Por la libertad inmediata y sin condiciones de las y los presos políticos mapuche
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La lucha del pueblo Mapuche lleva cientos de años. Se remonta a la resistencia generada a la colonización, con particular énfasis a la española, y posteriormente a los diferentes momentos de la mal llamada “pacificación de la Araucanía” por parte de la historia burguesa. Al igual que la lucha de clases, la resistencia Mapuche a la dominación se ha enfrentado a diferentes períodos y ciclos. El ciclo más reciente se encuentra de la mano de la primera quema de camiones en Lumaco en diciembre del 1997, acción reivindicada por la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco – Malleco, CAM, acto seguido al fracaso del Acuerdo de Nueva Imperial de 1989 el cual no logra materializarse en la posterior y fracasada “transición democrática”. Durante todos esos períodos, la lucha no ha estado exenta de persecución, asesinatos, torturas y prisión política. En la actualidad existen más de 60 presos y presas políticas Mapuche, muchos de ellos hoy en huelga de hambre hace ya varios meses.
Desde mediados de los 90 en adelante, la lucha de este heroico pueblo, con avances y retrocesos, diversas posiciones en su interior, así como agrupamientos y formas de lucha, ha instalado permanentemente la demanda por la recuperación de la tierra y la autonomía respecto del poder del estado burgués de Chile, lo ha hecho reivindicando su cultura y métodos de lucha, como lo son las recuperaciones de tierra, acciones de sabotaje, desarrollo de pensamiento y cosmovisión, entre otros.
Asimismo, y tal como pasa en el movimiento popular en general, se vislumbra con mayor claridad en los primeros años del 2000, que al interior del movimiento Mapuche se fueron desarrollando dos líneas tácticas. Por un lado, la que respeta la institucionalidad del estado y busca lograr espacios progresivos de reconocimiento, valorando las elecciones municipales y los procesos constitucionales. Por otro lado, una línea autonomista, de resistencia Mapuche, que valida la acción directa como medio de lucha desde una perspectiva anticapitalista y antiimperialista. Esta última línea ha sido protagónica en los últimos años de la mano de diferentes agrupaciones, destacamentos y organizaciones.
La respuesta del estado chileno, servil al empresariado, en particular a los intereses de la industria forestal, las mineras, el latifundio y el imperialismo, ha sido la represión y criminalización, por un lado, y la generación de mecanismos orientados a la cooptación e institucionalización de las luchas. La primera ha sido transversal, no solo a quienes toman la decisión de combatir de frente a los dominadores y explotadores, sino también directa en las comunidades, hacia niños, niñas, ancianos y ancianas, sin escatimar en disparar a quema ropa, realizar montajes, utilizar testigos encubiertos, militarizar el territorio, desproveer de servicios básicos, promover discursos racistas y reaccionarios. La prisión política sigue siendo una herramienta utilizada por la clase en el poder, en donde se persigue y encierra a todos y todas quienes levanten la justa lucha por sus derechos que contradicen los intereses de la burguesía. Instalar discursos racistas, así como dotar de una connotación delictual y/o terrorista a quienes luchan, son parte de las estrategias de criminalización de la lucha de los pueblos contra la opresión y explotación.
Como Organización Comunista Revolucionaria, OCR solidarizamos con la legítima e inclaudicable lucha del pueblo Mapuche que, en la búsqueda de su liberación ha desarrollado un sinfín de expresiones de rebeldía y combate. Saludamos a las diferentes organizaciones que no se han dejado manipular por la política de domesticación institucional y, por el contrario, han tomado el camino del combate desde una concepción anticapitalista, resistiendo la embestida incluso con capacidades militares menores a las del estado opresor. Saludamos también al pueblo Mapuche, a sus comunidades que pese a la opresión que viven a diario, resisten manteniendo su forma de vida y defienden la reivindicación por la tierra. Su valentía, coraje y justeza de la lucha son un ejemplo para las y los pueblos oprimidos del mundo. Nos hermanamos con este pueblo y esas organizaciones, solidarizamos con ellos y denunciamos abiertamente la criminalización, persecución y represión que actualmente viven las comunidades y sus destacamentos de avanzada.
Por último, no podemos dejar de recalcar el rol que ha ocupado el actual gobierno demoliberal de Boric, Toha, Monsalve, el Frente Amplio y el Socialismo Democrático, incluido el falso partido comunista, que se ha subordinado a los intereses del capital monopólico sin escatimar en continuar y profundizar medidas represivas. Ningún gobierno del estado burgués responderá a las justas demandas del pueblo. Es la fuerza popular organizada y en pie de lucha el único camino.
La actual coyuntura de ofensiva de las y los dueños del poder y la riqueza nos llama con total urgencia a la solidaridad, a exigir la libertad inmediata y sin condiciones de las y los presos políticos del pueblo chileno y Mapuche, también a la necesaria articulación entre las organizaciones del campo popular y de la resistencia en el Wallmapu. Es imperioso generar puentes que permitan avanzar en conjunto en la lucha común que tiene el proletariado chileno por su emancipación, así como el pueblo Mapuche por su liberación nacional: el capitalismo, el imperialismo y sus lacayos.
Organización Comunista Revolucionaria