¿La Primera Guerra Global? Una nueva era de conflicto
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En medio del aumento de tensiones internacionales, algunos observadores temen el estallido de una posible Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, otra perspectiva sugiere que los actuales conflictos globales pueden representar un nuevo tipo de guerra: lo que podría considerarse como la primera Guerra Global. Esta transformación se caracteriza por la participación de actores no estatales, guerras de potencias regionales y el factor de armas nucleares, elementos que difieren fundamentalmente de las guerras mundiales tradicionales.
El factor clave en todo esto, la globalización, ha creado un campo de batalla más interconectado y complejo, donde factores económicos, tecnológicos y culturales se entrelazan de una manera nunca vista. Estos factores están acumulando una situación que se perfila como punto de ebullición, cuyos resultados están por verse. Mientras tanto, somos testigos de las bajas en tiempo real. A medida que los riesgos para las poblaciones civiles aumentan y el potencial de escalada permanece alto, estas crecientes tensiones pueden marcar un punto de inflexión crucial en la historia, uno que podría redefinir la naturaleza de las guerras y el equilibrio de poder actual.
El siglo XX fue testigo de dos guerras mundiales que llevaron el conflicto internacional a un nuevo nivel. Estos enfrentamientos, aunque no involucraron a todos los países del mundo, fueron llamados guerras mundiales debido a la participación de varios Estados que luchaban entre sí. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, se estableció la Organización de las Naciones Unidas para evitar la repetición de tales conflictos promoviendo la cooperación y el diálogo entre los Estados. Sin embargo, a menos de un siglo del final de la Segunda Guerra Mundial, persisten dudas sobre nuestra capacidad para prevenir el conflicto global.
Para los conflictos en escalada en la actualidad, el concepto de una Tercera Guerra Mundial puede estar desactualizado; en su lugar, podríamos estar presenciando la primera guerra global. Los conflictos que estamos evidenciando hoy no operan en aislamiento; en cambio, están entrelazados con intereses estratégicos globales más amplios. Por ejemplo, el conflicto entre Rusia y Ucrania no sólo involucra a estas dos Estados, sino que también implica a la OTAN y a Estados Unidos, donde la ayuda militar y las sanciones económicas juegan un papel clave. Del mismo modo, el conflicto entre Israel y Palestina toca las dinámicas más amplias de Oriente Medio, incluidas las intervenciones de Irán y Estados Unidos.
Además, el aumento de actores no estatales, como empresas militares privadas (EMPs), grupos terroristas y movimientos insurgentes, añade otra capa de complejidad. Los actores no estatales operan a través de fronteras nacionales, desafiando el monopolio tradicional de la violencia que poseen los Estados. Su presencia complica los esfuerzos para gestionar y resolver conflictos, ya que pueden seguir agendas propias independientes de los intereses estatales. En Oriente Medio, el conflicto entre Israel y Palestina está moldeado por la participación de actores no estatales como Hamas, que participa en una guerra asimétrica con Israel. Este conflicto se complica aún más por la influencia de potencias externas como Estados Unidos e Irán. La interacción de actores estatales y no estatales en estas disputas regionales crea un entorno dinámico y volátil.
Los avances en tecnología militar han transformado la naturaleza de la guerra, permitiendo tácticas más sofisticadas y no convencionales. Por ejemplo, la guerra con drones permite ataques dirigidos con un riesgo mínimo para el operador, mientras que la guerra cibernética puede interrumpir infraestructuras críticas y sistemas de información. Estas tecnologías permiten a actores estatales y no estatales llevar a cabo operaciones complejas y lograr sus objetivos sin una confrontación directa. En conflictos recientes, como la guerra entre Ucrania y Rusia, estas tecnologías han sido prominentes. Ambos bandos han utilizado drones para reconocimiento, ataques dirigidos y para neutralizar capacidades enemigas. Un aspecto particularmente llamativo es el uso de drones comerciales modificados para arrojar bombas sobre fuerzas y tanques enemigos. Esta práctica pone de relieve cómo la tecnología militar se está adaptando a recursos ampliamente disponibles, lo que puede aumentar el acceso a tácticas de guerra por parte de actores con menos recursos.
La globalización ha entrelazado factores económicos, culturales e ideológicos en los conflictos contemporáneos. Los intereses económicos suelen desempeñar un papel clave en las disputas, como la competencia por recursos naturales o rutas comerciales. Esto es especialmente evidente en Asia, donde las tensiones entre Estados Unidos y China abarcan múltiples aspectos, incluyendo disputas en el Mar de China Meridional impulsadas por su interés en controlar vías de navegación estratégicas y acceder a recursos vitales. Por otro lado, los factores culturales e ideológicos también contribuyen a los conflictos. La lucha por la influencia entre democracias occidentales y regímenes autoritarios puede manifestarse de diversas maneras. Esto incluye desde guerras culturales en redes sociales como TikTok, actualmente bajo consideración para prohibición por parte de la Cámara de Representantes de EE. UU., hasta enfrentamientos más directos sobre derechos humanos y modelos de gobierno.
