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Bernardo Arévalo asume la presidencia de Guatemala entre tensiones, protestas y desafíos

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La jornada de investidura de Bernardo Arévalo como presidente de Guatemala estuvo marcada por intensas tensiones y enfrentamientos entre manifestantes y la policía. Desde temprano, protestas en el Congreso retrasaron la sesión legislativa, generando un clima de tensión que perduró durante todo el día.

Arévalo, quien expresó su entusiasmo por llegar al final de un proceso largo y tortuoso, enfrentó desde antes de asumir la presidencia diversos obstáculos. Los desacuerdos en el Congreso, especialmente en la designación de la comisión para revisar las credenciales de los nuevos diputados, desencadenaron altercados y la suspensión temporal de la sesión.

La investidura, que debería haber sido un momento de celebración, se vio empañada por la disputa política. Román Castellanos, diputado del Movimiento Semilla reelecto, expresó su preocupación por la demora en la calificación de credenciales y la posible intención de retrasar la toma de posesión de Arévalo.

A pesar de los desafíos, miles de manifestantes se congregaron para respaldar a Arévalo, destacando la determinación de la sociedad guatemalteca en decir «no» a las élites político-criminales. Sin embargo, las tensiones persistieron, y el camino hacia el poder del nuevo presidente estuvo marcado por investigaciones judiciales, órdenes de aprehensión y la amenaza de anulación de las elecciones.




La resistencia a la investidura continuó hasta los últimos días, con intentos de declarar independientes a legisladores opositores en un esfuerzo por obstaculizar la transición. A pesar de las dificultades, más de 60 misiones internacionales llegaron para celebrar la inauguración del nuevo gobierno.

Sin embargo, los retos para Arévalo no se limitan a la investidura. El Congreso saliente aprobó un presupuesto que recortó asignaciones a sectores clave y fortaleció a la fiscalía y el organismo judicial, entidades que han liderado la oposición a la llegada de Arévalo. Además, persisten los intentos de acciones fiscales y la resistencia de sectores oficialistas.

En sus primeras acciones como presidente, Arévalo planea pedir la renuncia de la fiscal general, Consuelo Porras, quien ha encabezado la arremetida judicial en su contra. La población, cansada de la corrupción, espera un gobierno de cambio y la inclusión de las comunidades indígenas, fundamentales en el respaldo a Arévalo.

El nuevo presidente ha formado un gabinete equitativo, con siete hombres y siete mujeres, incluyendo a una mujer indígena. A pesar de las expectativas y el respaldo internacional, Arévalo enfrenta el desafío de navegar entre un sistema cooptado y las altas expectativas de un pueblo que anhela un cambio inmediato.

Expertos y observadores internacionales señalan que el gobierno de Arévalo deberá superar obstáculos significativos, desde las amenazas de sectores golpistas hasta la lentitud inherente a las democracias. La población, sin embargo, espera una primavera de cambios, recordando los gobiernos de la revolución que lideraron proyectos inclusivos en el pasado.

A pesar de los desafíos, la investidura de Bernardo Arévalo representa la esperanza de un nuevo capítulo para Guatemala, donde la lucha contra la corrupción y la defensa de la democracia serán pilares fundamentales de su gobierno.



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