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1973 y el rechazo a la memoria en Chile

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En una nueva conmemoración del mayor atentado terrorista que ha sufrido Chile en su historia, a través del  bombardeo a La Moneda y el comienzo de una sangrienta dictadura de 17 años, cuesta entender que aún existan sectores que sigan justificando el golpe militar y hasta reivindicar la figura de Augusto Pinochet, luego de conocer la enorme evidencia sobre los miles de compatriotas exiliados, asesinados, torturados, violados y desaparecidos por parte de fuerzas armadas anti chilenas y contra su propio pueblo.

De ahí que estos 50 años no solo no sean un avance en generar ciertos mínimos comunes sobre lo ocurrido con el golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973, sino que se ve un retroceso si lo comparamos con la conmemoración de los 40 años, en donde existieron ciertas señales democráticas de manera transversal de parte de la clase política y sectores sociales de aquel entonces, a través de la idea de cómplices pasivos y de que nunca más se podía repetir lo ocurrido con el terrorismo estatal y la sistemática violación a los derechos humanos (1).

No obstante, como la historia no es lineal, nos encontramos en un momento negacionista impulsado por sectores reaccionarios y de ultraderecha en el país, que lo que buscan no solo es celebrar el golpe de Estado, sino borrar todo tipo de memoria con lo ocurrido, luego del rechazo hace un año atrás de la propuesta constitucional y el control del nuevo Consejo Constitucional de parte del Partido Republicano, que lo ven como una gran oportunidad para seguir instalando un peligroso discurso anti derechos y que busca reinterpretar la historia a base de mentiras y odios, denostando la figura de Salvador Allende.

Lo señalo ya que la aprobación de esa propuesta constitucional del 2022 era un amenaza más grande incluso que la Unidad Popular, ya que tener una nueva carta magna de manera democrática, participativa, que redistribuía el poder y que garantizaba derechos en distintos ámbitos, era dejar atrás no solo el Estado neoliberal de Pinochet, sino también las bases del Estado Portaliano, algo que no pudo impulsar Salvador Allende, lo que fue aprovechado por la elite existente, apoyada imperialmente en su proceso de desestabilización por el gobierno de Estados Unidos.

Dicho esto, la amenaza gigantesca que vieron con la nueva constitución los grandes poderes fácticos en Chile hizo que se desinformara sobre algunos de sus contenidos más importantes (Plurinacionalidad, Estado Regional, Derechos de la Naturaleza, Igualdad Sustantiva, Democracia Inclusiva y Paritaria, Derechos Sociales), o simplemente se ignoraran, como pasó con el Derecho a la Memoria del artículo 24 de la propuesta (2), la cual se hacía cargo de un tema fundamental para cuidar nuestra democracia y dar justicia a las víctimas del terrorismo estatal.

Por supuesto, aquel articulado que planteaba el derecho al esclarecimiento y conocimiento de la verdad de las víctimas a los derechos humanos, como su reparación integral, y la obligación del Estado de prevenir, investigar, sancionar e impedir la impunidad, quedó completamente invisibilizado por los grandes medios privados y también de parte de una televisión pública (TVN) que no estuvo a la altura del momento histórico del país.

No hay que sorprenderse por tanto que la conmemoración a los 50 años del golpe militar en Chile, genere rechazo e indiferencia de parte de un sector importante de la sociedad, como mostró un estudio de la consultora Criteria (3), en donde El 56% señaló que esa fecha nos divide como país, el 48% que le parecía irrelevante y un 47% que nos dejaba pegados en el pasado.

 Ante este escenario, de rechazo a la memoria en Chile, cuesta ser optimista, considerando el desgaste y malestar a lo constituyente actualmente, que seguramente hará que la gran mayoría vote en contra de la propuesta presentada por la Comisión Constitucional, lo que cerrará de mala forma el proceso democrático más importante que ha tenido Chile en su historia como país, y la posibilidad de pensar en un país reconciliado.

En consecuencia, este año 2023 pudo ser un año distinto y de mucha esperanza, ya que se abría una posibilidad de ponernos de acuerdo en algo tan básico y tan importante como es el respeto y cuidado irrestricto de la democracia y los derechos humanos, en toda circunstancia, pero pareciera que tendremos que esperar y seguir luchando por más tiempo del que creíamos para que la memoria sea un valor central y de unidad para chilenas y chilenos.

 

Por Andrés Kogan Valderrama

 

Sociólogo Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable Realizando Diplomatura en Masculinidades y Cambio Social Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea Con cursos de Doctorado en Estudios Sociales de América Latina Profesional de la Municipalidad de Ñuñoa

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  1. Margarita: Acabaron con la prensa independiente porque ésta -que no había experimentado una «convergencia» (Boeninger) con la derecha como la del liderazgo de la Concertación a fines de los 80- se convertiría a la larga en la verdadera opositora de sus gobiernos neoliberales. Así como acabaron con la movilización social popular que se había desarrollado en los 80; y como regalaron solapadamente la mayoría parlamentaria a la derecha en el acuerdo de Reforma Constitucional de 1989, para así poderle echar plausiblemente la «culpa» a que no la tuviesen (como lo hicieron) el que no aplicaran sus programas de sustitución del neoliberalismo…

  2. Margarita Labarca Goddard says:

    RESPUESTA A ANDRES KOGAN
    Allende se equivocó como se equivocaron muchos, menos los que nos habíamos educado en el extranjero. Se equivocaron porque eso es lo que enseñaban en todos los colegios: las fuerzas armadas son legalistas y leales a cualquier gobierno elegido democráticamente.Por eso hubo compañeros que fueron a entregar sus oficinas, sus autos, sus papeles como si fuera un cambio de gobierno normal, y allí perdieron la vida.
    Si el pueblo chileno es relativamente indiferente, es porque no tiene información ni formación alguna. ¿Y eso a qué se debe? Se debe a que la Concertación se dio el lujo de acabar con toda la prensa de izquierda o solamente imparcial que hubo durante la dictadura, clandestina en Chile y legal en el exterior. Sólo quedó el Mercurio y sus redes, financiado por todos los gobiernos post dictadura. ¿Por qué lo hicieron? No lo sé. Entonces, ¿Qué puede pensar y creer el pueblo si lo bombardean permanentemente con ideas de derecha y con noticias falsas?
    Compañero Kogan, tú que tienes tantos títulos y doctorados, podrías intentar averiguar por qué acabaron con la prensa independiente.

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