La derecha chilena y su fetiche neoliberal: ¿una relación tóxica?
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Chile, a menudo considerado el laboratorio del neoliberalismo en América Latina, ofrece un caso interesante para examinar cómo y por qué las derechas políticas se apegan con tanto fervor a este modelo económico. El neoliberalismo, adoptado durante la dictadura de Augusto Pinochet bajo la influencia de los Chicago Boys, ha moldeado la estructura económica y social del país desde la década de 1970. Aunque ha logrado ciertos éxitos económicos, también ha generado profundas desigualdades y tensiones sociales. Esta dualidad ha creado tanto la fortaleza como la debilidad de las derechas chilenas, que siguen defendiendo el modelo neoliberal a pesar de sus evidentes limitaciones.
La adhesión de las derechas chilenas al neoliberalismo tiene raíces históricas profundas. Durante el régimen de Pinochet, las reformas neoliberales transformaron la economía chilena, desmantelando el modelo de desarrollo de sustitución de importaciones que había prevalecido anteriormente. Las privatizaciones masivas, la desregulación y la apertura al comercio internacional se convirtieron en pilares del nuevo sistema. Estos cambios impulsaron un crecimiento económico significativo y estabilizaron una economía que había sufrido hiperinflación y estancamiento. Para las derechas, estos logros económicos se convirtieron en la prueba de que el neoliberalismo era la única vía viable para el desarrollo y la prosperidad.
Sin embargo, este modelo también trajo consigo una serie de problemas. La privatización de servicios esenciales, como la educación, la salud y las pensiones, creó un sistema en el que el acceso y la calidad de estos servicios dependen en gran medida de la capacidad de pago de los individuos. Las desigualdades de ingresos se profundizaron, y aunque el PIB per cápita aumentó, los beneficios de este crecimiento no se distribuyeron de manera equitativa. Las derechas chilenas, al defender incondicionalmente este modelo, han ignorado en gran medida estas críticas, argumentando que cualquier falla es atribuible a la falta de aplicación rigurosa de los principios neoliberales, en lugar de defectos inherentes al sistema en sí.
La rigidez ideológica de las derechas chilenas en su defensa del neoliberalismo se ha convertido en una debilidad política significativa. En un contexto donde las demandas sociales han crecido y se han vuelto más vocales, la incapacidad de ofrecer soluciones que respondan a las críticas del neoliberalismo ha erosionado su base de apoyo. Las protestas masivas que estallaron en octubre de 2019, motivadas por la desigualdad y la injusticia social, expusieron la insatisfacción generalizada con el modelo neoliberal. Las demandas por un cambio estructural profundo reflejan un rechazo al statu quo que las derechas han defendido por décadas.
Este descontento se ha visto exacerbado por la percepción de que las derechas están desconectadas de las necesidades y aspiraciones de la mayoría de los chilenos. Al priorizar la estabilidad macroeconómica y las políticas pro-mercado por encima de la equidad social, han fallado en abordar las preocupaciones de amplios sectores de la población que sienten que no han sido beneficiados por el crecimiento económico. La insistencia en soluciones de mercado para problemas como la educación y la salud, donde las fallas del modelo neoliberal son más evidentes, ha alienado aún más a los votantes.
Además, la crisis de legitimidad que afecta a las derechas chilenas no se limita a las políticas económicas. La corrupción y el clientelismo han minado la confianza en las instituciones y en la clase política en general. Para muchos chilenos, la defensa del neoliberalismo por parte de las derechas está indisolublemente ligada a un sistema que favorece a los más ricos y poderosos a expensas del resto de la sociedad. Este vínculo entre neoliberalismo y desigualdad ha sido difícil de romper, y las derechas han luchado por redefinir su identidad y su plataforma en un contexto donde la demanda por justicia social es cada vez más fuerte.
La defensa a ultranza del neoliberalismo por parte de las derechas chilenas también se ve reflejada en su discurso y retórica. Argumentan que cualquier desviación significativa de este modelo podría poner en peligro los logros económicos alcanzados, presentando un dilema entre crecimiento y equidad que muchos consideran falso. Esta postura ha limitado su capacidad para dialogar y negociar con otros actores políticos y sociales que buscan un modelo más inclusivo y equitativo.
En términos prácticos, la rigidez ideológica ha llevado a las derechas a oponerse a reformas que podrían abordar algunas de las fallas más evidentes del sistema. Por ejemplo, las propuestas para reformar el sistema de pensiones, que ha sido ampliamente criticado por proporcionar beneficios insuficientes a la mayoría de los jubilados, han encontrado resistencia de los sectores conservadores. La falta de voluntad para comprometerse en estas áreas no solo ha perjudicado su imagen pública, sino que también ha dejado a muchos chilenos sin el apoyo y los servicios que necesitan.
El desafío para las derechas chilenas radica en encontrar un equilibrio entre mantener los aspectos positivos del modelo neoliberal y adaptarse a las nuevas realidades sociales y económicas. Necesitan desarrollar una visión que reconozca la necesidad de mayor equidad y justicia social, sin abandonar por completo los principios de eficiencia y responsabilidad fiscal que han defendido históricamente. Esto requerirá una reevaluación profunda de sus políticas y estrategias, así como un compromiso genuino con las demandas de una ciudadanía cada vez más crítica y exigente.
Finalmente, la adhesión de las derechas chilenas al neoliberalismo, aunque comprensible desde una perspectiva histórica, se ha convertido en su gran debilidad en el contexto actual. La incapacidad de responder adecuadamente a las crecientes demandas por equidad y justicia social ha erosionado su base de apoyo y ha cuestionado su relevancia política. Para mantenerse relevantes, las derechas chilenas deben reexaminar sus posiciones y encontrar maneras de integrar las preocupaciones sociales en su plataforma política. Solo así podrán navegar con éxito en un panorama político que se aleja cada vez más de las rígidas ortodoxias neoliberales.
Fabián Bustamante Olguín.
Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado. Académico del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte, Coquimbo.
Felipe Portales says:
Señor Román: Usted insiste en auto-engañarse y en no darse por enterado del engaño sistemático y muy bien efectuado y ocultado del liderazgo de la Concertación respecto de: 1.- El regalo solapado de la mayoría parlamentaria a la futura oposición de derecha efectuado a través del acuerdo constitucional de 1989; 2.- La desmovilización del conjunto de las bases sociales que se habían estructurado para la lucha contra la dictadura; 3.- La destrucción -uno a uno- por los gobiernos de la derecha concertacionista de todos los medios escritos opositores a la dictadura y de centro-izquierda que surgieron luego de 1990: «Fortín Mapocho», «La Epoca», «Análisis», «Hoy», «Apsi», «Página Abierta», «La Bicicleta», «Pluma y Pincel», «La Firme», «Siete», «Siete+Siete», «Rocinante», «Plan B», «Punto Final», etc. Eso se hizo silenciosamente discriminándoles el avisaje estatal, bloqueándoles fondos externos y comprando algunos de esos medios por personeros de la Concertación para luego cerrarlos; 4.- La privatización del Canal de TV de la Universidad de Chile; 5.- La «neutralización de TVN a través de una ley que le confirió a la derecha tradicional derecho a veto en el gobierno de TVN; 6.- La sistemática negativa de los gobiernos de las dos derechas (concertacionista y tradicional) -¡hasta hoy Boric!- a cumplir con la devolución de los bienes confiscados por la dictadura de «Clarín», evitando que dicho diario de centro-izquierda pueda ser relanzado; 7.- La confirmación solapada de todas las privatizaciones «truchas» hechas al final de la dictadura en favor de grandes grupos económicos; etc., etc.
