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¡Soy judío, ¿y qué?! Los dilemas de ser judío y de izquierda en Chile

Tiempo de lectura aprox: 6 minutos, 31 segundos

Después de cuarenta días y cuarenta noches en la nave, hacinados entre una extensa familia y animales de todas las especies, las aguas empezaron a bajar, y Noe observó en el cielo un extraordinario arco luminoso de siete colores. Noe y sus descendientes fueron los sobrevivientes de un diluvio catastrófico producido por Dios, con el fin de destruir su propia obra, al observar la corrupción y falta de humanidad dominante. “Cuando el arcoíris está en las nubes, lo veré y recordaré de mi pacto entre mí y ustedes y todos los seres vivos de la tierra,” pronunció Dios, así registrado en el capítulo 9 del libro de Genesis.

 

El Dios de los judíos entra al mundo al finalizar el Diluvio, señala el rabino y teólogo Jonathan Sacks, al hacer un pacto– ‘brit’ en el texto hebreo- de paz con todos los pueblos de la tierra[i]. Dios promete nunca volver a destruir a los seres vivientes, mientras los pueblos, como contraparte, se prometen a guardar un código ético. Desde allí en adelante, cualquier cataclismo que se produzca sobre el planeta tierra, no será por mano de Dios.

 

Según los términos del pacto, la religión judía es única, pero el Dios de Israel es la Fuente Divina de toda la humanidad.  Es lo que Sacks llama la ‘universalización de una particularidad’, que reconoce la particularidad de las enseñanzas judías al mismo tiempo que reconoce y respeta las diferencias de otros pueblos. En parte por eso, promocionar el proselitismo es algo ajeno al judaísmo.

 

Esta lectura se contrapone a la interpretación del Alcalde de Recoleta Daniel Jadue, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Chile, quien, el 28 de diciembre, en el lanzamiento del libro ‘Sionismo, la ideología que extermina,’ de Pablo Jofre, afirmó que “ser judío forma parte de una concepción supremacista, al ser parte de un pueblo elegido”.  Siguiendo a Sacks, la interpretación de Daniel Jadue es errada y nociva. Muy al contrario, al universalizar las particularidades- judías, musulmanas, cristianas, hindi, mapuche, lo que sea- nos permite ver a Dios en el rostro del otro sin que este otro tenga que renunciar su propia particularidad.




 

Desde ese lugar, junto a la práctica de cuestionar y analizar los textos tradicionales y a la ausencia de dogma, se desprende una ética y visión humanista. Esto forma el núcleo del pensamiento judío, y de izquierda en particular.

El judaísmo es a la vez una identidad étnica y una tradición religiosa antigua pero la identidad judía no se limita a la dimensión religiosa, ni a una afiliación a una institución judía comunitaria. Va también por el lado cultural, historia, valores éticos, mística, lazos familiares y hasta un que-se-yo intangible de pertenencia. A la vez, los judíos tenemos presente en la memoria que en algún momento seremos señalados por la sociedad como “el otro.” Sentirnos marginalizados de la cultura dominante que nos rodea forma también una arista identitaria. Si hay un pueblo que sí tiene memoria respecto a la discriminación, es el pueblo judío. Desde esa memoria, los y las judías de izquierda activan para condenar, denunciar y rechazar toda actitud racista y discriminatoria en el mundo- por cierto, en Israel donde se oponen a la ocupación de Gaza- y en nuestro país.

 

A Igor Rosenmann, arquitecto, dramaturgo y militante del Partido Comunista, se le entró la identidad judía a porrazos.[ii] Una tarde a mediados de los años ’60, en el prestigioso Colegio Alianza Francesa de Santiago de Chile, irrumpió una pelea entre mocosos. Mientras golpeaban a patadas a un niño tendido en el suelo, le gritaban: ¡Judío de mierda! El altercado se convirtió en un hito que marcó la vida de Igor, el niño de 8 años de edad que sufrió la paliza.

