Columnistas

Punta Peuco perdió y el gobierno lo salva

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 26 segundos

Entre el ir y venir del debate de la precaria y miserable propuesta de constitución del Duche Kast quedó en el abandono y olvidó un asunto no menor.

Punta Peuco.

Escribá de Balaguer se convirtió entonces en pasado; su visión de hombre, del mundo y de la vida se fue a dormir en alguna sacristía de pueblo con amnesia permanente.

El cierre del penal de Punta Peuco es una herida. Un golpe constante al encéfalo de la patria.

Construido en tiempos de la concertación y mantenido hasta el gobierno actual deja en la miseria a los que desde las calles allá por el 2011 y luego como diputados sostuvieron que cerrar ese ignominioso recinto era un asunto ético, de memoria y el bálsamo necesario para la dignidad de un pueblo que sufrió por largos años el maltrato de las fuerzas armadas.

Los republicanos y la derecha sentada sobre sus cuatro patas escribieron que los presos mayores de setenta y cinco años deben cumplir su condena hasta el último día en sus casas, alejadas del atroz maltrato insostenible por haber salvado a la patria.

Punta Peuco no es el lugar que amerita el honor militar por el deber cumplido

La extrema derecha y el Opus Dei llegaron en procesión hasta el ignominioso recinto carcelario para comprometerse que serían liberados, que sus condenas estarían ya cumplidas por haber servido a la patria para el justo descanso del guerrero.

Punta Peuco, esa cueva de malignos, perversos y asesinos que se mantiene con tributos de todos chilenos, es la foto de una criminalidad que superó muchas veces el asombro y construyó una eterna escultura al miedo.

El «en contra» como una victoria dejó establecido que los asesinos deben cumplir sus condenas en prisión, lo triste en este asunto/historia es que algunas gorras y uniformes obligaron a que sean en condiciones especiales.

Así nació Punta Peuco, concertacionistas arrodillados. Los nuestros con pie firme dignos sin pedir perdón con la espalda pegada al paredón.

El único país del mundo donde existen cárceles especiales para criminales considerados especiales es en Chile y no se considera como ejemplo, que todos los países tienen sus prisiones comunes para los que quebrantan la ley. Los rusos los envían al Círculo Polar Ártico, en Chile a recintos cerrados con canchas de tenis y derechos salariales con prebendas intocables.

Punta Peuco daña la memoria de un país, agrede a los que guardan los afectos contados de quienes ya no están. Resistentes tozudos para que no sean olvidados todos los maltratados, los más de mil chilenos desaparecidos que desconocemos su paradero final por mandato militar.

La generosidad abraza a los soñadores que le hacen falta al país para convertirlo en uno más digno y justo, más libre y democrático. Los del «a favor» derrotados se quedan con sus puntapeucanos.

Es hora entonces que al amparo de los resultados obtenidos Punta Peuco sea cerrado. Natural es exigir una respuesta concreta a la justa demanda por tantos años apurada y también que ha sido negada. La historia del país en algún momento deberá entregar respuestas a los que gobernaban mientras los ejecutores de la más dura violencia que maltrató a Chile, la criminalidad fue considerada casi un asunto menor.

El tiempo pasa nos cantó Milanés y las esperanzas mantienen la Violeta.

En hoja en blanco y en la primera línea está escrito. Punta Peuco debe ser cerrado para que el hombre libre del que se habló en algún momento sepa que los asuntos serios se hacen bien.

Muchos se preguntan las razones para que la nieta del presidente Allende haya abandonado a los que trabajaron por su abuelo hasta perder la vida hace cincuenta años y a otros seguir en su búsqueda.

Maya sabe quienes dejaron la piel de esas horas reclamadas en La Moneda, algo debe decir a sus nietos y si no es así, entonces se debería concluir que todo era una mentira, que se había construido un viento nuevo con la memoria y la vida de aquel hombre de lentes gruesos.

Es la hora del presidente Gabriel y desde la calle así lo argumentó, es hora de que este país dejaría ser un Chile de privilegios. Cuando los asuntos del país no se cumplen entonces una vez más hay que volver a la plaza pública para pedir respuestas o empujarlas con todas las fuerzas de la historia.

 

Pablo Varas

 

 

 

 

 

 

 

 

Escritor

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *