seguro.

El parlamento recién elegido debe permanecer por lo menos un año en funciones antes de que el presidente pueda decretar una nueva disolución. Ello lleva a algunos especialistas, como Charlotte de Beauvoir, a manifestar que “hay una posibilidad de crisis de régimen o una tercera de constitución de un gobierno técnico, que resuelva el día a día, solo con un poder reglamentario que incluiría solo a algunos diputados del NFP”.

Los resultados de la segunda vuelta en Francia, así como el triunfo laborista en Inglaterra y la mantención de la gestión de Pedro Sánchez en España, son un alivio democrático en un escenario europeo amenazado por el avance de las extremas derechas. Son una clara señal para el otro socio estratégico de la UE, Alemania, gobernada por un socialdemócrata en una coalición debilitada, y pueden permitir el inicio del rearme de una propuesta de izquierda a escala continental, pero que, por ahora, solo logra parar el avance de la extrema derecha.

 

 

Edison Ortiz

 

 

 

Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago

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  1. Contener a la extrema derecha facistoide en las urnes es importante, pero no basta. Es indispensable poner fin a las condiciones generadas por las políticas antisociales que se han acelerado desde los gobiernos de Sarkozy, Hollande y ahora Macron, que han precipitado a las clases trabajadoras en la pobreza. Hace 10 años las 500 familias francesas se apropiaban el 10% del PIB, hoy se apropian del 50%. Las familias desheredadas deben elegir entre poner la calefacción en invierno o comer. 1 de cada 2 franceses no come 3 veces al día. Las instituciones caritativas ven las filas de necesitados alargarse día a día. Los pobres ven las facturas impagadas acumularse. Es sobre éste terreno defrustración y desesperanza cotidiana que ha progresado el discurso demagógico, racista y homofóbico de la extrema derecha.

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