Claudio Fuentes: el conflicto sobre derechos e instituciones seguirá acompañándonos por décadas
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En un momento de significativos cambios y transformaciones en la política chilena, el politólogo y académico de la Universidad Diego Portales, Claudio Fuentes, comparte en esta entrevista sus análisis sobre diversos temas que están marcando la actualidad del país. A través de una entrevista, Fuentes aborda cuestiones fundamentales que han surgido desde el estallido social en 2019 hasta la actualidad.
Claudio Fuentes es profesor titular de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales. Doctor en Ciencia Política de la Universidad de Carolina del Norte (Chapel Hill). Sus intereses académicos se han orientado al estudio de los procesos políticos en Chile y América Latina, focalizándose en los últimos años en el estudio de las dinámicas del cambio institucional. Una de sus últimas publicaciones es la edición de «El Proceso Fallido. La dinámica constituyente en Chile 2020-2022» publicado por Editorial Catalonia.
Uno de los puntos clave que Fuentes destaca es el auge del Partido Republicano y el aparente sesgo de extrema derecha en la UDI. En este sentido, el académico argumenta que el auge del Partido Republicano se debe a múltiples factores, como la frustración ciudadana con la élite política, el deseo de seguridad ciudadana y empleo, y una respuesta política a la izquierdización experimentada en Chile tras el estallido social. Sin embargo, Fuentes advierte que no necesariamente refleja una «derechización» general de la sociedad, sino más bien una movilización de votantes con posturas conservadoras.
En cuanto a la oposición y su actitud ante las reformas tributaria y previsional propuestas por el gobierno, Fuentes observa una defensa de intereses económicos tradicionales y un fuerte apoyo de la ciudadanía a las posturas conservadoras, lo que coloca al gobierno en una posición de debilidad.
Sobre el proceso constituyente en curso en Chile, Fuentes ofrece una visión crítica. Asegura que, a pesar de las masivas protestas y cambios políticos, el momento constituyente no ha logrado generar un acuerdo político sustantivo que establezca una base de convivencia duradera. Destaca la falta de liderazgos capaces de unir a la sociedad en torno a un gran acuerdo nacional y advierte que la actual dinámica de fragmentación y erosión del debate político podría perpetuarse en los próximos ciclos electorales.
Finalmente, Fuentes aborda la perspectiva del plebiscito constitucional y los posibles escenarios que se presentan. Observa que, independientemente del resultado, la política chilena enfrenta desafíos profundos, incluida la posibilidad de que los temas de largo plazo sean relegados por cuestiones de corto plazo debido a las dinámicas electorales.
El Clarín. Hemos visto la entrevista en El Mostrador a Myrna Schindler en la que rechaza la idea de la derechización de la sociedad chilena. ¿Cómo explicamos el auge del Partido Republicano y el sesgo de extrema derecha que ha tenido últimamente la UDI? ¿Cómo explicamos la resolución de la Cámara para leer el acuerdo del Congreso de 1973 para declarar inconstitucional el gobierno de Salvador Allende? ¿Cuál es el beneficio que obtiene la derecha al justificar el golpe de estado?
Claudio Fuentes: El auge del Partido Republicano se explica por varias razones. En primer lugar, es una respuesta ante las frustraciones ciudadanas respecto de la élite política que no logra establecer acuerdos; el PR apunta a un electorado «duro» que tiene demandas de seguridad ciudadana y empleo. Además, implicó una respuesta política a la izquierdización que vivió Chile producto del estallido. Electoralmente se vio favorecido por movilizar a quienes no habían participado anteriormente en ciclos electorales por el voto voluntario. El cambio a voto obligatorio hizo que se incluyeran nuevos votantes con tendencias más conservadoras. No se trata de una «derechización» de la sociedad. De hecho, mientras por Boric votaron 4,6 millones de electores, por el apruebo aumentó a 4.8 millones. Existe un núcleo de personas que representa 30 o 40% que no ha variado su identidad política más de izquierda. Lo mismo con la derecha, que además de su voto «duro», logró además movilizar a grupos que no se identifican tradicionalmente.
En la referencia a la UDI, efectivamente lo que sucede es que los republicanos han capturado al votante más duro de la derecha, y producto de ello, la UDI ha buscado endurecer sus posturas para no perder dichos votantes.
En relación a la declaración de la Cámara, se explica porque existe un incentivo de la derecha a endurecer sus posturas y dicha declaración responde a la dinámica más polarizada que existe en la élite política. La derecha le habla así a un votante duro que tradicionalmente ha justificado el golpe y que ahora se siente más abierto a realizar tales planteamientos.
