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Partido Popular en Galicia, sin novedad en el frente

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Como es natural, decía Manuel Fraga Iribarne, fundador de Alianza Popular y el Partido Popular, ministro de la dictadura franquista, diputado, senador y presidente de la Comunidad Autónoma de Galicia entre 1990 a 2005, los gallegos votan orden y progreso, es decir, a la derecha. Dicha afirmación tiene su interregno en dos periodos en los cuales gobernó el PSOE. El primero, en 1987, producto de una moción de censura y un tripartito, que concluyó con el nombramiento del socialista Fernando González Laxe como presidente de la Xunta. El segundo se produjo tras las elecciones de 2005. Fraga Iribarne no pudo revalidar su mandato, con 37 diputados, se quedó a uno de la mayoría absoluta. Su caída estuvo precedida por la catástrofe del Prestige y el vertido de petróleo en la Costa da morte en 2002. De esa manera, una coalición formada por el Bloque Nacionalista Galego, 13 diputados, y el PSOE, 25 diputados, llevó al socialista Emilio Pérez Touriño a la presidencia. Hoy, el triunfo del Alfonso Rueda (PP) en las elecciones celebradas el pasado domingo se podría entender como una cuestión de inercia política. Entonces, ¿dónde radica lo novedoso del resultado? Si algo cambia es el campo de los derrotados. El Bloque Nacionalista Galego desplaza al PSOE del lugar hegemónico que ocupara desde 1979 como segunda fuerza política. Podríamos señalar la entrada de Democracia Orensana con un diputado como el aspecto anecdótico de las elecciones.

Más allá de las encuestas, las estrategias de los partidos de izquierda, Bloque Nacionalista Galego incluido, hicieron correr el rumor de estar al borde de un triunfo, razón suficiente para hacer tambalear la hegemonía del Partido Popular en su feudo histórico. Dicha posibilidad se vería acrecentada por los pellets de plástico, con alto valor tóxico para la fauna y flora marítima, vertidos por el mercante Toconao, lo cual generó un malestar en la población comparable con lo acontecido en 2002 y el chapapote. Adscribirse a tal relato se ha mostrado erróneo y contraproducente. El Partido Popular sale fortalecido de estas elecciones. Núñez Feijóo, sin ser candidato, logró una victoria y cobra un protagonismo nunca visto en unas elecciones autonómicas, presentando a su candidato ganador, Alfonso Rueda, como la antesala de la futura derrota del gobierno de Pedro Sánchez. Asimismo, Feijóo se apuntala como líder nacional, neutralizando la campaña del PSOE, Sumar y Podemos, que lo presenta como un político fracasado. En concreto, el equipo del Partido Popular impuso el ritmo del debate, incluso al destapar sus conversaciones con Junts per Catalunya, introduciendo en la agenda electoral la ley de amnistía. Así aumentó la presión sobre el PSOE. Sin olvidar la negativa de Alfonso Rueda para asistir al debate de Televisión Española, dejando a la izquierda y el PSOE sin un interlocutor a quien interpelar.

Más allá de la aritmética política y los datos que muestran un panorama desolador en la izquierda; Podemos, Sumar y el Bloque Nacionalista Galego cayeron en la trampa. Así lo demuestran las explicaciones del PSOE, entonando un acostumbrado mea culpa. Pero en el PSOE hay quienes están de enhorabuena. Son los disidentes y la vieja guardia que buscan a toda costa deshacerse de Pedro Sánchez y su equipo. En este campo militan Emiliano García Page, presidente de Castilla la Mancha, Guillermo Fernández Vara, ex presidente de Extremadura, Joaquín Leguina, Alfonso Guerra, Juan Carlos Rodríguez Ibarra o Felipe González.

En el campo de los derrotados, se adjetive partido Comunista, Izquierda Unida o En Marea, coalición formada en 2015 y disuelta en 2020, la izquierda estatal ha tenido una presencia marginal en el parlamento gallego. Sin negar su participación militante en los movimientos sociales, en los sindicatos, la universidad, el movimiento feminista y los diversos colectivos, su representación institucional tuvo su máxima en 2015 con seis diputados, cuando se presentó bajo las siglas de En Marea. Hoy está fuera del parlamento. El hecho de que en esta ocasión Sumar y Podemos fueran por separado ha traído un malestar agregado. La prensa de derecha y la progresista no pierden ocasión para la mofa, destacando que Podemos ha obtenido menos votos que el partido animalista Pacma y la par que VOX tiene más votos que Sumar. El titular del periódico digital Público es llamativo: La izquierda estatal se hunde en Galicia: Sumar queda por detrás de Vox y Podemos obtiene menos votos que Pacma. La explicación de ambas organizaciones raya el esperpento. Sumar argumenta que su mal resultado es producto del escaso tiempo que han tenido para visualizar su proyecto en el electorado. Y Podemos alega que han sido atacados, ninguneados por los medios de comunicación y asediados con una campaña cobarde por parte de Yolanda Díaz. En definitiva, son víctimas. Sumar del tiempo y Podemos de las campañas en su contra. En conclusión, lo que sí se puede destacar es el cambio en la izquierda nacionalista gallega en cuyo programa cobra un peso cada vez más relevante los problemas de vivienda, salud, educación, pesca, medioambiente, juventud o tercera edad. En otras palabras, sin renunciar a sus postulados nacionalistas conectan con una sociedad cambiante que en el mediano plazo puede disputar el poder al PP. Mientras tanto, sin novedad en el frente.

Marcos Roitman Rosenmann

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Marcos Roitman Rosenmann

Profesor titular de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y profesor e investigador invitado en la Universidad Nacional Autónoma de México así como docente en diferentes centros de América Latina. Columnista del periódico La Jornada de México y Clarín digital de Chile

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