 

En el siglo pasado su abuelo Isaac había pasado más de una vez por semejantes humilliaciones en Polonia, mordiéndose el labio para contener la rabia que no podía gritarles a sus agresores. Muchos incidentes de esa clase dirigidos no solo a él sino a todos sus vecinos judíos, impulsaron su salida de la aldea para emprender viaje hacia un continente lejano. Al llegar, en 1906, a un país al otro lado del mundo llamado Chile, se agregó una segunda “n” al final de su apellido para que pareciera más alemán que judío. Sin embargo, el nuevo apellido no protegió ni a su hijo ni a su nieto de la carga y el estigma que significaba ser judío en un país mayoritariamente cristiano.

 

Pero esto no era Polonia. El nieto se levantó del suelo, y con voz firme respondió a los matones: “¡Soy judío ¿y qué?!” Su respuesta podría haber sido una de negación para protegerse de futuros ataques. Mientras su abuelo huyó a un país que él creía tolerante y apacible, la paliza propinada a Igor le impulsó empaparse de la historia y cultura judía, también de los detalles de los siglos de persecución y del Holocausto, hasta abrazar una identidad judía. Al mismo tiempo, quiso entender las raíces de la injusticia social, y eso le llevo a participar, de un lado, en el movimiento socialista juvenil judío Hashomer Hatzair y por el otro en las Juventudes Comunistas, como integrante de la Brigada de Muralistas Ramona Parra. Así se unió dos facetas de su ser.

 

En la Jota, Igor no era el único judío. Piensa que eran muchos, pero fue el único de su entorno en asumir públicamente ser judío: “Puede ser que no tenían apellidos claramente judíos. Otros preferían pasar piola porque éramos vistos los judíos como momios del barrio alto. Había judíos de extracción social pobre, pero ellos lo negaban porque se decían ‘si yo diga que soy judío, me van a decir que soy de derecha’”.

 

En agosto de 1976 las cortinas se bajaron al finalizar el ultimo acto de su obra teatral Día en la Universidad Técnica del Estado (hoy Universidad de Santiago). Había sido ganadora dos años antes en un encuentro teatral del Liceo Darío Salas, pero esta vez el público no alcanzó aplaudir, cuando militares allanaron el teatro, quedando detenidos las 200 personas del público más los actores. Llevados a la fuerza en buses policiales a la Comisaria de Estación Central, más tarde todos fueron dejados en libertad menos Igor y seis personas más. Entre golpes y más golpes, un tipo alto y rubio le gritaba, “¡Soi judío! ¡Concha’e su madre, judío de mierda!”

 

Semanas más tarde, al pasar desde Cuatro Álamos, un centro transitorio de incomunicación, a la población general en Tres Álamos, la prisión contigua, lo recibieron ochenta abrazos apretados, lo cantaron y lo alimentaron. Al recordarlo a Igor le vuelve la sensación de increíble alivio de ese momento cuando pasó del horror a la vida.  Después en Puchuncaví, en la zona costera al norte de Valparaíso, las torres, el alambre de púas, y las celdas-cabañas le despertaron nuevamente su interior judío: “Sentí, aquí estoy en un campo de concentración. Yo estaba preso por ser comunista, pero me surgía una especie de alucinación de que estaba prisionero por judío. Toda mi vida he tenido eso de sentirme judío-comunista”. Sus compañeros de prisión hacían chistes pesados. “Como puedes ser comunista si eres judío. Era constante: estando preso ser judío era un tema.”

 

Es un dilema común a personas de izquierda que se identifican como judíos en este país. Tanto entre sus camaradas de izquierda como también en la conservadora institucionalidad judía son una presencia incómoda.  Es importante señalar que formaron parte del gobierno de Salvador Allende por lo menos 20 personas de origen judío; nunca antes hubo participación tan destacada en un gobierno de Chile. Sin embargo, durante la dictadura civil-militar, algunos altos dirigentes comunitarios judíos, quienes la apoyaban, se preguntaban si los detenidos de origen judío eran lo suficientemente judío como para preocuparse de ellos. Se ha documentado, hasta el momento, 22 personas de origen judía ejecutadas extrajudicialmente o desaparecidas por agentes del estado.

