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Volver a octubre

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Cuando los Matte llaman a votar a favor, es que hay sobradas razones para votar en contra.

Con la propuesta Constitucional de la derecha y sus primos no llegaremos ni a la esquina, ni a ninguna parte. Abrigar a un muerto.

Establecer hasta el cansancio que no se ha ganado nada. Cada día se hace más lejano el país con derechos consagrados. La Constitución militar de 1980 entregó el país al modelo neoliberal. Consagró el poder de la derecha escrito a puño por Guzmán. Su imposición fue a punta de fusiles y represión, también sin registros electorales.

Se está en los asuntos constitucionales sencillamente porque un día de octubre millones de chilenos ya cansados hasta el hastío, salieron a la calle para que sus legítimos derechos sean visualizados. Eso tan sencillo.

Pero la calle sabedora de sus conocimientos y de memoria, logró instalar la urgencia de dar por superada aquel espurio legajo redactado entre incienso y música militar. Millones dejaron instalado que Chile necesita vestirse con una nueva estructura constitucional. El plebiscito de entrada marca el inicio de un recorrido que no está terminado y extremadamente distante de darse por superado. La demanda sigue presente.

La derecha se ufanó de haber ganado, pero como dijo Miguel de Unamuno no convencieron.

Los derrotados saben que fue con malas artes, cartas marcadas, eso se ha sabido siempre, la burguesía para salvar su modelo con todos los privilegios incluidos no duda en sembrar el país con muertos, torturados, ciegos, chilenos designados como de segunda clase. Ellos se consideran los dueños.

Los grupos económicos necesitan a los trabajadores, pero para los trabajadores los empresarios no son indispensables ni necesarios. La historia reciente los vio administrando los medios de producción y de forma impecable.

Se está discutiendo el asunto constitucional porque el llamado salió desde la calle, de la misma forma que lo hicieran quienes denunciaron el lucro en la educación y la salud. La consigna fue arropada por cientos y cientos de organizaciones sociales, las mismas que han sido abandonadas por el actual gobierno con su modelo concertacionista.

Octubre, cuando tembló el país y sus volcanes, las escuelas y las universidades, cuando se iluminó la noche intentando apurar el amanecer. El día aquel que se abrieron enojados los libros de clases y todas las páginas marcadas a puño y letra. También quedó el país herido, maltratado mientras el presidente comía pizza. La noche quedó eterna en todos aquellos que por disparos de la policía y las órdenes del gobierno fueron cayendo mutilados. Intentaron que las nubes escondieran los perdigones pagados a cargo fiscal.

Entonces la libertad se hace mentira y cae a pedazos. Los portadores con las urgencias sociales en los hombros quedan en la vereda y el modelo neoliberal asustado busca refugio entre tantas poltronas que corren desesperados a salvarlo. Finalmente diputados/senadores han sido alimentados durante años por los grupos económicos que alocados les han llenado los bolsillos con dineros para que los defiendan en momentos de peligro y ese día fue octubre.

Estamos en guerra gritó el reyecito desde La Moneda.

Se habló de guerrilleros cubanos y venezolanos que nunca fueron vistos. Grupos de música coreana con sus canciones que nadie entiende alentaban a los siniestros pasajeros insurrectos que recorrían las calles de Santiago. Un pánico total, un profundo miedo mientras la mujer del presidente pedía que se llenaran los refrigeradores para salvarse del hambre que estaba a las puertas de las casas del barrio elevado de Santiago, allá en las cinco manzanas acomodadas hasta el hartazgo.

Octubre fue la escuela con la que se escribe la historia, los desarrapados, los postergados los eternamente engañados comprobaron que es posible alterar lo oprobioso del modelo.

Sigue el mismo país transitando con su desigualdad atroz, con esa marginalidad brutalmente intencionada por los que ostentan el poder. Seguimos comprando espejitos chinos y los bancos con sus aseguradoras te abrazan por haber sido feliz ayer en la tarde.

Los asuntos fundamentales del país no están resueltos, son sencillamente una larga fila de urgencias sin resolver y que las soluciones no llegarán desde las alturas. En esos lugares se tranza, en esas mesas no están los que deben estar. No están las organizaciones sociales ni la clase, ni el que se sube a un bus a las seis de la mañana para no llegar tarde al trabajo y recoger la miseria después de todos sus días trabajados.

Seguirá siendo el mismo país luego del 17 de diciembre, se ve muy difícil. Sin octubres no habrá cambios sustanciales, ni históricos, los Matte seguirán en sus castillos y en los cuarteles se limpiarán las municiones con objetivos ya predeterminados.

 

Por Pablo Varas.

 

 

 

 

 

 

 

Escritor

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  1. En lugar de Blancanieves y los siete enanitos sugiero la lectura de los libros de D. Gabriel Salazar al menos uno
    » en nombre del poder popular constituyente »
    Quien prefiera las lecturas y canciones de Disney esta en todo su derecho

  2. Renato Alvarado Vidal says:

    Muy certero el diagnóstico, pero de diagnósticos ya tenemos bastante, y de propuestas de tratamiento también: Ponerle vida a la discusión en la base social, a la toma de conciencia desde abajo, desde las raíces, sin menospreciar al pueblo, sin dárselas de mesías sino de simples ayudantes y facilitadores. Esto significa trabajar sin pretender dárselas de dirigente.
    Cantemos como los siete enanitos: Jaijó, jaijó, a trabajar, a trabajar…

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