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El auge de la derecha radical en Europa: Un desafío para la democracia

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Las inminentes elecciones de la Unión Europea, programadas para los días 6 y 9 de junio de 2024, no solo representan una cita crucial para la democracia en el viejo continente, sino que también evidencian una tendencia preocupante: el creciente ascenso de la derecha radical. Este fenómeno, presente de diversas maneras en los países miembros, plantea interrogantes acerca de su origen y arraigo histórico.

En el complejo tejido político de la Unión Europea, la derecha radical ha hallado un espacio propicio para su consolidación, permeando no solo en gobiernos oficialmente liderados por esta corriente (Italia y Hungría), sino también colaborando estrechamente con la derecha mainstream en la formulación y ejecución de políticas públicas. Este fenómeno revela una estrategia calculada y deliberada, caracterizada por la adopción de discursos y medidas que reflejan las ideologías radicales, lo que subraya la complejidad inherente al panorama político europeo.

Esta fusión entre la derecha radical y la derecha mainstream constituye un fenómeno de relevancia significativa en la dinámica política de la Unión Europea. Por un lado, evidencia la capacidad de adaptación y flexibilidad de ambas corrientes políticas para asegurar su relevancia y continuidad en un contexto marcado por la diversidad ideológica y los desafíos socioeconómicos. Por otro lado, suscita interrogantes sobre las implicaciones a largo plazo de esta colaboración estratégica en la estabilidad y cohesión del proyecto europeo.

Asimismo, este acercamiento estratégico entre la derecha radical y la derecha mainstream refleja una dinámica compleja de competencia y cooperación política dentro del espectro ideológico europeo. Si bien ambas corrientes comparten algunos objetivos y preocupaciones comunes, como la gestión de la inmigración y la seguridad nacional, sus diferencias políticas pueden generar tensiones y conflictos potenciales en el futuro político de Europa.




Por su parte, el ascenso de la derecha radical no surge de manera aislada, sino que está intrínsecamente ligado a un contexto político y social marcado por diversas crisis económicas, migratorias y sociales que atraviesan el continente europeo. La profundización de las brechas económicas, la percepción de una respuesta insuficiente por parte de las autoridades frente a las demandas de la ciudadanía y el aumento del miedo y la xenofobia son factores fundamentales que alimentan el avance de esta corriente política.

En este sentido, la desigualdad económica cada vez más pronunciada entre distintos estratos sociales contribuye a la percepción generalizada de injusticia y exclusión, generando un terreno fértil para el surgimiento de discursos políticos radicales. La incapacidad percibida de los gobiernos para abordar de manera efectiva las preocupaciones y necesidades de la población amplifica la sensación de alienación y descontento, alimentando el caldo de cultivo para la adhesión a ideologías radicales.

Por otro lado, la emergencia de crisis migratorias en Europa ha exacerbado las tensiones sociales y políticas, avivando el sentimiento de temor hacia lo desconocido y fomentando la construcción de narrativas basadas en la identificación del migrante como una amenaza para la estabilidad y seguridad de la sociedad. Esta dinámica de exacerbación del miedo y la xenofobia ha sido aprovechada por las derechas radicales para capitalizar el malestar y la incertidumbre de la población, consolidando su base de apoyo y legitimando sus propuestas políticas.

Huelga decir que la ideología propugnada por los partidos de derecha radical se erige sobre principios de exclusión y exaltación del nacionalismo, instrumentalizando el discurso en torno a la crisis migratoria como un recurso retórico para desviar la atención de las raíces estructurales de los desafíos económicos y sociales. Esta narrativa, cimentada en la representación del migrante como un agente foráneo y disruptivo, oculta deliberadamente las complejas interacciones socioeconómicas subyacentes, promoviendo una visión simplificada y polarizada de la realidad.

Por consiguiente, la estrategia discursiva de la derecha radical no solo contribuye a la marginación y estigmatización de los migrantes, sino que también obstaculiza la comprensión profunda de las dinámicas sociales y económicas que subyacen en las crisis contemporáneas. Al establecer al migrante como chivo expiatorio, se desvía la atención de las verdaderas causas de las dificultades, promoviendo una visión maniquea y simplista de los problemas estructurales que enfrenta la sociedad.

En última instancia, esta narrativa de exclusión y nacionalismo exacerbado no solo incide en la polarización del debate público, sino que también alimenta un clima de hostilidad y desconfianza hacia las poblaciones migrantes. La construcción de una realidad dicotómica, donde el migrante es presentado como una amenaza existencial, socava los esfuerzos por construir una sociedad inclusiva y diversa, erosionando los principios fundamentales de solidaridad y coexistencia pacífica.

Finalmente, la responsabilidad recae en los gobiernos y las instituciones europeas para abordar de manera integral las preocupaciones de la población, promoviendo soluciones inclusivas y sostenibles. La negligencia ante estas demandas no solo fortalecerá el avance de la extrema derecha, sino que también minará los cimientos de la democracia en Europa. Es fundamental ejecutar medidas que atiendan las inquietudes ciudadanas y preserven la cohesión social y política del continente, en aras de construir un futuro democrático y próspero para todos los europeos.

 

Fabián Bustamante Olguín 

Doctor en Sociología. Académico del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte, Coquimbo



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Fabián Bustamante Olguín

Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado Magíster en Historia, Universidad de Santiago Académico del Instituto Ciencias Religiosas y Filosofía Universidad Católica del Norte, Sede Coquimbo

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  1. Desgraciadamente es cierto lo que escribe el autor. Ha habido en toda Europa un notable incremento de los movimientos de ultra derecha en distintos países europeos. La semana pasada en las elecciones de Portugal anteriormente en Holanda, afortunadamente no tienen mayoría absoluta, de modo que tienen que buscar «partners» para hacer coaliciones. Holanda está en la crisis, de que la primera mayoría la obuvo la extrema derecah pero no suficiente para gobernar solos y ningín otro partido quiere entrar en coalición con ellos. Aquí en Alemania existe el AFD (Allianz für Deutschland= Alianza para Alemania) que curiosamente su fuerte son los estados de la ex-RDA. Las últimas encuestas si, le están dando bajada a este partido. Ningún otro patido quiere entrar en coalición con ellos, ni en las comunas, ni en los estados ni en la confederación. Por otro lado la izquierda extrema ha caído notablemente en todos los países. En Alemania hay a un partido que se llama «Die Linken» (la izquierda) . en las últimas elecciones obtuvieron el 4,9% de los votantes, lo que les impedía ingresar al parlamento, ya que tan sólo los partidos que obtengan 5% o mas de los votos nacionales pueden hacerlo, pero como en 3 distritos en toda Alemania obtuvieron la primera mayoría, pudieron ingresar con una pequeña fracción. Pero, por peleas internas se dividieron en dos y con eso perdieron su «status» de fracción, es decir sus diputados quedaron como independientes y con eso perdieron sus oficineas en el edificio del parlamento. Antes eran una «bolsa con 4 gatos» ahora son dos bolsas con 2 gatos cada una y eso es en casi todos los países. Antiguamente el PC en Francia tenía un gran potencial, nunca tanto como para gobernar, pero era bastante fuerte, hoy en día está reducido a su mínima expresión, igualmente en Italia.

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