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La eterna lucha de Joan Jara: Desenmascarar a los asesinos de Víctor

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El pasado 12 de noviembre nos estremeció la inesperada noticia del deceso de Joan Jara. Una mujer íntegra que luchó hasta el último día de su vida por dilucidar el vil asesinato de su amado esposo, Víctor Jara —gran artista, inspirado compositor folklórico, admirable ser humano—, asesinado tras el cruento golpe de Estado cívico-militar que derrocó al Presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.

 

Desde esa aciaga fecha para los chilenos, Joan Jara inició un angustiante calvario, un peregrinaje que terminaría sólo el día de su partida, cuando Joan emprendió viaje a la eternidad para reunirse con Víctor Jara en el eterno universo de la espiritualidad.

 

La bailarina británica, naturalizada chilena, se enamoró de Chile y de Víctor cuando antaño era este un país ostensiblemente democrático, sin exacerbadas divisiones políticas, sin imaginarse entonces un artero bombardeo a La Moneda, el palacio presidencial donde gobernaba el Presidente Allende, mandatario elegido constitucionalmente por la vía del voto, a comienzos de la década de los ‘70. Pero la oligarquía chilena dominante, acérrima defensora de sus mezquinos privilegios y con el apoyo sórdido del gobierno estadounidense, conducido entonces por Richard Nixon y el despótico secretario de Estado, Henry Kissinger, arremetieron contra el idealismo del Presidente Allende y demolieron sus postulados de la Vía Chilena al Socialismo.

 

Tras la muerte de Allende, se persiguió y asesinó a sus más cercanos colaboradores y adherentes políticos. Entre ellos, Víctor Jara, la inseparable pareja de Joan Jara.

 

La bailarina británica se había enamorado de su voz y de su talento, de su gran calidad como ser humano, de su actitud consecuente frente a la vida y al momento histórico que entonces se vivía en Chile.

 

DETENCIÓN DE VÍCTOR

 

Víctor Jara fue detenido al día siguiente del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, en las inmediaciones de la Universidad Técnica del Estado, donde hoy funciona la Universidad de Santiago de Chile (USACH). Desde allí fue conducido junto a académicos, alumnos y trabajadores de esa casa de estudios, al Estadio Chile —recinto utilizado por los militares golpistas como campo de concentración de detenidos políticos—, donde Víctor fue torturado brutalmente por varios soldados y luego abatido sin piedad. Sus manos, aquellas con las cuales había armonizado hermosas tonadas y composiciones folklóricas pulsadas rítmicamente en su guitarra, fueron destrozadas a culatazos, entre mofas y sarcasmos de la milicia torturadora. Luego, tras tres días de horribles torturas, una ráfaga de balas terminó con su vida, quedando inerte en un charco de sangre.

 

Días después, su cuerpo fue encontrado en un sitio baldío aledaño al Cementerio Metropolitano. Circunstancialmente fue detectado por una persona cercana a Joan, a quien le dio la fatídica noticia. Joan tuvo que reconocer a Víctor así, destrozado, convertido en un guiñapo humano. Se constató, después, que el famoso cantautor tenía 56 fracturas óseas y 44 balas en su cuerpo.

 

AGOBIANTE CALVARIO

 

Desde aquel infausto día, Joan comenzó a vivir un agobiante calvario. La etérea bailarina británica, nacida en Londres en 1927, conocida como Joan Alison Turner Roberts, había formalizado su compromiso con Víctor Jara en 1960. Juntos formaron una admirable pareja, fundamentada en el arte y la creatividad.

 

A pesar de las dramáticas vicisitudes de su vida, con ese punzante dolor a cuesta tras el asesinato de Víctor —acaecido el 16 de septiembre de 1973—, Joan Jara transitó por la vida con la misión de desenmascarar a los asesinos de su gran amor acribillado.

 

CORTE SUPREMA DICTA SENTENCIA

 

Hoy, por fin, ya sabemos que la Corte Suprema ha dictado sentencia y ha condenado a siete exmilitares chilenos autores del secuestro, tortura y brutal homicidio de Víctor Jara.

 

El diario español El País publicó lo siguiente en su edición del 28 de agosto de 2023: “De acuerdo con el fallo judicial, que fue unánime, fueron condenados los exmilitares Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana y Hernán Chacón Soto, a penas de 15 años y un día de presidio en calidad de autores del homicidio. Además, a 10 años y un día como autores de secuestro calificado. En paralelo, el exoficial Rolando Melo Silva fue sentenciado a 5 años y un día, y a otros 3 años y un día de cárcel, como encubridor de homicidio y secuestro, respectivamente”.

 

Pasarían muchos años, décadas, para llegar a este dictamen de la Corte Suprema, sumando arduas gestiones legales que consumieron las horas más vitales de Joan Jara. Tras el asesinato de Víctor —tenía 40 años cuando lo mataron; padre de dos hijas, Amanda y Manuela—, Joan asumió la dura tarea de ir tras los asesinos.

 

PRIMERA QUERELLA

 

Desafiando a la dictadura de Augusto Pinochet, Joan presentó una primera querella en 1978 en el Quinto Juzgado del Crimen de Santiago, interpuesta por el penalista Luis Ortiz Quiroga. Sin resultados inmediatos, la causa la tomó con posterioridad —hace poco más de veinte años—, el abogado Nelson Caucoto.

 

En 1998, sin embargo, se reactivó judicialmente el caso de Víctor Jara, por acontecimientos relativamente circunstanciales, según publicación de El País, al señalar que “tras la detención de Pinochet en Londres por orden del juez español Baltasar Garzón, pues implicó la presentación de nuevas acciones legales contra el dictador”. Y se agregó, además: “Un hecho clave fue también que, en 1997, el Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000) impulsó una reforma judicial que permitió una renovación de la Corte Suprema, por lo que salieron gran parte de los jueces que habían sido nombrados en la dictadura”.

 

Joan Jara deambuló año tras año, incansablemente, entre trámites judiciales, legajos, abogados y jueces. La animaba un solo objetivo: identificar exhaustivamente a los asesinos de Víctor Jara.

 

NUEVO ESCENARIO

 

Ante este nuevo escenario, la burocracia judicial al servicio de la dictadura pinochetista, desempolvó estratégicos archivos judiciales, instancia en que dos jueces investigadores, Juan Carlos Urrutia y Miguel Vásquez, dictaminaron finalmente cargos contra los exmilitares implicados en el asesinato de Víctor Jara. La Corte de Apelaciones de Santiago, el 2021, elevó las condenas, ratificadas luego por la Corte Suprema.

 

La perseverancia de Joan Jara —defensora idealista de los Derechos Humanos y persistente activista política, incluso durante tan doloroso trance judicial—, le significó ser reconocida por la Academia Chilena de Bellas Artes, por sus permanentes aportes al desarrollo de la danza en el país. Y, conjuntamente, desplegar una intensa actividad en su Academia de Ballet, formando nuevas generaciones, así como su determinante contribución para crear en 1990 la Fundación Víctor Jara. Y, por cierto, brillar también como sobresaliente integrante del Ballet Nacional Chileno. Y, sin duda, destacar como académica en la Universidad de Chile y recibir el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales en 2021.

 

Su deceso, a los 96 años de edad —el 12 de noviembre de 2023—, produjo una profunda conmoción en el mundo cultural y artístico de Chile.

 

No obstante, nos ha dejado un significativo legado: la irrenunciable lección de la perseverancia, su tenaz búsqueda de la verdad y la defensa inclaudicable de los Derechos Humanos.

 

Francisco Leal Díaz

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