Manifestante judíos lleva la imagen de Carlos Berger, asesinado en octubre 1973. (C. Mandler)

En el contexto de las horrorosas escenas transmitidas desde Gaza e Israel, no hubiera sido sorprendente escuchar a Jadue hablar de “sionistas,” palabra también malentendida, pero lo que señaló claramente fue ser judío es incompatible con ser de izquierda porque, “si eres parte de un pueblo elegido no crees en la igualdad de todos seres humanos ante nada. Aquí estamos ante una ideología que es lo mas nazi…”.

 

Esta afirmación une conceptos diametralmente opuestos y excluyentes como ideología y religión. Distorsiona y ofrece una interpretación de la idea del «pueblo elegido» -que es un concepto biblico y religioso – y lo reconstruye como ideología, instalando el concepto «judío igual a nazi». Estas afirmaciones tendenciosas, que tienen un claro objetivo ideológico, expresadas públicamente por una autoridad importante y retransmitidas al infinito por las redes sociales son un peligroso precedente que atentan contra «el otro», el diferente, el más vulnerable. Son declaraciones que no están dirigidas precisamente a «mis amigos judíos de izquierda», sino son a la base de un discurso peligroso dentro de la sociedad chilena. En 1950 Theodor Adorno advirtió que un tipo de discriminación va asociado con otros, y el anti-semitismo, en lo particular, conduce al racismo y la xenofobia.

 

Profundamente enquistados en las sociedades, y en la chilena, hay etiquetas y prejuicios que deshumanizan y son el catalizador de xenofobia y racismo. Estos dejan su germen de manera silenciosa y soterrada, llevando a las personas acciones de violencia y odio. En años recientes se ha visto esta tendencia en la criminalización de los migrantes; hace ochenta años, en los ’30 y los ‘40s, fueron los migrantes y refugiados judíos a quienes Chile quiso levantar barreras para impedir su entrada.

 

Víctor Grimblatt, miembro de las Juventudes Comunistas a los 15 años, participó en la resistencia a la dictadura hasta ser exiliado a Francia en 1983, cuando era presidente del Centro de Alumnos de la Carrera de Electrónica de la Universidad Santa María, de Valparaíso. Tanto su identidad judía como la de izquierda proviene de su entorno familiar; sus abuelos llegaron a principios de los 1920s desde Europa. Hace 15 años participó en la creación de una nueva comunidad religiosa judía, Ruaj Ami, que buscaba ser igualitaria y promocionar valores progresistas. Víctor dice sobre las declaraciones de Jadue: “Generaliza a los judíos, incitando el odio a todos aquellos que luchamos por Chile. Insulta también a los judíos de la resistencia francesa que en su mayoría eran comunistas. Insulta a mi familia judía, como que no merecemos ser de izquierda”.[iii]

 

Hoy día, al escuchar los dichos del alcalde, de su mismo partido, Igor reflexiona:[iv] “Esto está en el meollo de nuestras contradicciones y ambivalencias del ser judío de izquierda. De tomar la ideología del marxismo y de la transformación de la sociedad, siendo judío con esa impronta milenaria internalizada de ser de un lado admirados y por el otro despreciados. Esa ambivalencia del judío está sumergida en nuestra otredad. Agrega: “Se cristaliza la otredad entre ser elegido y ser odiado. Hay una unión entre formar parte de un pueblo perseguido y un partido que también ha sido perseguido”.

[i] Conceptos del libro de Jonathan Sacks (1948-2020), Universalizing Particularity, Leiden: Brill, 2013.

[ii] Las referencias a la historia de Igor Rosenmann viene de una entrevista en noviembre 2013, que forma parte del libro Memoria Latente de esta periodista.

[iii] Comunicación virtual con Víctor Grimblatt, 3-01-2024.

[iv] Comunicación virtual con Igor Rosenmann, 3-01-2024.

