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Plebiscito: La centro-izquierda no está capacitada para defender los intereses de la gente

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos

Me inquieta el plebiscito programado para el 17 de diciembre. No solo debido a los contenidos regresivos que se han aprobado en el proyecto propuesto, sino también porque la centro-izquierda y los progresistas parecen no saber, o no tener, la determinación o convicciones para proteger los intereses de la mayoría. A pesar de que la mayoría de las fuerzas de centro-izquierda y progresistas han optado por el rechazo y las encuestas le da ventajas, de ninguna manera está asegurada una victoria. La derecha sabe pelear y aún no ha comenzado hacerlo. Pero además tiene la tranquilidad de saber que aun perdiendo gana. En tanto, lo que está en juego, es la constitución de Pinochet y otra peor para los intereses mayoritarios.

En el plebiscito previo, quedó en evidencia que el gobierno del presidente Boric no pudo o no estimó necesario garantizar el desarrollo sin contratiempos de la convención constitucional. Durante este proceso, la facción de derecha obstaculizó, difamó, tergiversó, amedrentó e instigó a manifestaciones con el fin de intimidar a los convencionales que no estaban de acuerdo con sus posiciones, en resumen, actuaron según su propio criterio, que fue defender los intereses de los más ricos del país. Y lo hicieron muy bien. Se puede estar en desacuerdo con las formas y maneras de actuar, pero ellos sí sabían lo que estaba en juego, no así el gobierno. Al momento del plebiscito la derecha puso todos los abundantes medios de comunicación a favor de tergiversar e inducir al miedo a la población, para ello mintieron, insultaron, falsearon información y mostraban sus peligrosas garras.

El gobierno reaccionó confundido tratando de arbitrar la pelea más importante en más de un siglo. Nunca entendió que lo que estaba en juego era el primer proyecto de constitución producido democráticamente por representantes elegidos del pueblo. En vez de reconocer la importancia de esto, el presidente cuestionaba el hecho que la mayoría no hubiese sido más generosa y consensuado aún más las resoluciones. En otras palabras, le disgustaba que la mayoría actuara en razón de esa realidad. Por lo tanto, el gobierno, demostrando su capacidad creativa, lanzó la consigna motivadora de masas “aprobar para reformar”. En realidad, fue un llamado a rechazar. Para la centro-izquierda esto iba muy lejos, de ahí su llamado ¿Por qué votar por algo que luego hay que cambiar? Mejor se acorta camino y se rechaza.

Pero si se piensa que solo la centro-izquierda y progresistas son capaces de motivar gente para defender lo conseguido, se equivocan. Bien más allá en la izquierda, específicamente Eduardo Artes, presidente de Upa (Unión Patriótica) hizo un llamado similar: “Aprobar sin ilusión”. Cómo es posible que cuando por primera vez en la historia nos encontramos a las puertas de lograr algo importante e histórico, de aprobar una constitución que beneficiaba al pueblo se llama a votar sin ilusión. Esto porque al contrario de la centro-izquierda, esta no iba muy lejos. Esto beneficio al voto nulo, ósea, al voto sin ilusión, de la indiferencia. La diferencia entre los dos llamados es que unos llegan a mucha gente y los otros a muy poca, sin embargo, el daño hecho es el mismo. Pudiendo haber ganado tanto hoy estamos a punto de perder aún más derechos democráticos.

Ante este nuevo plebiscito, la primera reacción del presidente Boric fue legalista, garantizar el proceso y, a su vez, reiteró su postura de siempre, criticar la derecha por haber hecho uso de su mayoría. Esto significa que el presidente no entiende que esta es una lucha de intereses opuestos. La derecha ocupó su mayoría para defender y ampliar sus beneficios, tal cual lo hizo la mayoría en la convención, la diferencia, en este caso, es que la derecha va a pelear con determinación y defender con garras y garrotes esa mayoría y sus propuestas. Cosas que la izquierda toda no supo ni anheló. La derecha volverá hacer lo que hizo en el plebiscito pasado, usará todos sus amplios recursos y unos más, para lograr el resultado a favor en el plebiscito del 17 de diciembre.

La izquierda, ya a hora temprana, se puede ver, está entregada a cualquier resultado como veremos más abajo.

Este miércoles 1 de noviembre en el PS se reunió por tres horas su Comisión Política, además de senadores y diputados, para definir la posición frente al nuevo plebiscito, la cual es en contra. Tres horas para definir algo que debió haber tomado no más de 5 minutos da un poco de miedo. Y temor debemos tener, porque en la misma reunión y por boca de su presidenta, Paulina Vodanovic agregó que su partido “respalda la decisión del presidente de la República de no perseverar en un tercer proceso constitucional y centraremos nuestros esfuerzos en impulsar las reformas sociales urgentes que exige la ciudadanía”.

Pero me pregunto; ¿Qué pasa si gana la derecha? ¿Nos olvidamos de todo? ¿Saben ellos que en esa situación “centrar esfuerzos en reformas sociales” será prácticamente imposible? La propuesta del presidente y del PS es un llamado a entregarse a la constitución de Pinochet o a una peor, pero debemos estar tranquilos porque ellos van a centrar esfuerzos en reformas sociales y eso debe ser suficiente para el pueblo. Su propuesta es abandonar al pueblo a merced del empresariado empoderado.

En esto de centrar esfuerzos en reformas sociales tenemos 30 años de experiencia como para saber bien que significa. Siento temor.

 

Por Rafael Alfredo Cerpa

 

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  1. Felipe Portales says:

    Los términos de este «plebiscito» tienen al menos la virtud de desnudar el rotundo triunfo histórico que consiguió la derecha con la imposición del modelo neoliberal a través de una cruel dictadura; y su legitimación, consolidación y profundización posterior efectuada por una Concertación que se subordinó completamente a aquella. En la práctica, en diciembre se elegirá la mantención de la actual Constitución de Pinochet-Lagos (inspirada por Jaime Guzmán); o una todavía más derechista elaborada por el Partido de Kast…

  2. Renato Alvarado Vidal says:

    Dos alcances:
    Primero: El proyecto constitucional que fue rechazado no fue producto de una Asamblea Constituyente Soberana. No lo endiosemos, tenía serias fallas, estaba previamente acotado y quedaba finalmente a merced del mismo Parlamento al que no queríamos como participante.
    Segundo: En el próximo plebiscito no estaremos eligiendo entre la constitución de los Huasos Quincheros y la de Pinochet-Lagos. El eventual triunfo del Rechazo sólo significará que la tarea de construir una nueva Constitución estará aún inconclusa, que hay que seguir el proceso, que el mandato popular sigue vigente y la Asamblea Constituyente Soberana sigue pendiente.

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