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Chile: cuando los sindicatos apoyan el neoliberalismo

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Son las llamadas negociaciones colectivas sectoriales, en Chile más conocidas como “negociaciones ramal”. Presentadas durante la 112ª Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en Ginebra, Suiza, el mes pasado, deberían apoyar las luchas de los trabajadores y ayudarlos a hacer valer sus derechos. Desgraciadamente, todo esto tendrá que esperar, porque, mientras tanto, seguimos viviendo un nuevo fracaso en las luchas sindicales.

Durante estas últimas semanas se ha materializado el análisis del Gobierno sobre el cumplimiento de las futuras «negociaciones ramal», una técnica jurídica que permite al Ministerio de Trabajo ampliar el ámbito de aplicación de un convenio o convenio colectivo a una región o un sector diferente al uno preestablecido.

Las negociaciones futuras organizadas por el gobierno de Boric incluyen la “Central Única de los Trabajadores” (CUT), una histórica coalición sindical chilena fundada en 1988, la “Confederación de la Producción y del Comercio” (CPC), una organización fundada en 1935 que Reúne a la comunidad empresarial chilena y al poder ejecutivo.

Serán diversos los temas tratados por los tres órganos, que serán objeto de la habitual negociación colectiva: entre muchos, la seguridad en el trabajo, la salud, la calidad de vida diaria de los trabajadores… todos temas de gran importancia. Sin embargo, un elemento queda excluido: el salario.




Según el gobierno chileno, esta exclusión no pretende en modo alguno debilitar la negociación colectiva tradicional, ni suprimir la negociación del salario mínimo, negociación oficializada el 28 de mayo, sino más bien permitir complementar la negociación colectiva tradicional con una negociación sectorial predominantemente centrada en el poder privado y empresarial.

Dejar la negociación salarial en el marco de la relación empresa-sindicato permitiría dar mayor flexibilidad a las empresas y a su realidad económica.

Eric Campos, secretario general de la CUT, afirma que «no pretendemos renunciar a la negociación por parte de empresas y sindicatos, sino recuperar la práctica que existía en Chile hasta 1973, es decir, la posibilidad de que federaciones y confederaciones puedan negociar con quienes son propietarios y representan directamente al tejido empresarial. No solamente para hablar de salarios, sino también de productividad, formación, digitalización e incluso cuestiones de seguridad y salud en el lugar de trabajo y más».

El objetivo que persigue el Gobierno es que este proyecto modernice las relaciones laborales y sea «una fuente de resolución de conflictos y anticipación de escenarios entre trabajadores y empresarios, sin que todo tenga que pasar por cambios legales». Por este motivo, esperan que el sector privado considere los beneficios que esto puede traer a las relaciones laborales y la resolución de conflictos. Otra definición que da la ministra Jara es que avanzar «dará mucha más adaptabilidad al mundo laboral, contribuirá a la productividad, a la conciliación entre el trabajo y la vida personal y familiar».

En concreto, esta reunión tripartita ya era un tema presente en el programa de gobierno, pero del que poco se habló y que solamente se mantuvo presente cada vez que la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) lo planteó en las negociaciones sobre el salario mínimo y cada Primero de Mayo. Por ello, en el sector privado se pensó que ya no sería parte de la agenda legislativa.

Sin embargo, el 28 de mayo de este año los ministerios de Trabajo y Hacienda firmaron un acuerdo con la CUT donde se definió la importancia de poder generar un proyecto de ley sobre negociaciones sectoriales entre los distintos organismos. Días después, el presidente Gabriel Boric lo anunció oficialmente en su declaración pública. “Me comprometo (…) con el mundo sindical a iniciar un proceso de diálogo tripartito entre autoridades, trabajadores y empleadores, que culminará a finales de este año con la presentación al Congreso de un proyecto de ley sobre negociación colectiva multinivel”. Desafortunadamente, los salarios no parecen ser un tema suficientemente importante para el joven presidente neoliberal, y mucho menos para la CUT.

Pero la CUT no es la única culpable de «olvidar» que los salarios son un elemento importante, que el Estado y los sindicatos no están allí donde están para defender a los intereses de las empresas privadas, permitiéndoles consolidar una vez más el neoliberalismo con cada vez mayor fuerza: los compromisos asumidos hacia atrás por Boric y otros gobiernos imposibilitan que Chile realice cambios muy profundos en su legislación sin incurrir en cambios en las reglas del juego que alteren las ganancias de las grandes corporaciones transnacionales, especialmente en el comercio minorista, la industria maderera, la industria del salmón y la minería. Los cambios en las leyes laborales están más en línea con la lógica de proporcionar legitimidad al esfuerzo correctivo de la clase política.

Los logros en el campo social siempre tendrán que ver con aquellos avances de tipo mínimo de civilización (como 40 horas de trabajo en un horizonte de 5 años cuando en realidad esto ya es parte del pasado en el mundo), pero que no alteran en modo alguno la situación existente ni crean ninguna correlación de fuerzas en el seno de la sociedad que permita construir verdaderos instrumentos de contrapeso en la búsqueda de un mayor equilibrio social. En la práctica, una nueva dosis de benzodiazepinas para aturdir las demandas populares.

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Elena Rusca

Periodista, corresponsal en Ginebra

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