Evidentemente que todo esto le ha dado un poder hegemónico incontrarrestable a las dos derechas configurando una virtual dictadura de los grandes grupos económicos; y convirtiendo las «elecciones» en espejismos para ilusos, voluntaristas y, en definitiva, personas que insisten en auto-engañarse. Y como muy bien decía Mark Twain: «Es más fácil engañar a la gente, que convencerla que ha sido engañada».
lo ramon roman says:
Sr Portales, ¿no se dá cuenta usted que con toda su respuesta analizando lo que ha pasado en Chile, USTED ME ESTÁ DANDO COMPLETAMENTE LA RAZÓN? Es decir, sr Portales, los partidos politicos de todo el arco iris chileno han jugado un papel crucial para imponer el NEOLIBERALISMO, desarrollando con sus gobiernos todo el aparato represivo mental para cambiar la mentalidad de los chilenos y es aquí que vuelvo a insistir; pueden haber mil partidos politicos con la ideología politica correcta para cambiar este sistema, pero si el poder de cambio no empieza con la mayoría de los chilenos y , desafortunadamente, con el poder de las FFAA, nada va a pasar, NADA, y vuelvo a insistir, si el pueblo en su mayoría no quiere cambios, por lo tanto, no van a haber cambios, por más que usted y otros sigan escibiendo analisis y articulos con los ojos cerrados a la realidad. Si quiere usted, podemos tener una conversación económica sobre el por qué Chile es el país con más adelantos y el mejor país par los inversionistas extranjeros y capitalistas chilenos.
lo ramon roman says:
Que chistosos son algunos analistas sociales y politicos de la existencia de los chilenos desde que se impuso el «nuevo» funcionamiento económico de Chile despues del golpe de estado y el nuevo funcionamiento de esta democracia chilensis, chilensis la llamo porque no hay en el mundo democrático un sistema neoliberal funcional como el de Chile, bueno, para ser honesto en la Argentina se están dando los primeros pasos para una sociedad economica neoliberal sin ser impuesta por un golpe militar como en Chile, Ahora, el caballero del Artículo y el caballero que dió la primera opinión, siguen tratando de dividir a la sociedad chilena entre derecha e izquierda , cuando los titantos grupos politicos que hay en Chile ideologicamente son diferentes, pero en la práctica cuando gobiernan no se dieferencian en nada entre ellos.. Es decir, señores y señoras, para terminar, no culpen solamente a los dirigentes de los partidos politicos chilenos, pónganse una mano en el corazón y pregúntense si los chilenos está dispuesto a cambiar este sistema politico y social, cundo ellos mismos, la mayoría de los chilenos han apoyado mayoritariamente con sus votos este sistema tan, pero tan querido que los ha puesto como la nación más estable y rica de Sud América. Sin quejarse se llama la huevadita. Se me olvidaba, caballeros, ¿cuál es la alternativa economica y social que usteds propenen y si ustedes creen que es aceptable para la mayoría de los chilenos? ¿Se acuerdan del fiasco de querer reemplazar la Constitución ponochetista lagusta y quienes la rechazaron. Chistoso, eh?
Felipe Portales says:
Muy buen artículo. Sobre todo porque sitúa las responsabilidades de la implantación, legitimación y profundización del neoliberalismo en estos 50 años en «las derechas» (tradicional y concertacionista). Muchos autores -de forma negacionista respecto sobre todo de los 20 años ininterrumpidos de gobiernos de la virtual derecha concertacionista- responsabilizan de todo nuestro sufrimiento solo a «la derecha», entendiendo por ella a la tradicional.
lo ramon roman says:
¿Qué…? ¿Qué…? Voy a ser bien cortante y solamente preguntarle a Don Felipe esto: ¿ por qué usted siempre ha culpado a los partidos politicos de la supuesta izquierda que han gobernado a Chile, por haber hecho más fuerte el sistema social y económico neoliberal impuesto por la dictadura, pero nunca se ha referido a los que han votado mayoritariamente por estos partidos, la mayoría de los chlenos? ¿Usted, don Felipe, es respetuoso de la democracia y lo que esto significa?