En Estados Unidos mandan los viejos
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 34 segundos
Es bien raro que en el país más poderoso del mundo, donde hay más plata, más armas, más de todo y que les da órdenes a Francia y a otros países de Europa, los que mandan sean unos viejos matusalémicos, de 80 años o más.
A lo mejor usted no lo sabía o no había reflexionado al respecto, pero fíjese, estas son las edades que tiene cada uno: Biden 83 años, Bernie Sanders 82 años, Trump 79 años, Mitch O’Connell, líder de la mayoría en el Senado, 83, Nancy Pelosi, 84, Janet Yelen es jovencita, sólo tiene 77 años.
Y claro, el ser viejo hace que uno no entienda mucho de lo que pasa en la actualidad. Yo lo sé porque tengo muchos años, cómo no me voy a dar cuenta. Uno va perdiendo la audición, va perdiendo la vista, va perdiendo masa muscular. En suma, se va transformando en una persona que necesita ayuda para todo. Pero no sólo es un problema físico, es mental.
Los principales recuerdos de los muy viejos se remontan a la segunda guerra mundial. En Chile, uno recuerda la presidencia de Salvador Allende, el golpe militar, todos los amigos asesinados.
Tampoco los viejos entienden mucho de las tecnologías modernas: teléfonos celulares, computadoras, internet, satélites, Inteligencia Artificial, medicina moderna etc, etc, etc. Claro que los poderosos pueden tener ayudantes y secretarios, pero no es lo mismo que decidir las cosas personalmente.
Que me perdonen los viejos, no los quiero discriminar, nunca lo he hecho, más bien los he defendido. Pero lo de Estados Unidos es chocante.
Es que en otras épocas no había cambios tan drásticos, pero ahora sí porque el mundo se ha acelerado y se sigue acelerando. Todo ha cambiado con Internet, absolutamente todo: las comunicaciones, la información, los gustos, la cultura, todo. El 95% de la información existente en el planeta está digitalizado y en su mayor parte es accesible a cualquiera.
Y bien, es evidente que en 5 y a todo reventar en 10 años más, estos viejos norteamericanos que son dueños del mundo y lo dirigen, no van a estar entre los vivos.
¿Y qué va a ocurrir? Que van a entrar a mandar y a gobernar los jóvenes, no los de 50, 40 ni 30 años. Los jóvenes que ahora tienen 15 o menos años y se lo saben todo. ¿Y qué es lo que saben? Saben todo lo que hay que saber: por ejemplo manejar el teléfono celular sin abandonarlo ni un minuto, saben leer pero no leen porque no lo necesitan ya que sus compañeros y amigos tampoco lo hacen, sino que escuchan la misma música en todo el mundo y ven imágenes, videos y cualquier cosa que se mueva muy rápido. Las generaciones anteriores, los padres de 40 o 50 años no entienden ni pío lo que a los jóvenes les interesa y ellos tampoco entienden lo que nos importa a nosotros. Es una generación completamente distinta, porque comenzó su vida con una tecnología que nosotros, sus padres y abuelos, aprendimos a medias y demasiado tarde.
La juventud ve muchas películas japonesas y se comunica en vivo con sus amigos de Japón sin saber que sus abuelos les tiraron dos bombas atómicas y mataran a medio mundo. Por suerte los jóvenes japoneses tampoco lo saben o creen que esas cosas pasaron hace cientos de años y ya se han olvidado.
La juventud de ahora nació con una tecnología que a las personas de más edad no les gusta porque aunque la han hecho para facilitar la vida, la verdad es que la han complicado demasiado para los viejos de 50 años o más.
Los jóvenes viven en un mundo creado por ellos y para ellos. Los que dirigen la paz y la guerra de ahora vienen de otro mundo porque nacieron en otro mundo.
Y repito ¿Qué va a pasar en pocos años más? No lo sé, pero veo que todo va a cambiar muy rápidamente, como cambian esas imágenes que les gusta ver a nuestros nietos. No estaremos y tal vez ya no estemos en el mundo de la comunicación y la cultura escritas, sino en el mundo de la imagen.
Por ejemplo, si usted escribe un artículo muy emotivo, en que cuenta que encontró a un perrito famélico en la calle, lo llevó a su casa, lo adoptó y lo alimentó, el artículo quizás lo lean tres personas. Pero si usted pone una foto del perro famélico y otra en su casa, con el mismo perro gordito y abrazado por su hija, esas fotos quizás las vean y las copien 40 personas.
Margarita Labarca Goddard