Para reducir la delincuencia hay que desalambrar
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He leído con interés la entrevista del colombiano, Jorge Melguizo, en La Tercera (22-10-2023), quien impulsó en Medellín, tierra de Pablo Escobar, una interesante estrategia para disminuir la delincuencia y la violencia. Desmiente, con buenos argumentos, el enfoque de represión estatal pura y dura como único mecanismo para recuperar la paz social.
Melguizo destaca que los homicidios y las muertes no se lograron reducir con más policías. “Por eso decidimos trabajar una política integral del gobierno municipal y en alianza con toda la sociedad”.
Para enfrentar la delincuencia, los gobiernos locales y alcaldías incorporaron al sector empresarial, las ONG, organizaciones comunitarias de base, las iglesias y universidades y se concretaron programas públicos de inversión en salud, educación para los jóvenes y participación ciudadana. Se cambió así sustancialmente la forma de hacer gestión pública.
Medellín, que había sido el centro de la delincuencia y el narcotráfico en el país, tiene hoy una mejor calidad de vida y ha bajado 97% la tasa de muerte violenta. Los dos millones y medio de habitantes de la ciudad cuentan con servicios básicos, agua potable, educación, un sistema de movilidad público y equipamientos culturales.
Así las cosas, el Estado tiene ahora una presencia integral en los barrios, pero no solo como consecuencia del accionar policial. Fue un cambio de paradigma. Y, Melguizo sostiene:
“Si llevas a mil policías, al mismo tiempo llevas a mil educadores, a mil gestores culturales, a mil psicólogos, llevas a mil trabajadores sociales. Porque si solo llevas la fuerza, ¿cuál es la respuesta que estás entregando? Más violencia”.
En Chile, empresarios y gran parte de los políticos piensan de forma distinta a Melguizo y varios de ellos admiran el enfoque represivo del presidente Bukele para enfrentar la delincuencia. No parecen dispuestos a cambiar el paradigma. Reaccionan ante la violencia de los excluidos exigiendo más policías, represión y cárcel, pero se olvidan de imaginar propuestas para instalar una efectiva presencia integral del Estado en los barrios marginales. Nadie habla de escuelas, centros de salud decentes y deportes de calidad, para promover la integración social.
La elite no comprende que la rabia y el resentimiento acumulado por los excluidos son, en gran medida, los generadores del aumento de la delincuencia y también los episodios de violencia que recorren el país. Además, sin presencia integral de todas las instituciones estatales en alianza con la ciudadanía es imposible desafiar el poder de los narcos.
Es bueno recordar que los excluidos viven hacinados en casas pequeñas. Las madres (casi siempre jefas de familia) tienen que desplazarse muchos kilómetros para ir a trabajar al barrio alto, como empleadas domésticas. Sus hijos, sin centros educativos ni espacios deportivos adecuados y de atención permanente, se encuentran expuestos desde temprana edad a un medio riesgoso, a una vida de calle, donde impera el microtráfico y la delincuencia. Los excluidos están marcados por la desesperanza y ésta es la mejor amiga de la violencia.
No debiéramos sorprendernos. Porque el crecimiento económico y la modernización no son garantía de estabilidad social. Sólo políticas de inclusión y reducción de las desigualdades permitirán que pobres y ricos, jóvenes y viejos, mujeres y niños, trabajadores y empresarios se reconozcan en la sociedad chilena y la acepten como suya.
El resentimiento y la protesta, así como la delincuencia se hacen incontenibles cuando la modernidad de los malls se despliega en un marco de desigualdades de ingreso, salud, educación y exclusión cultural.
Chile se ha convertido en un supermercado y las mercancías nos aplastan. Tanto ricos como pobres se encuentran acosados por la publicidad y la vorágine de consumir. Lo que ha dado origen a dos tipos de chilenos. Unos, participan plenamente del poder y la riqueza, comprando y vendiendo aceleradamente cosas y personas. Otros, sin poder ni riqueza, viviendo en el mismo sistema, pero sin oportunidades de progreso. Ni los unos ni los otros son autónomos. Ambos se encuentran acosados por la publicidad y la vorágine de comprar. La diferencia radica en que a los excluidos el fetiche de las mercancías les genera aspiraciones imposibles de materializar.
En los barrios para ricos las voluntades manipuladas por las marcas encuentran su desahogo en el mall y en el supermercado. No sucede lo mismo con los pobladores, especialmente jóvenes, que viven en los ghettos pobres. Son objeto del mismo sistema de comunicaciones, pero están excluidos en todo los demás. Viven una frustración diaria al no poder materializar sus aspiraciones de consumo. Y esa frustración es la mejor amiga de la delincuencia.
Así crece la violencia de los excluidos. Jóvenes de poblaciones marginales, muchos menores de edad, educados en escuelas inútiles, se desplazan por las calles de Santiago y otras ciudades para asaltar, robar mercancías y autos de marca. El gatillo fácil está a la orden del día, facilitado además por la instalación del narcotráfico. Nada les importa porque no hay nada que perder. No discriminan blancos, atacan de forma anárquica y mueren personas inocentes.