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Periodista, editora y traductora

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  1. Margarita Labarca Goddard says:

    En Chile ha habido y hay muchísimos judíos de izquierda. Lo que haya dicho Krassnoff sobre el judaísmo de Diana Aaron, es propio de un nazi y de gente ignorante. En todo el mundo siempre ha habido antijudaísmo, por razones religiosas o por lo que sea. Hace poco tiempo escribí un artículo aquí en Clarin, que se llama «Judíos en Chile y en el mundo». Creo que aquí hay muchos más judíos de izquierda que en otros países. En el artículo citado puse arios nombres y los repito aquí: Baytelman, Friedman, Balstianky, Kleiman, Teitelboim, Behm, Frenkel, Sharim, Chonchol, Politoff, Pílowsky, Hertz, Volosky, Jaikin, Lawner, Lifchitz, Kirberg, etc.
    ¿Qué más quieren? Debe haber muchos otros pues sólo puse los que se me vinieron a la cabeza en ese momento.

  2. Margarita Labarca Goddard says:

    Todas las religiones tiene cosas malas, por ejemplo la religión católica tuvo a la Inquisición. La mayoría de los judíos no son creyentes, al menos no creen en el Antiguo Testamento de la Biblia, que los considera como pueblo elegido. En Chile ha habido y hay miles de judíos de izquierda. Si lo que señala el compañero Jadue resulta injusto, es porque no se hace la debida diferenciación entre judíos completamente creyentes en el Antiguo Testamento y judíos no creyentes o que simplemente conservan algunas tradiciones culturales que no significan creerse pueblo elegido.

  3. Margarita Labarca Goddard says:

    Yo no soy judía ¿y qué?
    La verdad de las verdades es que este tema está muy repetido. No quisiera tener que referirme otra vez a Gaza, porque es un asunto espantoso y uno se siente impotente.
    Y el que podría parar esta masacre es el gobierno de Estados Unidos pero no lo hace. Los yanquis le mandan plata a Netanyahu, barcos portaviones, armas y tutti cuanti. Vamos, que los culpables son los yanquis. Siempre han sido nuestros enemigos y también de todos los países árabes.
    En este caso voy a tener que repetir cosas ya dichas, porque el artículo también es repetitivo
    Desde luego, hay que distinguir. Cuando hablamos de los crímenes que se están cometiendo ahora en Gaza, no digamos judíos en general, sino israelíes. Y tampoco digamos israelíes en general, sino los israelíes que apoyan al gobierno de Israel, precisando que apoyan al ACTUAL gobierno de Israel, que es un gobierno teocrático dirigido por Netanyahhu y basado en el Antiguo Testamento. Así se iría limitando mucho la cosa y se evitaría el antijudaísmo que está creciendo otra vez en el mundo porque la mayoría de la gente no hace estas diferencias.
    ..

  4. Serafín Rodríguez says:

    Mi vieja decía que ella era «católica a su manera». Nunca supe que fuera a la iglesia ni que rezara pero tenía un crucifijo en la pared, sobre la cabecera de su cama. Así tenemos que hay cristianos y cristianos. Y de seguro también, judíos y judíos. Y entre ellos, judíos «a su manera»… Por cierto, hay muchas maneras de ser cristiano, judío, libre pensador, etcétera… Basta mirar la historia con sus grandezas y miserias. Mientras no se quebrante el respeto al otro en todas sus dimensiones, cada cual tiene derecho a creer o no creer lo que mejor le parezca y de la manera que también le parezca.

  5. Alejandro Kirk says:

    La interpretación «bondadosa» de Sacks es irrelevante. Jadue tiene toda la razón: el Antiguo Testamento establece que el «pueblo elegido» son los hijos de Abraham, y la Tierra Prometida es el territorio de Canaan (Génesis 15:15 -21). Ese es el argumento sionista -ideología europea secular- para la ocupación de Palestina, aunque el establecimiento de Israel debía esperar el regreso del Mesías. Quien se identifique con esta religión, se identifica con este mito bíblico. Maxine Zion haría bien en distanciarse de esta mitología y condenar derechamente la Ocupación (de Palestina, no sólo de Gaza), y en particular el holocausto palestino en marcha Pero no lo hace, y se va por las ramas utilizando a los comunistas que se identifican como judíos, tal como hizo la diputada Carmen Herz. Basta de utilizar el racismo y el Holocausto para justificar crímenes masivos de lesa humanidad. Israel es una entidad colonial europea en suelo palestino.

