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Va a ser muy difícil que el tribunal de la ONU no reconozca los hechos y exija a Israel detener la masacre inmediatamente.

 

“La ley internacional no es ni verdaderamente internacional, ni genuinamente ley”, sino ideología: una fuerza ideológica al servicio del hegemonismo y sus aliados y un formidable instrumento de poder, dice Perry Anderson. Perry Anderson, The Standard of Civilization, NLR 143, September–October 2023 (newleftreview.org) Fundamentalmente la “justicia internacional” es un espectáculo.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ninguna guerra de Estados Unidos ha merecido la atención de la Corte Internacional de Justicia, principal órgano judicial de la ONU. Las invasiones y ocupaciones propias o de los amigos, han sido bendecidas o silenciadas, mientras que las de los adversarios fueron condenadas cuando no objeto de intervención bélica. Todo eso ya lo sabíamos.

También sabemos, desde los romanos, que es mejor un mundo con ciertas reglas, aunque sean fraudulentas o no se cumplan, o solo deban observarlas unos pero no otros, que la completa carencia de ellas. Al fin y al cabo, siendo el derecho el dictado de los poderosos, es mejor que su ausencia. A veces hay resquicios en el muro de los poderosos por donde se cuelan ciertas oportunidades de justicia.

La denuncia de Sudáfrica a Israel por genocidio en Gaza es más que una de esas oportunidades. Formalmente impecable (https://icj-cij.org/sites/default/files/case-related/192/192-20231228-app-01-00-en.pdf ) , es un desafío abierto a Estados Unidos, la potencia que tutela y bendice la masacre de palestinos desde hace décadas. El equipo sudafricano, dirigido por John Dugard, que fue defensor de Nelson Mandela y de Desmond Tutu y relator de la ONU sobre Derechos Humanos en los territorios palestinos ocupados, pone en evidencia a los regímenes árabes, que han sido incapaces de dar un paso semejante.

Las pruebas de la denuncia sudafricana no son palestinas, sino de fuentes de la propia ONU, la institución para la que trabaja la Corte Internacional de Justicia. Esta masacre no solo ha sido retransmitida en directo a todo el mundo, sino que su intención genocida viene corroborada por multitud de declaraciones de autoridades israelíes.Fighting Amalek in Gaza: What Israelis Say and Western Media Ignore (substack.com)

Va a ser muy difícil que el tribunal no reconozca los hechos y exija ciertas medidas cautelares preliminares de obligado e inmediato cumplimiento.

En tal caso, ¿cómo quedarán todos esos países, entre ellos el nuestro, que suministran armas y apoyo político a Israel? ¿Qué pasará con los perritos falderos europeos cómplices del bloqueo de Gaza, especialmente Alemania, Francia y Holanda, que han glosado el “derecho de Israel a defenderse”? “¿Se colocará Alemania por segunda vez en el lado equivocado de la historia”?, se preguntaba el miércoles la ministra belga de ayuda al desarrollo, Caroline Gennez.

El jueves ni el principal telediario alemán, ni el francés, por no hablar de los americanos, mencionaron la primera sesión de la vista en La Haya. El informativo de France 24 mencionó las “motivaciones de política interna” que explicarían la denuncia sudafricana. ¿Qué dirán los medios de comunicación si la acción del Tribunal de La Haya es medianamente decente, por ejemplo; si acepta la exigencia de que Israel “suspenda inmediatamente sus operaciones militares en y contra Gaza”, que cese y desista de matar y causar graves daños físicos o mentales a los palestinos, de infligirles condiciones de vida destinadas a destruirlos total o parcialmente, y de imponer medidas para impedir los nacimientos palestinos, tal como piden los sudafricanos?

Pero, ¿y si ocurre lo contrario, si el tribunal actúa de acuerdo con la función para la que fue diseñado y se niega a tomar medidas cautelares, lo que equivale a una luz verde al “seguir masacrando”? Lo que presenciaremos en ese caso será un capítulo más del “infame epílogo de Occidente” El infame epílogo de Occidente – globalter , un peldaño más en la debacle del prestigio occidental y sus instituciones en el mundo, cuyos síntomas estamos presenciando en una serie vertiginosa de acontecimientos.

 

Por Rafael Poch de Feliú

(Publicado en Ctxt)

Corresponsal internacional durante 35 años, la mayor parte de ellos en URSS/Rusia (1988-2002) y China (2002-2008) para La Vanguardia. También fue corresponsal en Berlín, antes y después de la caída del Muro, y en París. En los años setenta y ochenta, estudió historia contemporánea en Barcelona y Berlín Oeste, fue corresponsal en España de Die Tageszeitung, redactor de la agencia alemana de prensa DPA en Hamburgo y corresponsal itinerante en Europa del Este (1983 – 1987).

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