La respuesta, como nos dice Melguizo, es contar con un Estado activo y una participación ciudadana que favorezcan la integración. La violencia se erradica a mediano plazo con integración social y territorial, construyendo una sociedad igualitaria, donde se valoren las relaciones entre los seres humanos en vez de las relaciones de las personas con las cosas.
El modelo de crecimiento, que la elite defiende hasta el cansancio, ha resultado un fracaso. No tiene capacidad para dar trabajo digno y decente a todas y todos, por ello se multiplica la informalidad hasta el cansancio. El modelo de crecimiento ha instalado una muralla divisoria que separa a las familias chilenas en distintos barrios y sistemas de salud, educación, vivienda y pensiones. Y esa muralla divisoria es la que ha provocado una profunda crisis social, política e institucional en nuestro país, multiplicando además la delincuencia y violencia. Es preciso desalambrar.
El sistema educacional chileno en vez de enseñar a todos por igual, servir para integrar a los niños de distintos orígenes sociales, promover la convivencia en comunidad, estimular la promoción social, favorecer un mismo lenguaje y valores, se ha convertido en instrumento de exclusión y ampliación de las desigualdades. Terminar con una educación inservible y clasista es tarea urgente.
La segregación social desata, muy especialmente en los jóvenes pobladores, sentimientos de venganza, ansiedad y desprecio por la sociedad, los que comprueban, en sus propias familias y barrios, que no existe futuro para sus vidas. Esos mismos jóvenes refuerzan el camino del delito cuando observan la corrupción de empresarios, políticos e instituciones armadas y que la justicia es incapaz de castigar.
No basta con la represión y la cárcel para enfrentar la delincuencia. Es preciso desalambrar.
Por Roberto Pizarro Hofer
Fuente: El Desconcierto
Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín
ilsita says:
Sin duda habría esperanza de mejoras de aplicarse esas medidas. El problema está que si se aplican, de inmediato se las trata de medidas que aspiran a una sociedad comunista, donde si el Estado quiere invertir en esos planes, será un estado ingerencista, derrochador e ineficiente por no tener resultados inmediatos a corto plazo. y un gasto enorme que no se está en condiciones de hacer.
Se puede leer a los llamados Libertarios en youtube donde hay un periodista, Nicolás Morás, que tiene lleno de videos para demostrar que el plan de Davos aceptado por izquierdas y derechas, China, Rusia, Usa, Europa, los movimientos progresistas de América, todos de acuerdo, para lograr esa vieja teoría en que se apuntaría al comunismo ya que aún sin tener qué hacer se recibiría la renta garantizada universal- hubo una mujer implicada en el magnicidio frustrado de Cristina Fernández que curiosamente dijo que renunciaba a los bonos porque eso fomenta la flojera- y eso sería el viejo anhelo del comunismo marxista y no es chiste. Nombra a Spencer y otros que serían los verdaderos Libertarios y desde luego Milei sería un tongo montado para los planes de las corporaciones de todo tipo, donde están los Bilderberg; Schwab, Gates, Putin,las realezas varias, Rothschild, Soros, Musk, Roquefeller, etc. Por lo tanto todo apuntaría al nuevo orden mundial de dominio, dictadura , con libertad limitada, – nombra a Justin Troudeau, que habría confiscado los bienes de los rebeldes desobedientes, Macron con los camioneros desobedientes desesperados por no poder trabajar con las restricciones, que efectivamente arruinaron a millones que perdieron sus negocios por no poder trabajar, con impuestos para ahogar a los pequeños y con normas rígidas para excluir a los que pretendan seguir con agricultura familiar , no tener las nuevas tecnologías de producción libres del carbón- a pesar de que Alemania usa carbón de nuevo, ya que la atómica la cerraron y se sabe que pasó con el gas barato- y todo esto para dejar a las grandes corporaciones adueñarse de las tierras, por lo que se fomenta abandonar los pueblos agrícolas como efectivamente ocurre en España que busca emigrantes que vengan a vivir en esos pueblos donde no hay sino viejos.
El cambio climático sería otro cuento, ya que lo que pasa sería por el aumento de la actividad solar y no ingerencia humana. Contra esto estarían rebelándose agricultores holandeses, puesto que se estaría en competencia desleal con los países que produzcan más bajo y ya no hallan qué hacer con lo que no pueden vender. Es decir se usaría el Estado para las leyes de restricción que terminen favoreciendo los planes de las corporaciones. Hace años hubo un libro llamado Nadie se atreve a llamarlo conspiración , con la teoría de que USA sería un país socialista y aunque suene ridículo, estos Libertarios lo ven ya en Keynes con su intervención del Estado en tiempo de crisis. Por eso cualquier intromisión del Estado en este país, aunque sea para disminuir la delincuencia, se vería como mera intromisión, además con las políticas de bonos, de renta universal también, ya que las máquinas según Davos 2030 cuenta los planes dejarán sin trabajo, y habrá que asegurar que sobreviva este contingente de cesantes, puesto que serán expulsados del nuevo sistema lleno de teletrabajo y robots. Con las fuerzas predominantes en los parlamentos, esos planes de hacer algo por los miles de pobres que sí quieren tener lo que los ricos, serán sólo buenos deseos.