EC: Los meses del actual gobierno se han caracterizado por una cierta inercia derivada de la minoría en el Congreso pero especialmente por el cierre de la oposición a ingresar en un proceso de negociación de las reformas tributaria y previsional. ¿Qué trasfondo observa en esta actitud y qué beneficios y qué perjuicios políticos conlleva?
CF: La oposición de derecha está defendiendo intereses tradicionales del sector económico que los apoya. Busca evitar aumentar impuestos, establecer facilidades para el mundo privado, y favorecer el actual mecanismo de pensiones que implica fuertes inversiones en el sector privado derivado del esquema de capitalización derivado de las AFPs. La derecha, en este sentido, responde a intereses clásicos. Además de tener los votos para frenar tales reformas en el Congreso, cuenta con una opinión pública que está preocupada de la seguridad ciudadana, del empleo y de frenar la ola inmigratoria, por lo que la agenda de derecha ha encontrado un fuerte apoyo en la ciudadanía. A ello se suman los escándalos de corrupción que afectaron a la coalición del Presidente, lo que coloca al gobierno en una posición de debilidad.
EC: La deriva de la política chilena ha cambiado sensiblemente desde el estallido del 2019. Hemos ingresado en un proceso constituyente que aún no termina y hay una nueva coalición, de minoría parlamentaria, que gobierna. ¿Cómo observa este momento? ¿Qué generalidades y qué particularidades ve?
CF: En relación a eso, en realidad el proceso constituyente partió mucho antes del estallido. Fue en 2013 cuando se inició un ciclo nuevo de intentos por cambiar la Constitución y fue durante el gobierno de Bachelet (2014-2018) que se lanzó la primera iniciativa por cambiarla. Entonces, se trata de un momento que anticipa al estallido y que luego de las masivas protestas se transformó en una respuesta política al desencanto ciudadano. Veo que el momento constituyente no ha logrado plasmar un acuerdo político sustantivo que establezca normas que sean lo suficientemente amplias como para establecer un pacto de convivencia duradero. No sucedió en 2014-2018 porque la derecha no quiso participar de tal esfuerzo; no se logró con la Convención porque la izquierda decidió aventurarse con un texto donde no se incluyó a la derecha; y es probable que no se logre ahora que la derecha no incluya las perspectivas de la izquierda.
La Constitución es un acuerdo de convivencia, donde se establecen mínimos para evitar que mayorías y minorías no terminen enfrascadas en un conflicto eterno. Aquel pacto de convivencia que implica cómo se organiza el poder y qué derechos y deberes se incluirán no se ha logrado establecer. Se trata de un momento constituyente donde las élites políticas, sociales y económicas no logran generar un acuerdo que genere la suficiente legitimidad y apoyo social.
Lo anterior implica que el conflicto sobre derechos e instituciones seguirá acompañándonos por décadas hasta que un nuevo episodio de crisis reposicionará la cuestión constitucional en nuestra sociedad. Veo el ciclo político como una oportunidad perdida donde faltan liderazgos que hayan permitido generar condiciones para un gran acuerdo nacional.
EC: Hasta el momento, las encuestas de opinión revelan un creciente aumento a un voto en contra a la propuesta constitucional plebiscitada en diciembre. ¿Así como el Rechazo del 4 de septiembre de 2022 afectó al gobierno y a las fuerzas progresistas, qué escenarios posibles ve si el voto en contra vuelve a imponerse?
CF: La dinámica político-partidista muestra una fuerte erosión de la calidad del debate, de las posibilidades de acuerdos y de las oportunidades para generar políticas de largo plazo. Si se mantiene el texto vigente, se mantendrá un alto nivel de fragmentación a nivel político lo que se constituye en un gran obstáculo para establecer acuerdos de larga duración. Entraremos rápidamente en el ciclo electoral municipal y presidencial lo que implica que los incentivos de la política se focalizarán en cuestiones muy de corto plazo. Observo un debilitamiento de las agendas programáticas en los partidos y la primacía del clientelismo y las relaciones de poder entre autoridades y electores. Grandes temas como la transfomación energética, las reformas sociales, la reforma del Estado nuevamente serán postergadas en beneficio de políticas muy de corto plazo y que buscan cumplir fines electorales. Ahora bien, algo no muy distinto observaría de triunfar la opción apruebo–salvo la reducción de la fragmentación de partidos–que es el único cambio más estructural que se proponía en el anteproyecto pero que requerimos observar cómo se materializará en la propuesta final.
Por Paul Walder