AFP y el regreso de la guerra fría
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La necesidad de un nuevo sistema de pensiones es una batalla en medio de la guerra fría.
La derecha, la misma que sigue sosteniendo que el actual perverso sistema de ahorro individual controlado por la AFP, lo llevó y lo instalarlo en los altares más altos del neoliberalismo.
Los dueños de aquellos abrevaderos llegan sin tapujos a ventilar sus inquietudes en reuniones privadas en alguna casita del barrio alto. Nada más tranquilizador conocer de primera mano cuál es el sentido de la propuesta del gobierno para saber cómo deberán defenderse para sobrevivir, y poder seguir sosteniendo el enclave heredado de la dictadura que se prolonga ya por más de cuarenta años.
Lo injusto del modelo queda expresado en la miseria con la que deben batallar para envejecer millones de hombres y mujeres que por casi toda su vida trabajaron por más de ocho horas diarias. Los hospitales, escuelas y liceos, caminos y veredas, puentes y puertos tienen marcadas las manos de la clase trabajadora. Los cordeles guardan en su memoria el lavado de la ropa ajena que se juntaba para comprar el pan de todos los días, ese trabajo de las mujeres que además debían criar a sus hijos.
Del lado egoísta/miserable los defensores de robo institucional, esa condena de hacer que millones transiten con las manos en alto de forma permanente, mientras ufanos aplauden los millones que a raudales entran en sus bolsillos.
En el otro lado de la calle la izquierda y el progresismo que intenta apurar mecanismos para que los últimos tiempos de nuestros viejos no sean lastimeros ni mendicantes. Sencillamente hombres y mujeres ya de pasos lentos pero distanciados de la miseria que los maltrató por años.
Sin ser vidente la derecha y su tozuda negativa a cambiar el sistema de ahorro individual está centrada en lo más profundo de su modelo ideológico. La negación de derechos es lo que inevitablemente hace que se prolongue en el tiempo la precariedad en la que se debaten chilenos que están bajo la linea de pobreza, y los que han logrado escalar algunos peldaños.
La AFP gozan de buena salud porque viven de mantener a millones en condiciones de esclavos, clientes cautivos que al llegar a su tiempo sus manos están vacías, y los grupos económicos con sus lanceros/ lacayos/yanaconas en el congreso rompiendo lanzas para que nada cambie. Allí se pagan los dineros que salen de la caja negra para los tiempos de campañas políticas. Favor con favor se paga.
En las historias de la familia chilena encontramos siempre a la mujer no sólo preocupada de los asuntos de la casa. La encontramos cuidando a un hijo con problemas, a la suegra postrada en cama por años lo que se constata en grandes lagunas previsionales por describirlo de alguna manera.
Un dato no menor entregado por NO+AFP afirma que en los últimos quince años se han jubilado 670.000 mujeres, la mitad de ellas, es decir 335.000, sólo han llegado a recibir una pensión de $ 35.000. Deberán esperar llegar a los 65 años para recién poder acceder el pilar solidario. El actual modelo defendido por la derecha en su conjunto es sin duda alguna un reflejo de la desigualdad que interviene e todo el largo de la vida, pero especialmente a la mujeres, que son más de la mitad de toda la población en Chile.
Que se jodan dirá la UDI/RN/EVOPOLI y otros.
El sistema de ahorro individual ha contribuido para la engorda de los grupos controladores de miles de billones que por años se han acumulado silenciosos en paraísos fiscales, o prestamos entre bancos y aseguradoras
No es posible llegar a una caja de alguna AFP y pedir un retiro de su dinero, cuando la consigna perversa dice que ese dinero es de los ahorrantes. No son las AFP la que construyen con sus dineros los hospitales, las calles y escuela, los edificios y puentes. Eso se financia con los impuestos de los que compran su pan, el kilo de azúcar, medio saco de papas.
La batalla por las pensiones dignas es equivalente a esas largas huelgas por derechos fundamentales en los años cincuenta, sesenta y setenta. Es el prologado conflicto entre la clase dominante y los explotados en los tiempos actuales con forma de tarjeta bancaria, y créditos de consumo.
La propuesta de Chile Vamos y republicanos de enviar todo el 6% a la capitalización individual sin desmontar a las AFP, aquello es sencillamente la prolongación de la precariedad en la vida de millones de hombres y mujeres.
En esta batalla marcada por conflicto de clase, el duopolio y sus agentes se están jugando la continuidad del robo permanente. Muchos políticos que perdieron en alguna campaña fueron a parar en los directorios de la AFP, Ximena Rincón por ejemplo que pasó del congreso a ejecutiva de PROVIDA sin ir a la escuela.
Mientras se debate en el congreso en los cuarteles y regimientos la calma no es alterada. Ellos con sus propios sistemas de pensiones, con sus cajas de ahorro, con sus hospitales militares muestran al Chile que no es igual frente a la ley ni a nada.
Un nuevo sistema de pensiones no es sencillamente imponer nuevos y más números y hacer que el cuadrado entre en el triángulo. Se trata de corregir una inequidad constante, un apaleo eterno, la inseguridad en los tiempos que les quedan a los jubilados.
Esta sentida demanda no se resuelve con el Manual de Carreño, sencillamente debe tomar el justo rumbo que la ciudadanía espera. Los diputados y senadores no son dioses ni iluminados. Quien debe realmente apurar es la calle, y los que dignos y valientes pinten las plazas para hacer avanzar las ruedas de la historia.
Se recuerda que el día 11 de abril la CUT llamará a una huelga general y sin duda debe ser una buena fecha para volver a ordenar los desordenados papeles que intentan hacer dormir en las oficinas de palacio.
Pablo Varas.
Felipe Portales says:
Pero no debemos olvidar que sin la extrema derechización de la Concertación (reconocida por Boeninger, Foxley, Tironi, Correa, Brunner, Eyzaguirre, etc.) las AFP hace mucho que podrían haber sido sustituidas por un sistema de reparto. Recordemos que la elite de la Concertación regaló solapadamente en 1989 la mayoría parlamentaria que tenía segura bajo los términos originales de la Constitución del 80. Y después, cuando con Lagos y Bachelet obtuvo finalmente mayoría parlamentaria, simplemente no quiso terminar con las AFP. Por el contrario, las legitimó, consolidó y fortaleció.