Si usted no es una persona comprometida con la innovación y el progreso material, no debería vivir en esta sociedad. Cada mañana, después de desayunar y camino a su trabajo, le corresponde revisar el celular. Ver las ofertas del día, en todo orden de cosas y entregarse a la tarea de seleccionar sus preferencias. Comprar un automóvil a plazo, es decir a tantos plazos, que terminará pagando el doble. Ahora, si sus ingresos no le alcanzan y darse ese gustillo burgués, puede optar por una bicicleta. Vehículo que han utilizado reyes, presidentes y artistas de fama. Bueno, si tampoco le alcanza, puede optar a zapatillas chinas y así dar extensas caminatas o viajar en bus. No renuncie a ser alguien en esta sociedad consumista, idiotizada por el mercado. Hágase un hueco en un mundo hipócrita, donde quien pestañea, pierde.

Comprar, aunque usted discrepe de mi opinión, es un acto de libertad, que nos sitúa en la cumbre de nuestro planeta. “Ser o no ser”, como dijo Hamlet. ¿O lo dijo Sebastián, cuando inauguró su oasis? En estos casos, la filosofía se apresura a distinguirnos de los animales y nos califica de dueños de la tierra, aunque la tierra ha iniciado su periplo de extinción. Nunca, por ejemplo, verá a un gato comprar su alimento, ni a un cientopiés, entrar a la zapatería a adquirir calzado. Sería su ruina. O si quiere, a un cocodrilo, ingresar a una peletería a adquirir una cartera o un cinturón de su propia piel. Todo, como usted puede observar, se traduce en un desaguisado, en una sociedad donde cada día se adereza peor.

Mientras usted viaja en un bus, en el metro o en otro medio de movilización, puede seguir observando en su celular, las ofertas del día. ¿Cómo negarnos a esta felicidad, y pasatiempo, que se le ofrece en forma gratuita? En estos días se ha anunciado la venta de autos voladores. Menudo problema se les crea a quienes realizan portonazos. Robar un auto volador, es muy distinto a robar un automóvil terrestre. Tal acción, bien podría llamarse aletazo, aunque realizar esta operación aérea, debería tener complejidades. Aguardemos, sentados a la mesa de un café, cuál va ser la actitud de los cacos. Es de esperar que estos vehículos sean vendidos con paracaídas, por si acaso.

Al llegar a casa y antes de cenar, verá TV. Retahíla de avisos comerciales, desbordada publicidad e idioteces, apenas interrumpida por una telenovela turca. Matizado con alguna noticia, vinculada a la delincuencia y los deslices adúlteros de la farándula. Matraca apabullante, cuyo destino es aniquilar su libre albedrío. Como debe ser, usted será tratado igual a una chatarra, y se rendirá al cansancio. Al despertar, la cena estará servida y entre cucharada y cucharada, mientras traga la sopa de verduras, cada uno de los miembros de la familia, le hará saber sobre las carencias, vinculadas al diario vivir. Lista interminable de objetos materiales, desde un par de zapatillas, una polera, un nuevo celular, hasta las entradas para ir al ver a cierto cantante que, en vez de cantar, grita y aúlla. ¿Debería quejarse de la modernidad? Usted podría alegar ser de otra generación, amiga de luchar por la justicia social. Eso, sin embargo, no le cuadra a su prole, tanto o más atosigada que usted, por el vendaval. Seducida por una sociedad, entregada a favorecer la rampante chabacanería, farándula e idiotez, por encima de la creatividad.

Y a modo de epítome, en Chile se comienza a reproducir el asno salvaje de Somalia. Hay alrededor de 200 ejemplares en el mundo. Asnos, burros, pollinos o rucios, vienen a enriquecer nuestra fauna política. El mejor ejemplo de su presencia, se halla en la nueva Constitución que, se votará el próximo mes. ¿O se botará?




 

 Walter Garib

 

 

 



Walter Garib

Escritor

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  • Estas últimas semanas he estado en Europa y por lo que he podido apreciar, aquí lo políticamente correcto no es reducir el consumo sino reciclar; esto significa que al vaciar el envase de zumo hay que guardar la tapita de plástico para luego reciclarla, así salvamos al planeta y podemos seguir consumiendo a destajo sintiéndonos además virtuosos. Reducir el consumo sería el colmo de lo anti patriota.

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