Sobre la OMC y otras hierbas
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 14 segundos
Entre el 26 y el 29 de febrero se llevará cabo en la ciudad de Abu Dabi la 13 Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio, OMC. Este organismo nació en la última década del siglo pasado y generó inicialmente muchas y muy buenas expectativas Se pensaba que por fin habrían reglas en el campo del comercio internacional, que aun cuando no fueran una maravilla, eran normas diseñadas, aceptadas y sostenidas por toda la comunidad de naciones. Era la culminación del multilateralismo, de la democracia en la toma de decisiones y también de la apertura comercial consensuada y ordenada del comercio internacional. Reglas únicas tomadas por consenso y aplicadas por igual para países chicos o grandes, poderosos o débiles. Además, un sistema de resolución de controversias, con efectos vinculantes y obligatorios, aseguraba que las normas efectivamente tenían que ser respetadas por todos los países miembros.
Sin embargo, la realidad del siglo XXI echó por tierra rápidamente las expectativas que se habían creado en relación a la OMC. La tupida red de convenios o tratados comerciales que se han firmado en forma bilateral, por una multiplicidad de países, han generado, de hecho, un derecho internacional en materia comercial diferente a la normativa internacional original de la OMC y sin importar para nada la opinión del resto de la comunidad internacional.
Hoy en día se ha llegado a una situación en la cual la legislación internacional en materia comercial se construye día a día por la vía de los acuerdos bilaterales o regionales, sin que la acción multilateral de la OMC pueda incidir en aquello. Además, tanto la nueva legislación librecambista, como la normativa previa de la OMC, se han visto superadas por un retorno, disimulado o abierto, a las prácticas proteccionistas, a la subida de aranceles, a las prohibiciones para importar o para exportar, y por el imperio de decisiones basadas en razones políticas, geoestratégicas o de seguridad nacional. La OMC no parece estar en condiciones de imponer un retorno al multilateralismo, ni de tomar decisiones que impliquen un desarrollo del comercio internacional más consensuado, sustentable, justo y equitativo.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, en todo caso, convoco a una reunión de todos los países latinoamericanos miembros de la OMC, que se realizará en el transcurso de la presente semana, en la cual se procederá a revisar el funcionamiento de sistema multilateral de comercio, y llevar posturas lo más unitarias posible a la reunión de la OMC del mes siguiente. Ese intento de aunar posiciones con los países de la región, es una iniciativa indudablemente positiva, por cuanto en el campo internacional ha costado mucho esfuerzo que América Latina se presente con una cara única frente al resto de los socios comerciales del mundo. Pero no es posible ser muy optimistas sobre el resultado de esa reunión, pues la mayoría de los países de la región tienen o aspiran tener la mayor cantidad posible de tratados comerciales con los polos más importantes del mundo contemporáneo, basados en el libre comercio recíproco, lo cual conduce a fortalecer el extractivismo, la exportación de materias primas y bienes primarios y a no poder avanzar en el campo de agregar valor a los bienes producidos en su territorio, ni de avanzar en el campo de la soberanía alimentaria. Sería de alta importancia nacional e internacional que Chile plantee en la reunión de la OMC, solo o acompañado por el resto de los países de América Latina, la necesidad de fortalecer el multilateralismo, la industrialización de los países en desarrollo, la soberanía alimentaria y el avanzar hacia un comercio internacional más justo, sostenible y equitativo.
La industrialización de nuestros países no es una utopía, sino que es plenamente posible avanzar en agregación de valor a los bienes primarios que se producen y se exportan, pero ello requiere, internamente, de políticas económicas concretas encaminadas en ese sentido, y de apoyos comerciales, políticos y diplomáticos en la comunidad de naciones.
Por Sergio Arancibia