Es habitual en los análisis económicos poner énfasis en los valores de las exportaciones e importaciones de bienes – es decir, de cosas concretas y tangibles – que lleva adelante un país, en un período de tiempo determinado. Si las exportaciones de bienes son mayores que las importaciones estamos en presencia de saldo positivo de la cuenta comercial de la balanza de pagos. Ello permite disponer de un saldo de dinero internacional que puede ser usado para fines distintos a la compra de bienes, tal como el pago de deudas, el pago de ganancias del capital extranjero, la inversión eventual en otro país, la fuga de capitales hacia el exterior o la acumulación de reservas internacionales por parte de la banca o de otros agentes económicos nacionales.

Otro de esos gastos posibles es la compra, no ya de bienes, sino de servicios a agentes económicos extranjeros. Por ejemplo, en el comercio internacional hay veces en que es necesario contratar fletes con compañías navieras de otros países, y contratar seguros para las mercancías en tránsito, o gastar plata en viajes y turismo que son tres formas muy usuales que asume la venta de servicios de un país a otro. En cada uno de esos tres rubros Chile presenta una situación deficitaria, es decir, compra más de lo que vende, lo cual genera que el total de la cuenta de servicios de la balanza de pago arroje un saldo negativo. Esa diferencia entre lo que compra y lo que vende, como sucede con los gastos e ingresos de cualquier familia, tiene que ser financiada de alguna otra parte.

En el Chile de hoy en día, la cuenta de bienes arroja, para el primer trimestre del 2024, un saldo positivo de 5.144 millones de dólares, gracias a exportaciones por un monto de 25.237 millones de dólares e importaciones por un valor de 20.083 millones de dólares.

Pero la cuenta de servicios generó, en el mismo período de tiempo, un saldo negativo de 2.405 millones de dólares, como consecuencia de las compras de servicios por un monto de 5.076 millones de dólares y una venta de solo 2.671 millones de dólares. Todo ello significa que el esfuerzo del país en aumentar sus ventas de bienes al exterior, se destina, al menos parcialmente, a financiar el saldo negativo de la cuenta de servicios.

Los gastos en trasporte marítimo, aéreo y carretero; en viajes y turismo desde y hacia el resto del mundo; y los gastos en servicios financieros significan el 44 % de las compras de servicio que se hacen al exterior, y el 70% de nuestras ventas de la misma especie. Pero además de esos servicios, que tienen una larga existencia en el comercio internacional, la tecnología moderna y la mayor conectividad han ido agregando una serie de otros servicios que pueden ser objeto de comercio internacional. Cabe mencionar entre ellos los servicios de telecomunicaciones, telemática e informática; los servicios médicos por vía de teleconsultas o por la vía de servicios presenciales a extranjeros; o servicios educacionales prestados por nuestras universidades a alumnos extranjeros, en cursos de pre o de post grado en forma presencial u on line. También se agregan servicios tales como los estudios de mercado, las consultorías en diferentes materias, los servicios empresariales, los servicios de puertos y aeropuertos, los servicios de arquitectura e ingeniería, y los servicios personales, culturales y recreativos.




A diferencia de lo que sucede con la mayoría de los bienes que Chile exporta, en el caso de los servicios, las ventas al exterior no están determinadas por la cuantía de los recursos naturales que tenga un país, sino por la calidad y competitividad de los recursos humanos, científicos, tecnológicos, empresariales y organizacionales que haya logrado generar como sociedad.

En síntesis, hay una gama alta y creciente de servicios de nueva generación que se pueden comercializar internacionalmente y en los cuales Chile puede llegar a ser competitivo.

Si se trabajara en esa dirección se podría agregar una nueva fuente de ingresos netos al país, que complemente los esfuerzos que se hacen en el campo de los bienes. Pero nada de esto sucederá por imperio de la naturaleza o de las casualidades de la vida. Se requieren políticas gubernamentales expresas encaminadas a lograr las metas que se pongan en ese campo.

 

Sergio Arancibia

 

 



Sergio Arancibia

Economista

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