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Alerta Naranja en el volcán Villarrica: lo que debes saber y hacer

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Investigador postdoctoral Jorge Romero explica qué significa la alerta Naranja y la importancia de seguir las recomendaciones preventivas.

 

Los titulares de las noticias hablan de alerta Naranja para el volcán Villarrica, pero qué significa e implica esta alerta que inquieta a autoridades y habitantes. El geólogo e investigador postdoctoral del Instituto de Ciencias de la Ingeniería (ICI) de la Universidad de O’Higgins (UOH), Jorge Romero, explica que la Red Nacional de Vigilancia Volcánica de Servicio Nacional de Geología y Minería (SERNAGEOMIN) y el Sistema de Protección Civil tienen dos tipos de alerta para medir la actividad de los volcanes.

 

Así, la Red posee los niveles: Verde, Amarillo, Naranjo y Rojo, para indicar el nivel de actividad volcánica; y el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED), está pensado para acciones concretas que se deben adoptar y sus colores son verde (temprana preventiva), amarillo y rojo.

 

“Por lo tanto, -detalla Jorge Romero- que el volcán Villarrica pase de alerta Amarilla a Naranja implica que los parámetros que se monitorean respecto a su actividad han sufrido un cambio y la actividad se ha incrementado. En este caso, la energía sísmica aumentó considerablemente y se comenzaron a observar explosiones en la superficie, además de emisión de ceniza, todo esto en un comportamiento errático y oscilatorio”.

 

¿Por qué se originan estas situaciones con los volcanes?

 

“Los cambios en la actividad se relacionan con procesos profundos que ocurren al interior del volcán. Estamos hablando de entre 4 y 19 kilómetros de profundidad. Además, el Villarrica es un volcán especial, que posee una chimenea repleta de roca fundida en su interior, la que es visible en superficie como un lago de lava. Desde las profundidades, el flujo de gases puede incrementar de forma cíclica, produciendo aumentos en la actividad superficial. Además, existen otros procesos, como recargas profundas de roca fundida sobrecalentada, que pueden cambiar a largo plazo la actividad y causar erupciones mayores”.

 

¿Qué actitud debe tener la comunidad del lugar ante una alerta Naranja?

 

“Es importante tener, en todo momento, conocimiento de la información oficial respecto a la actividad del volcán Villarrica y las medidas que se han tomado al respecto. Estas decisiones no deben asustarnos, ya que están pensadas para salvaguardar la vida de quienes están en la zona expuesta al volcán.

 

Es necesario recalcar que muchas de las señales que da el volcán son imperceptibles o invisibles para la comunidad y, por ello, se utiliza tecnología e instrumentos sensibles para vigilarlo. Y esto quiere decir que las decisiones no son decisiones aleatorias y conlleva aceptar el costo logístico y comunicacional que implica, para las autoridades, más en una zona turística como ésta”.

 

¿Los turistas cómo deben actuar ante este escenario?

 

“Me consta que la población local está bien educada sobre la actividad del volcán, y conocen su historia reciente pues conviven con él. Sin embargo, esta es una zona muy turística, y hay un flujo importante de personas que no conoce o convive con volcanes. Por eso, es clave que en estos casos los turistas estén plenamente informados de los planes de contingencia, las vías de evacuación, los puntos de encuentro transitorio y los mecanismos de alarma ante una eventual erupción”.

 

¿En Chile, construimos asentamientos humanos muy cerca de los volcanes?

 

“Es una práctica ancestral, desde nuestros pueblos originarios hasta la actualidad. Los volcanes entregan recursos importantes para la vida y han sido apreciados y respetados como deidades. El problema es que, luego de la colonización europea, se comenzó a construir en zonas más susceptibles al impacto de los procesos volcánicos. En los últimos siglos eso se ha incrementado por las actividades recreativas, turísticas y las parcelaciones. Así se ha construido riesgo y, lamentablemente, hay muchos estudios técnicos y mapas, pero no siempre son vinculantes y hay poca capacidad para regular el territorio.  Y en donde ya existen estos asentamientos, tampoco hay políticas públicas con visión de largo plazo, respecto a medidas de mitigación y reducción de la vulnerabilidad que permitan reducir el riesgo volcánico. Ya lo vimos en Chaitén, y si esto no cambia, segura y lamentablemente, lo veremos en la próxima gran erupción de algún volcán chileno”.

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