  6. luis millan says:

    Este columnista no entendio lo que dijo jadue tampoco condeno el genocidio de un estado terrorista a un pueblo desarmado un dato cuando darwin encontro en la cordillera de los andes moluscos petrificados creyo demostrar que hubo diluvio universal pero como buen cientifico descubrio que estos eran del fondo marino y que la cordillera emergio del mar ante esto siendo catolico de comulgar diariamente nunca mas piso un templo

  7. Alvaro Vivanco says:

    Participe de la lucha contra la dictadura desde un año cuando todavía desaparecía gente y soy parte de las víctimas de ésta, y la verdad no recuerdo haber escuchado alguna vez una alusión a la calidad de «judío» de algún compañero ya sea por nosotros mismos o por los represores. Por ello me resulta chocante que a partir de este debate entre Carmen Hertz y Daniel Jadue haya aparecido gente, incluyendo a la diputada y este articulista, tratando de convencernos que la condición de creyente de la religión judía haya sido en algún momento la motivación de algún compañero para integrarse a la lucha contra la dictadura, o de esta misma dictadura para asesinarlo.
    La compañera Aron y los que la siguen en la lista y cuyos apellidos han sido enarbolados en este debate por los contradictores de Jadue, fueron asesinados por ser militantes de izquierda no por profesar la religión judía, tratar de torcer esa verdad es una falta de respeto a su entrega heroica a la lucha por la democracia y sus ideas socialistas.

    • Sigal Meirovich says:

      Eso no es cierto, de hecho está documentado, por ejemplo, las alusiones de Krasnoff al judaismo de Diana Aaron y se puede buscar en artículos académicos y documentos de época en los archivos del MMDH y Villa Grimaldi. Además, es muy importante dejar de reducir el judío a una religión. Somos un pueblo ancestral que cultivó, como todos los demás nacidos en la época una cultura que incluye una lengua, una simbología, una historia colectiva, un sistema legislativo y una fé. Hemos mantenido todo eso durante miles de años a excepción de la unidad político administrativa de un territorio porque fuimos expulsados al exhilio por los romanos y retornamos tras milenios de discriminación en cada sitio donde nos refugiaron. El pueblo de Israel (que comprendía más que Judea y Samaria y, por ende, a los judíos) vive y es más complejo a medida que ha evolucionado su historia. Uno puede ser judío y ateo, judío de izqueirda, judío de derecha, judío lgtbq, etc. como cualquier persona de cualquier pueblo y puede pertenecer a más de un pueblo, ser judío y chileno. Como cualquier hijo de chileno exiliado en europa puede ser parte activa de la Suecia, Rumania, Alemania en que nace.
      Jadue, por su parte, es solo un militante más quien puede equivocarse, aunque él nunca lo admita, y puede tener contradicciones y conflictos de interés, como lo es trabajar para la república Islámica de Irán a través de HispanTV. Una teocracia imperialista que viola sistemáticamente los derechos humanos de su pueblo y de los vecinos y, al parecer, eso a sus seguidores no les remueve ni un ápice su moral.

  8. Felipe Portales says:

    Pobre Jadue. ¿Sabrá que además de Marx y Lassalle, una desproporcionada cantidad de judíos integraban las dirigencias sindicales y políticas de la izquierda europea en los siglos XIX y XX? ¿Sabrá que la mitad del Buró político bolchevique que decidió la toma del poder en octubre (noviembre) de 1917 eran de ascendencia judía? ¿Y sabrá que uno de los «cucos» preferidos de los conservadores europeos -y en menor medida americanos- eran los «judeo-masones» y los «judeo-bolcheviques»?…

  9. Gino Vallega says:

    No comparto fundamentalismos religiosos ; éstos conllevan a justificar genocidios inhumanos
    y dolorosos para toda la única raza humana que habitamos el nicho ecológico que llamamos
    planeta tierra. Podemos diferir en fenotipos, pero somos seres evolucionantes de un genotipo común, que ha originado en el tiempo, todos los sere vivientes que habitamos el mundo total, en tierras, aguas y cielos. Nadie ha sido elegido amo ni esclavo, siendo esas nominaciones el propio actuar de nuestras ignorantes reflexiones. Vivamos y dejemos vivir, en mi idea, en sociedad total plural e integrada, no individualista.

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