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“Octubristas” en la mira

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La censura es madre de la intolerancia.

Dionisio Albarrán.

 

¿Es legítimo que una exposición de arte, genere tanto escándalo? Todo es posible en un Chile irreflexivo, pacato, donde hay sectores en el cual impera la extrema beatería. Desde siempre el arte ha originado controversias y pone a la libertad de expresión, patas arriba. En Vitacura se encendió la mecha. Ahí, donde cualquiera tiene un cuadro de Roberto Matta, Picasso o Dalí, con temas libidinosos, los cuales sólo pueden ser vistos por caballeros, ardió Troya. Ni que se hubiese expuesto el óleo del francés Gustav Coubert, llamado “El origen del mundo”. Este famoso óleo censurado, empieza a ser exhibido en El Louvre, sólo en los últimos años, por haberse considerado una afrenta a las buenas costumbres.

El llamado “octubrismo”, hecho insurgente y rabioso, que estremeció nuestra república y pudo desencadenar una sangrienta revolución, tiene a la citada comuna, sumida en el hervidero. “Satanás metió la cola”, dijo un concejal en privado. ¿Y dónde la metió? Ni que se hubiese aprobado instalar en esa comuna, el barrio rojo, donde la clientela es segura. “Fuera de aquí esos mamarrachos, cuyo objetivo es alterar nuestra grey”, rugió un prócer, ligado a una comunidad esotérica y se acordó del día cuando su papá lo autorizó a leer El Kamasutra. Otras personas pías, de reconocida santidad, se sumaron a esta irrupción de descontento. Hervían de ira. Acusaron a la alcaldesa, de tolerar la obra de Arturo Duclos, “Una vida”, por incitar al odio y exaltar la lucha de clases. El creador, cuyo talento nadie discute, retrata los últimos 50 años de la historia de Chile. “Ganó un concurso un artista reconocido en el extranjero y en Chile”, replicó la alcaldesa Camila Merino, acribillada por sus colegas.




Escándalo sedicioso, destinado a enfrenta a la colérica grey, acostumbrada a vivir en una ciudadela. O en una burbuja, de espaldas a la realidad del país. “Que la referida exposición sea llevada a las comunas del poniente de Santiago”, empieza a ser un clamor popular en Vitacura, donde nada es popular. ¿Se extenderá semejante cruzada a revisar las bibliotecas municipales en busca de libros libidinosos?  Guerra a la pornografía y al libertinaje extremo, auspiciado por nihilistas. El riesgo es evidente en esta materia de censura. Escritores de la talla del Marqués de Sade, Henry Miller, Boccaccio y Anais Nin, cuyas obras pueden ser suprimidas o quemadas en la plaza pública. Manos a la obra. ¿Algo les recuerda esta forma de censura? Inverosímil, si se piensa que la comuna tiene un nombre del mapudungun, y todavía a nadie se le ha ocurrido o atrevido a cambiarlo por Walt Disney, por ejemplo. Quizá no sea falta de voluntad, en tiempos donde los cambios son visto con sospecha. Entuerto, que ha hecho ver a la cursilería, los inconvenientes de una exposición veraz. Lanzarle ácido corrosivo a la obra o cubrirlas con una sábana santificada. Además, acusar a los auspiciadores de la muestra, de llevar la pornografía a un museo, donde reina el decoro. La alcaldesa, doña Camila Merino, enfrentada a este huracán dirigido por señoritos, amantes de la clandestinidad en privado, donde todo lo es, ignora dónde buscar apoyo. Casi no duerme, acosada por las dudas. Piensa que una poblada de patipelados conversos y vendedores ambulantes, irrumpa en Vitacura. Se instalen a vivir en carpas frente a la municipalidad y no exista manera de desalojarlos.

¿Y a quién se le ocurrió realizar esta polémica exposición? Todos se acusan e insultan a gritos, mientras hay muchas cabezas que cortar. La guillotina empieza a ser levantada. Doña Camila, acosada por la jauría, se siente María Antonieta de Austria, rumbo al cadalso.

 

Por Walter Garib

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Walter Garib

Escritor

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  1. Hugo Latorre Fuenzalida says:

    Recordemos que nuestra clase principal es piadosa en las Formas (que no en el fondo)…y el arte es la forma, lo visible, en cambio «el fondo» es lo invisible,
    Esa contradicción debe mantenerse oculta, nunca exhibida.

  2. leonardo Ibanez Valenzuela says:

    Ojo, el fascismo envuelto en el arte, está a la vuelta de la esquina. Posiblemente citaran a Joseph Goebbels quien decía que cada vez que escuchaba la palabra cultura, se llevaba la mano al cinto para sacar la pistola. Lo que ocurre en Vitacura en el centro Lo Matta Cultural es un pálido reflejo de los postulados del “arte Degenerado”

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