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Trazando el camino de la derecha chilena: Del antiliberalismo decidido a la esperanza de un nuevo apogeo

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El historiador chileno Luis Corvalán Márquez observó que desde los años sesenta del siglo XX hasta el fin de la dictadura cívico militar, la derecha chilena adoptó un ideologismo conservador antiliberal para configurar su visión de país. Utilizando términos como «decadencia», «penetración de ideas foráneas» y «disolución nacional», la derecha asoció estos procesos con la acción de la izquierda y del movimiento popular, argumentando que debían revertirse mediante un acto decisionista (en los términos de Carl Schmitt[1]), en el cual las Fuerzas Armadas tendrían un papel relevante, incluso si ello implicaba conflictos sangrientos.[2]

El «decisionismo» en Carl Schmitt se refiere a la idea de que la política se basa en decisiones soberanas, es decir, en actos de voluntad que trascienden el marco legal o normativo establecido. Según Schmitt, en situaciones de crisis o excepción, es el líder soberano quien tiene la autoridad para tomar decisiones sin estar sujeto a restricciones legales o constitucionales. Esta noción implica que la política se fundamenta en la capacidad de decisión de quien ejerce el poder, más que en la aplicación de normas preestablecidas y el imperio de la discusión racional entre actores políticos en tensión.

Antes de los años sesenta, estas ideas eran exclusivas de la extrema derecha nacionalista y se mantenían muy al margen de los debates públicos. Sin embargo, con el desarrollo de la década, la derecha tradicional las adoptó abiertamente, renunciando al liberalismo que había defendido anteriormente. Esta transición se produjo en respuesta al creciente cuestionamiento de los intereses de las clases dominantes por parte de las organizaciones sociales y políticas de las clases subalternas. El ascenso de la Democracia Cristiana y su política de promoción popular, y el posterior triunfo electoral de la Unidad Popular, aceleraron la polarización ideológica de la derecha chilena como respuesta básica al contexto en el que serán cuestionados abiertamente los privilegios de las clases dominantes, defendidas y representadas por la derecha chilena, y emergían en la escena las demandas de los actores marginados de la política nacional.

Las concepciones conservadoras antiliberales, nacionalistas y corporativistas, anteriormente marginales, se convirtieron en hegemónicas tanto en la derecha civil como en la creciente derecha militar. De esta manera, la derecha chilena empezó a percibir la democracia liberal como una amenaza.

Cabe señalar que la visión conservadora antiliberal es una perspectiva que se opone a los principios fundamentales del liberalismo en diferentes aspectos políticos, sociales y económicos. En lugar de abogar por la libertad individual y la igualdad de oportunidades, la visión conservadora antiliberal tiende a favorecer la preservación de valores tradicionales, la autoridad jerárquica y la estabilidad social por encima de la libertad individual, restringiendo o conculcando derechos en pos de lo que el discurso oficial, de quienes detentan el poder, señala como más importante como la paz, la seguridad, la nación entre otros conceptos que se repetirán muchas veces en el desarrollo de la dictadura cívico militar.

Entonces, la derecha chilena tenía la aspiración de sustituir la democracia con regímenes autoritarios y, en última instancia, con una dictadura militar. Durante la dictadura cívico-militar (1973-1989), que tomó inspiración de las ideologías de la extrema derecha española y alemana, la derecha chilena procuró legitimar su proyecto de modernización y su práctica dictatorial al presentarlos como expresiones de un «alma nacional» libre de influencias extranjeras, a pesar de la evidente influencia del economicismo estadounidense. Esta situación plantea una gran paradoja, especialmente considerando la privatización de empresas nacionales en favor del capital extranjero.

En la actualidad, persisten las nociones decisionistas en la derecha chilena. La percepción de decadencia en Chile es compartida no solo por la derecha más radical, representada por el Partido Republicano, sino también por la derecha convencional (al igual que en la década del sesenta). La decadencia, atribuida al gobierno del presidente Gabriel Boric debido a la falta de inversión y al bajo crecimiento económico, junto con la creciente influencia del crimen organizado extranjero, principalmente de ciudadanos venidos de Venezuela, ha fortalecido esta visión decisionista dentro de la derecha chilena. Por eso no es extraño encontrar opiniones favorables a ideas que se vierten en frases tales como “hay que matarlos a todos” y como señaló Axel Kayser “a correr bala, que corra sangre, que muera gente”.[3]

Se podría sostener que todas las condiciones objetivas, desde la perspectiva de la derecha, están alineadas para inaugurar un período de apogeo, potencialmente liderado por una figura salvífica como José Antonio Kast. Sin embargo, la derecha enfrenta desafíos significativos en términos de credibilidad y confianza por parte de la ciudadanía. A pesar de estos obstáculos, la reciente visita de José Antonio Kast a El Salvador, donde se reunió con el presidente Nayib Bukele y visitó las cárceles del país, está arrojando luz sobre la posible dirección que podría tomar un eventual gobierno de la derecha radical. No es insignificante que la derecha chilena continúe enarbolando su oferta política en ideas tales como «los militares en las calles», volviendo al uso del decisionismo como parte de la fundación de un nuevo orden y la recuperación de un relato donde el diálogo de los actores políticos queda relegado a espacios marginales y se erigen liderazgos “salvíficos” que prometen el cambio de la situación y el desplazamiento de la política y la democracia por el decisionismo.

 

Fabián Bustamante Olguín.

Doctor en Sociología. Académico del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte, Coquimbo.

Javier Romero Ocampo.

Doctor en Estudios Americanos, USACH, especialidad pensamiento y cultura. Profesor de Historia y Geografía, Sociólogo, Psicólogo.

[1] Schmitt, Carl (2014). El concepto de lo político. Madrid: Alianza Editorial.

[2] Corvalán, Luis. (2022). Chile al desnudo. La historia del Chile contemporáneo y los antecedentes del estallido social de octubre de 2019. La Habana: Casa de las Américas.

[3] Véase en https://www.eldesconcierto.cl/nacional/2024/04/10/otra-mas-de-axel-kaiser-reafirma-llamado-a-correr-bala-que-corra-sangre-que-muera-gente.html

Fabián Bustamante es Doctor en Sociología. Académico del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte, Coquimbo. Javier Romero es Doctor en Estudios Americanos, USACH, especialidad pensamiento y cultura. Profesor de Historia y Geografía, Sociólogo, Psicólogo.

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