Una de las diferencias más significativas entre el estado actual de los conflictos globales y el pasado es la presencia de armas nucleares. Estas armas son mucho más poderosas que las utilizadas en Hiroshima y Nagasaki, presentando el potencial de una destrucción catastrófica. La posibilidad de un conflicto nuclear es particularmente preocupante en áreas de alta tensión, como la rivalidad en curso entre Estados Unidos y Rusia, China, o Irán. Si bien el uso de armas nucleares sigue siendo un último recurso, su existencia moldea el cálculo estratégico de las grandes potencias e influye en su enfoque hacia el conflicto.
Todos los factores mencionados apuntan a que el concepto de una Tercera Guerra Mundial efectivamente esta desactualizado y en su lugar podríamos estar presenciando la primera guerra global. La historia nos ha enseñado que los momentos de crisis también pueden ser oportunidades para un cambio positivo. La cooperación internacional, la diplomacia efectiva, y el diálogo entre naciones serán cruciales para evitar una escalada hacia un conflicto mayor. En este contexto, las organizaciones internacionales y los policy makers pueden desempeñar un papel complejo, presentando desafíos para los esfuerzos de paz. Del mismo modo, los intereses de las grandes potencias pueden influir en el proceso de resolución de conflictos.
En última instancia, el destino de la humanidad y del planeta dependerá de la capacidad colectiva para aprender de los errores pasados y trabajar hacia un futuro más seguro y pacífico. La naturaleza transformadora de la guerra moderna y sus implicaciones para el futuro del conflicto global no deben subestimarse. Mientras el mundo navega esta nueva era de conflicto, la pregunta sigue siendo si la humanidad puede encontrar un camino hacia la paz o si estas tensiones nos conducirán a un resultado catastrófico. Solo el tiempo dirá si estamos al borde de un momento crucial en la historia o si podemos encontrar una manera de preservar el mundo tal como lo conocemos.
Por Sophie Spielberger
Francisco Viñuela says:
No estamos ni somos invitados
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Estos momentos son graves. Estamos en medio de una larga tormenta con ruidos de lluvia y fuego. Desgraciadamente sin poder acceder a la sabiduría y cordura de algunos.
Lo que sucede es justamente eso, han sido eliminado los recursos a los sabios, borrándolos de la cultura o del saber popular, de la biblioteca del internet. Limitando el acceso, para que lentamente el saber pueda ser controlado y así controlar una vasta masa humana subyugada.
Globalmente se procura controlar y homogeneizar una nueva forma de ser ciudadano; por ejemplo forzando aceptar que los géneros humanos son otros que los ya tradicionalmente aceptados.
Luego un mundo emergente multipolar es rechazado por dirigentes políticos que han declarado vivamente que países como China, o el universo Asiático representan un peligro para Occidente porque ellos han solucionado sus problemas de pobreza colectiva al producir una sustantiva riqueza.
Las élites corporativas que han accedido al poder con la llamada Globalización, han decidido finalmente fundar un Gobierno Mundial Corporativo; que es una antigua propuesta social global que ya existía en filosofía, desde el siglo 18, en Inglaterra.
Para llevar a cabo esta tarea global -difícil y larga- se necesita implementar una unidad de conciencia y una unidad de comportamiento de la clase social productiva.
Un comportamiento voluntariamente aceptado por sociedades y pueblos de clase media y alta burguesía.
Actualmente escuchamos solamente un ruido de fondo, atenuado, difundido por los medios de comunicación y redes mediáticas de prensa; ruido lejano de guerras, fuego permanente, amenaza de peligros y tragedias.
El pueblo, ciudadanos, no han sido invitados a dar su opinión; y no serán invitados a dar una opinión. La tertulia Corporativa se reúne a puerta cerrada para dar las instrucciones de lo que hay que decir, la narrativa y desde luego qué hay que hacer.
Desde hace un tiempo ya, estamos dentro de una nueva guerra mundial; que no es ni será con declaraciones oficiales como fue en las antiguas guerras mundiales, y esta tampoco es ni será una guerra atómico-nuclear; únicamente debido a la autodestrucción que nos ocasionaría a todos por igual. Aunque es ya una guerra global, planetaria que abarca soldados, cañones, misiles y armas y obliteración de fronteras, países y modos culturales, etnias e incluso idiomas locales.
Todo es sometido periódicamente a revisión; género masculino, femenino, comportamiento infantil, vida social, ingresos monetarios, y autonomías individuales.
Es la fría y cruda realidad de la actualidad que vivimos hoy en día, no se trata de un solo frente de batalla, sino de múltiples frentes de batalla.
La hegemonía del mundo Occidental, o aquella de una sola potencia o un solo país está en guerra contra las hegemonías emergentes. Antiguas hegemonías luchan por conservar antiguos dominios coloniales en Africa o apoderarse de mercados de Asia o del Pacífico transformando culturas milenarias en nuevos frentes de batalla y que lo serán por largo tiempo.
Esto es el actual estado de guerra mundial y en ella estamos.
FV
(Canada)