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Hermosilla, Chadwick y la arista de Rancagua

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Los mensajes de WhatsApp de Luis Hermosilla suman más páginas que los libros más leídos de la historia, incluidas la Biblia y Don Quijote de La Mancha, al punto que estos textos telegráficos propios del mundo virtual tienen hoy al sistema político e institucional metido en un zapato chino. Aparecen una y otra vez nuevas esquirlas con protagonistas directos e indirectos de un culebrón que supera cualquier obra de ficción, con el abogado Luis Hermosilla como protagonista estelar y como actor de reparto el ex ministro del Interior de Piñera, Andrés Chadwick.

Hay quien ha llegado a señalar que la transversalidad con la que operaba el abogado Hermosilla, cuyas redes y contactos cruzan todo el sistema político desde el PC a la UDI, hacían que se pareciera mucho al protagonista de la Orquesta Roja, la red de espionaje e información que operó en la segunda guerra mundial bajo las órdenes de Leopold Trepper y cuya actuación significó el principio del fin de la era nazi. Los que intentan hacer esa comparación olvidan el notable sentido ético de la causa de Trepper, muy distinta a la del abogado de confianza de Andrés Chadwick, y pasan por alto, además, que el europeo con múltiples nacionalidades fue fiel a sus principios, motivo por el que estuvo detenido en varias ocasiones, mientras el abogado de familia comunista terminó, como el personaje de ‘medio pelo’ de la inolvidable obra de Alberto Blest Gana, siendo un ‘broker’ – un ‘operador’ – de los poderosos y subordinado a la derecha política y económica. Se publicita que Chadwick ya habría cortado su relación con él y separó aguas y también oficinas. En lenguaje campechano, “le hizo la desconocida”, hecho reiterativo en la historia de Chile que sucede a aquellos que, entregándose a los de siempre, han tenido la ilusión de ser parte de ellos.

En esta columna ilustraremos como operaba la trama de Hermosilla y Chadwick tomando el caso del ex alcalde Eduardo Soto, de Rancagua. Corría el año 2016 cuando en su calidad de intendente de la época, el ahora gobernador de O’Higgins, Pablo Silva, elevó una gruesa carpeta a la fiscalía regional que daba cuenta de las irregularidades económicas y administrativas de los recursos entregados a la Corporación del teatro que presidía el entonces alcalde de la ciudad, Eduardo Soto. En 2018 el estudio jurídico de Luis Hermosilla se hizo cargo de su defensa. El Fiscal a cargo de la causa, Sergio Moya, solicitó la formalización del ex alcalde y del exgerente de la Corporación Cultural de Rancagua, Marcelo Vidal. Abruptamente, de manera inexplicable, la causa se separó, quedando formalizado sólo Vidal, mientras el caso de Soto pasó a la fiscalía Sur de Santiago. Esta la encabezaba por entonces Raúl Guzmán, el mismo que, con votos de la UDI y RN, con excepción de Francisco Chahuán, alcanzó la secretaria del Senado, cargo que aún ejerce.

El alcalde Soto iba a ser formalizado el 24 de mayo de 2019. Pero el 16 de mayo la entonces senadora y presidenta de la UDI, Jacqueline Van Risselberghe, en un viaje sorpresa a Rancagua, encabezó un punto de prensa al que acudieron solo partidarios del cuestionado edil. La ex mandamás gremialista “metió las manos al fuego por su inocencia”. Comenzaron a articularse las piezas de un complejo puzzle que, recién con las filtraciones de las conversaciones del WhatsApp de Luis Hermosilla, han terminado por develarse. El viernes 17 de mayo la vocera de la fiscalía metropolitana sur, Sandra Reveco, notificó que se solicitaría la suspensión de la formalización de Eduardo Soto solicitada por el fiscal Moya. En los días previos, el ministro del Interior Andrés Chadwick, ex senador por la Región de O’higgins, se había reunido con el fiscal metropolitano sur. Se dijo en la ocasión que el motivo había sido la seguridad de los fiscales en el contexto de las bombas puestas en la Región Metropolitana, pero se señaló en la página oficial del Ministerio Público que, además, en las reuniones se habían abordado otros temas. En los mensajes develados entre Soto – “¿Respecto al teatro regional alguna novedad?” – y Hermosilla – “Si. Vamos a declarar y archivar” – el cuestionado abogado de tirios y troyanos anticipó el anuncio que haría la fiscalía.

Marcelo Vidal, designado por Soto como director ejecutivo de la Corporación de la Cultura y las Artes de la Municipalidad de Rancagua, ha sido hasta ahora el único en recibir una condena de 541 días de reclusión, la inhabilitación para cargos públicos y el pago de una multa. El concejal de Rancagua, Patricio Henríquez (PS), mencionó que “llama la atención que, pese al escándalo mediático que hubo, el modus operandi del Teatro Regional siguió exactamente igual con el nuevo gerente”, lo que ha sido el punto de partida de una nueva querella. El concejal, famoso por su estoicismo en luchar para que la causa del Teatro no se extinga -lo que le ha llevado permanentemente a presentar nuevas diligencias así como a entrevistarse con el fiscal que lleva hoy la causa- señala que “no se ha movido un solo papel en más de cuatro años; antes de que se hicieran públicos los WhatsApp de Hermosilla sobre el punto ya estaba próxima a extinguirse”.

El ex alcalde Soto se erigía de nuevo como el principal candidato de la derecha a la alcaldía de Rancagua en 2024, toda vez que el actual, Juan Godoy, ex PS, será probablemente formalizado por delitos varios, prolongando una lamentable falta de probidad en la gestión de la ciudad. Pero con el giro por las revelaciones de los mensajes y conversaciones entre Chadwick y Hermosilla,  y entre éste y Eduardo Soto, donde aparece además citado el ex fiscal regional Emiliano Arias, se podría producir una solicitud para que la causa sea derivada  de nuevo a la capital regional y se hagan nuevas diligencias.

Este caso muestra la manera vergonzosa de operar de ciertas instituciones y autoridades para que sus protegidos libren de la acción de ls justicia. Como en el tango Cambalache, aquí aparecen “revolca’os en un merengue y, en el mismo lodo, todos manosea’os, que revela una vez más al rey ridículo desnudo en la plaza pública.

 

Edison Ortiz

 

Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago

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