Actividad económica: un crecimiento de 2,0% en el primer cuatrimestre
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El Índice Mensual de Actividad Económica, corregido de efectos estacionales y comparado con el mes anterior, cayó en -0,3% en abril. Ya lo había hecho en -0,7% en marzo, después de haber crecido en 2,0% en enero y en 0,7% en febrero.
En términos trimestrales desestacionalizados, dato que promedia las fluctuaciones mensuales eventualmente volátiles, la variación registrada en febrero-abril fue de -0,1% respecto al trimestre enero-marzo. A su vez, el crecimiento en enero-abril es de 2,0% en comparación con el primer cuatrimestre del año pasado, en el rango de las previsiones para el año 2024.
Las dos caídas consecutivas de la actividad económica de marzo y abril son preocupantes. La variación trimestral febrero-abril fue empujada a la baja en parte por la producción de bienes, que cayó en -0,1% respecto al primer trimestre del año, y sobre todo por la caída del comercio en -1,4%, mientras se produjo una expansión de 0,2% en los servicios.
No parece tan fácil salir de la secuencia de «desborde de la demanda» de 2020-21, que empujó el crecimiento, y luego de «ajuste ultra-ortodoxo», con resultados bajos en 2022, de estancamiento en 2023 y aún inciertos en 2024.
La ortodoxia argumenta que este tipo de ajuste monetario y fiscal extremo era necesario para corregir los desequilibrios inflacionarios y de la cuenta corriente de la etapa previa, y preparar una nueva etapa expansiva. Esto es discutible, dado el origen básicamente externo del brote inflacionario y el carácter no permanente de los mecanismos que propulsaron por una vez el aumento de la demanda interna y de las importaciones en 2021. Luego de un empuje inicial por exceso de demanda, la inflación subió y cayó básicamente al ritmo de los precios externos de alimentos y combustibles, dada la fuerte integración de la economía chilena a la economía internacional.
La tasa de interés de política monetaria del Banco Central alcanzó a 11,25% en 2022 y parte de 2023 y desde el 23 de mayo de 2024, luego de rebajas sucesivas, se sitúa en 6,0%, un nivel aún excesivo. Esto es especialmente relevante para las constructoras y para las pymes, afectadas por la política monetaria restrictiva vigente.