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Elecciones en Euskadi: todos contra EH-Bildu

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Los partidos políticos con implantación en el Estado español, a derecha e izquierda, a los cuales debemos incorporar el Partido Nacionalista Vasco, se unieron, durante la campaña, para descalificar a EH-Bildu. Lo impensable tomó cuerpo. Ante la posibilidad de vivir en Euskadi un nuevo mapa político, hicieron piñata. Con un ardid trolero, recurrieron a la extinta ETA. En un programa de radio de máxima audiencia, el entrevistador interrogó al candidato de EH-Bildu, Pello Otxandiano, si compartía la definición de ETA como una banda criminal. La respuesta, puso énfasis en lo inoportuno de la pregunta, cuando se realiza en medio de una campaña electoral. Ello fue la chispa que avivó la llama del odio y la excusa para dudar del carácter democrático de EH-Bildu y descalificar a su candidato a lehendakari . Las redes, los medios de comunicación social, dirigentes políticos y tertulianos tenían suficiente para emponzoñar la campaña y no perdieron la oportunidad. El presidente de gobierno, Pedro Sánchez, se despachó a gusto en su descalificación a Otxandiano, mientras los socios de gobiernos guardaron un silencio cómplice. Mientras, los candidatos del PNV arremetieron contra EH-Bildu; el insulto tomó cuerpo. Y de forma inesperada, la extrema derecha y el Partido Popular (PP) vieron cómo su caracterización de EH-Bildu como bilduetarras era la expresión utilizada o compartida por todas las fuerzas políticas para referirse a EH-Bildu. De esa manera se pretendía revertir el ascenso de EH-Bildu en las encuestas.

Se haya urdido en los despachos o respondiese un exabrupto, fue una maniobra para apoyar al PNV y evitar que fuera sobrepasado por la coalición abertzale en votos, perdiendo su hegemonía política en el País Vasco. No por casualidad, hoy, todos los medios de comunicación se congratulan del triunfo del PNV, destacando que han evitado el sorpasso de EH-Bildu. Una pregunta es obligada: ¿por qué derecha y extrema derecha, apoyadas por el PSOE y el PNV, han descalificado primero a HB y en la actualidad a EH-Bildu, cada vez que el PNV ve tambalearse su hegemonía en Euskadi? Tras años de exigir que la izquierda abertzale condenase la violencia, respetase las instituciones, no quieren reconocer que ese hecho se ha producido. Aunque en los hechos el PSOE negocia con EH-Bildu en Navarra y sus votos son imprescindibles para mantener el gobierno de coalición en el Estado español, no pierden ocasión para desacreditar a la coalición abertzale.

Tras las elecciones, el PNV y el PSE tienen mucho que sacudirse, pero llegarán acuerdos de gobernabilidad. Así viene sucediendo en último medio siglo, salvo cuando el Partido Popular brindó su apoyo al candidato del partido socialista Patxi López, invistiéndolo de lehendakari entre 2009 y 2012. La excepción que confirma la regla.

Hoy, la victoria del PNV es pírrica, por mucho que afanen en presentarla como un triunfo de la moderación, frente al radicalismo de EH-Bildu. Sin embargo, aunque se limite a la aritmética de los resultados, una lectura rápida muestra una tendencia difícil de ocultar. Se asiste a un punto de inflexión donde el recurso a ETA ya no da réditos políticos. Si hace una década podía concitar voluntades, hoy es un discurso anclado en el dolor y las emociones cuyo recorrido es limitado.

La realidad de la sociedad vasca se muestra cambiante, y tildar de terroristas a los candidatos de EH-Bildu para concitar su rechazo, resulta estéril e incluso contraproducente. Las nuevas generaciones, al menos en Euskadi, se decantan por una izquierda transformadora, apegada a los problemas de la vida cotidiana, educación, vivienda, salud, inmigración, ocio, trabajo. EH-Bildu ha sido capaz de entender que su rol protagónico conlleva un cambio de estrategia, sin renunciar a una propuesta inclusiva, anticapitalista, republicana e independentista y sobre todo anclada en los valores democráticos. En los ayuntamientos donde gobierna e instituciones en las cuales participa, su legitimidad y buen hacer son refrendados en cada convocatoria electoral.

Si algo demostró la campaña contra EH-Bildu en estas elecciones es su fracaso. Ahora bien, resulta asombroso ver en Euskadi, cómo Podemos, cuya emergencia en Euskadi, hacía presagiar una larga vida, acabase perdiendo sus seis escaños en una legislatura. Pablo Iglesias estuvo presente en mítines, debates y tertulias pidiendo el voto y los pesos pesados de la organización se comprometieron, dejándose la piel en la campaña. Pero la debacle fue total y debería hacerles reflexionar. Pero ellos no se hacen preguntas, sólo atinan a subir el ánimo de sus militantes coreando el eslogan sí se puede. No menos decepcionante han sido los resultados obtenidos por la otra opción de la izquierda estatal, Sumar. La propuesta tampoco ha tenido eco, a pesar de contar con la vicepresidenta segunda del gobierno, Yolanda Díaz, como su baluarte. La derrota de Podemos les permite superar la depresión. Por último, el PP también fracasa. No logra arrastrar los votos de la derecha españolista y dejar a Vox fuera del parlamento vasco. En conclusión: todos los partidos que se han presentado, podrán aducir cifras, para amortiguar la caída, alegando una subida de sus parlamentarios PSE, PP o Sumar, pero todos han sido derrotados, principalmente el PNV. El único ganador es EH-Bildu, les guste o no. Sería mejor reconocerlo.

Por Marcos Roitman Rosenmann

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Marcos Roitman Rosenmann

Profesor titular de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y profesor e investigador invitado en la Universidad Nacional Autónoma de México así como docente en diferentes centros de América Latina. Columnista del periódico La Jornada de México y Clarín digital de Chile

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