Cuando la nueva elite invita
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No queda duda que al interior de los partidos existen visiones políticas distintas, corrientes, lotes, nepotismo y amiguismo.
La derecha no se complica con esos asuntos. Todos se conocen, sus hijos comparten colegios, visitan las mismas iglesias, llevan las banderas de la clase dominante y se aferran al modelo que les pintó la escuela de Chicago. Cuando aparece alguna diferencia, la mesa se llena de dinero y todo queda entre amigos y cuando muere alguno alguien toma el bastón.
Fue el presidente Gabriel quien manifestó la necesidad de hacer del FA un solo conglomerado cuando Convergencia Social, CS, cumplía su aniversario. Para algunos era lo esperado y necesario, para otros implicaba desperfilar lo poco que en tan poco tiempo se había alcanzado a construir.
Estando ad portas de una convocatoria para que sea ratificada esa voluntad de ampliar un instrumento para mejorar la intervención en la política y el devenir nacional, nacen las eternas dudas. El recorrido del FA en la historia de Chile es breve, muchos vienen de la calle y otros bajaron desde la academia, pero finalmente es la elite. Antes del 2011 hubo otros también con viajes al cementerio.
No están los sencillos ni postergados esos a los que los clásicos le han entregado la tarea histórica de transformar una sociedad injusta por otra que supere la pobreza, miseria y la exclusión, entre tantos otros. No se ha visto a ninguno que esté bajo la linea de la pobreza colocando en la mesa de los debates la forma de superar el sistema neoliberal. No se les preguntó a las organizaciones sociales y derechos humanos las prioridades a no olvidar.
No se hace mención al tema de las fuerzas armadas, sus funciones en los nuevos tiempos geopolíticos, la integración en la sociedad civil para compartir el mismo sistema de previsión social.
La actual foto de Chile es mala.
Cuando un país ha convertido los derechos fundamentales en mercancía, que la salud se puede comprar, que la educación tiene precio, que se ha trabajado toda la vida para merecer un ataúd de tercera clase. Un país donde está extremadamente lejos la igualdad frente a la ley
La elite piensa por ellos, ellos dicen saber. Aquello suena como el que inventa la pobreza luego busca al pobre y le da pan.
Será el partido político más grande de Chile dicen, lo mismo cantó el PDC entre 1964-1970 para gobernar cuarenta años. La dura realidad lo instaló frente a su espejo y Allende se colocó la banda de presidente un noviembre de 1970 sostenido por un frente de carácter popular integrado por diferentes partidos, todos de izquierda, progresistas y con historia. Con esa piedra angular como lo fue un programa de gobierno, que siempre se defendió ni fue monedita de oro.
Está bien definirse como demócrata, esos están en este lado, los contrarios y negacionista al frente. Notable definición es reconocer al socialismo como una propuesta que posibilita que grandes mayorías puedan vivir más iguales y solidarios en el transito inevitable e ineludible, al respeto a los derechos humanos en el más amplio sentido de sus contenidos. El feminismo con la nueva mirada que es la prolongación de las luchas que iniciaron las mujeres del MEMCH allá por la mitad del siglo XX. Defender la naturaleza es tarea revolucionaria, es la batalla contra la depredación del territorio especialmente donde habitan nuestros pueblos originarios. El actual modelo extractivista está condenando a millones de chilenos para continuar con una vida precaria.
Rescatable desde la tinta es la declaración de principios de lo que vestirán los nuevos ropajes para nuevo conglomerado político. Todo está bien, pero falta la crítica necesaria porque el actual modelo debe ser necesariamente superado, las razones económicas, políticas y sociales. Será bueno para Chile vender barato y comprar caro. Le hace bien a los que superan los 65 años estén obligados a vivir encadenados a un modelo de ahorro individual que genera incontables ganancias en desmedro de los que trabajan en el país todos los días.
No hay propuesta económica alternativa para la actual. No está resuelto el conflicto capital y trabajo que se debe superar, aquello inevitablemente implicará algunos costos significativos y así se debe dejar establecido.
Finalmente, la derecha en su función de opositores haciendo su trabajo, jugando a ser los buenos y en el actual gobierno errores e investigaciones judiciales que son un regalo a los que acechan como perros la caída de algún hueso que les de alguna cosita. Nadie un paso al costado.
Pablo Varas.