En un país como Chile, marcado por su historia política y las heridas aún abiertas de su pasado reciente, las declaraciones de figuras prominentes despiertan reacciones que van desde la indignación hasta la condena más enérgica. Recientemente, Marcela Cubillos, exministra del fallecido expresidente Sebastián Piñera y conocida pinochetista, lanzó críticas sobre el discurso del actual presidente, Gabriel Boric. Sin embargo, las respuestas no se hicieron esperar.
Desde diversos sectores de la sociedad chilena, las palabras de Cubillos han sido recibidas con una mezcla de incredulidad y rechazo. Luis Mesina, destacado dirigente sindical y vocero de Coordinadora No + AFP, fue contundente al señalar la falta de autoridad moral de Cubillos y sus colegas para criticar. Recordó el oscuro pasado de aquellos vinculados al régimen militar, señalando su participación en actos que atentaron contra la democracia y los derechos humanos.
La diputada y exministra de Salud durante el mandato de Michelle Bachelet, Helia Molina, no se quedó atrás al responder a las críticas de Cubillos. Le recordó su desempeño como ministra de Educación, catalogándola como la peor en la historia de Chile. Molina cuestionó los logros de Cubillos y le recordó su falta de autoridad moral para hablar sobre el tema, considerando su propio legado político y su participación en gobiernos anteriores.
Incluso desde el ámbito legislativo, las críticas a Cubillos no cesaron. El diputado PS Daniel Manouchehri la acusó de representar la odiosidad, la mentira y la mala leche. Señaló que figuras como ella contribuyeron al estallido social que sacudió a Chile, y la confrontó con hechos concretos sobre su gestión política, como la entrega de pensiones de gracia durante su periodo en el gobierno.
Estas respuestas reflejan una sociedad chilena que no está dispuesta a pasar por alto el pasado oscuro de algunos de sus actores políticos. La hipocresía de quienes critican desde una supuesta moralidad democrática se desvanece ante la memoria histórica y la realidad de un pueblo que ha sufrido las consecuencias de decisiones políticas cuestionables.
Las palabras de Marcela Cubillos han desencadenado un debate necesario sobre la legitimidad moral de aquellos que ocupan posiciones de poder y influencia en la política chilena. Mientras tanto, la sociedad sigue atenta, recordando que la historia no se borra y que las acciones del pasado siguen resonando en el presente.
Serafín Rodríguez says:
¿La hipocrecía de quiénes? En los hechos, es bastante transversal y parte del juego con el cual se entretienen los miembros la clase política y los medios de comunicación a su servicios de uno y otro bando que se disputan el poder político a fin de distraer la atención de los problemas de fondo denunciados masivamente en octubre del 2019 y que a partir de la farándula seudo constitucional que iniciaron el 15/N, han sido prácticamente eliminados como temas de preocupación política.
Así es básicamente cómo quienes alzaron su voz para reclamar mejoras en salud, vivienda, educación, transporte, salarios, pensiones y trato justo y digno, incluidos los pueblos originarios, han sido silenciados.
No darse cuenta de esto y caer en el jueguito de las cachetadas de payaso equivale a convertirse en parte del circo político y ser funcional al mismo en contra de los mejores intereses de la gran mayoría de la población del país.
Serafín Rodríguez says:
Errata de dedos disléxicos: *hipocrecía