Economía y Mercados en Marcha

Las cerezas son las que valen

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Los chilenos nos hemos acostumbrado a pensar que somos una potencia frutícola y que nuestras frutas – o al menos muchas de ellas- se pasean victoriosas por todos los mercados del mundo. Y como lo que sucede en el campo chileno no se discute ni se analiza mucho en los debates políticos nacionales –casi como si el campo y la actividad agrícola no existieran – se sigue repitiendo esa imagen, sin confrontarla con las estadísticas disponibles.

El Banco Central, en su publicación periódica sobre las exportaciones chilenas, se detiene en mostrar la trayectoria de siete productos frutícolas, que se supone son los que tienen más importancia en la cartera de exportaciones frutícolas del país. Esos rubros son las uvas, manzanas, peras, arándanos, ciruelas, cerezas y paltas. El kiwi, en el que se cifraron tantas esperanzas en años anteriores, no figura hoy en día en este listado de las principales exportaciones frutícolas.

En el año 2023, el total de las exportaciones chilenas de frutas ascendió a 6.197 millones de dólares. Un incremento de 369 millones de dólares con respecto al año anterior, lo cual es indudablemente muy positivo para el país. Pero, ¿de dónde proviene ese incremento de las exportaciones frutícolas? ¿Proviene de un incremento generalizado de las diferentes frutas que exporta Chile? ¿Proviene de solo algunas de ellas? ¿Hay algunos rubros frutícolas que lejos de aumentar han disminuido en lo que respecta sus exportaciones? Examinemos lo que dicen las estadísticas al respecto.

Las cerezas no solo aumentaron en el año 2023 en 239 millones de dólares con respecto al 2022, lo cual muestra un porcentaje elevado del total del aumento que tuvo lugar de un año al otro. También las cerezas, que en 2023 se exportaron por un monto de 2.357 millones de dólares, son más del 35 % del total de las exportaciones frutícolas de dicho año. Pero hace diez años atrás, en 2013, las cerezas no eran el rubro líder de las exportaciones frutícolas chilenas. Solo se exportaban 392 millones de dólares, cantidad que era superada por las uvas, con 1.569 millones de dólares, por las manzanas – con 820 millones de dólares – y por los arándanos, con 440 millones de dólares. Las cerezas han tenido, por lo tanto, un incremento explosivo en el transcurso de los últimos diez años, al pasar de 392 millones de dólares en el 2013, a 2.337 millones de dólares en el 2023. Un incremento de más de 2 mil millones de dólares implica que las cerezas pasaron de significar el 8.4 % de las exportaciones frutícolas totales, a un 37.7 % de ese total.

¿Y qué pasó con los otros rubros frutícolas? Las manzanas disminuyeron desde el nivel de 820 millones de dólares en el 2013, a 446 millones de dólares 10 años después. Además, las manzanas disminuyeron también su nivel de exportaciones con respecto al año inmediatamente anterior, es decir el 2022, en el cual se exportaron 533 millones de dólares. Podríamos decir, por lo tanto, que estamos en presencia de una tendencia sostenidamente descendente en lo que respecta al acceso al mercado internacional de las manzanas.

Algo parecido sucedió con las uvas que pasaron de un nivel de exportaciones de 1.569 millones de dólares en el 2013, a 902 millones de dólares en el 2023. También las peras disminuyeron de 165 millones de dólares en el 2013 a 118 millones de dólares en el 2023. Las ciruelas y las paltas aumentaron sus ventas internacionales a lo largo de la década, pasando las primeras de 147 millones de dólares a 289 millones de dólares, mientras que las paltas lo hicieron desde 165 millones de dólares a 246 millones de dólares. Se trata, en todo caso, de aumentos que no pueden compararse con la subida sustantiva de las exportaciones de cerezas, ni pueden explicar los incrementos en las exportaciones de frutas que se presentaron a lo largo de la década.

Pero si las cerezas son el rubro frutícola fundamental en las exportaciones chilenas, China es el comprador principal de nuestras cerezas. Casi el 90 % de nuestras exportaciones de dicho producto se dirigen a ese mercado. Por lo tanto, el boom frutícola chileno depende en altísima medida de un solo producto y de un solo mercado. Si China decidiera comer menos cerezas, –  producto que obviamente no es necesario para su crecimiento industrial – o si surgieran en el mundo otros productores que compitan con las cerezas chilenas, la situación de Chile como país frutícola se complicaría bastante. Se trata, indudablemente de una situación potencial de alto riesgo, que obliga, para prevenir, a diversificar mercados y productos, lo cual es fácil de decir, pero es difícil de hacer, y menos aun cuando el problema se presente en toda su intensidad.

 

Por Sergio Arancibia

 

 

 

 

 

 

 

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Sergio Arancibia

Economista

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