15 de agosto de 1965, como si fuera ayer
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Hay que recurrir necesariamente a la memoria para contar que un día 15 de agosto en 1965 un grupo de estudiantes y obreros se dieron la tarea de construir una organización revolucionaria a la que decidieron definir como Movimiento de Izquierda revolucionaria MIR.
Hasta esa fecha lo último conocido fue el Frente Popular que se había alcanzado con Pedro Aguirre Cerda. Los siguientes tiempos fueron pequeñas victorias parlamentarias en algunos distritos. Salvador Allende había dado sus primeras batallas por llegar al gobierno.
Guevara era asesinado en Bolivia en 1967
La izquierda latinoamericana se batía entre el reformismo y la revolución. La toma del poder era un objetivo no menor para lo cual era fundamental crear partidos y organizaciones revolucionarias dispuestas a concretar objetivos históricos. Había que organizar a los trabajadores, que ellos comprendieran que sus peticiones eran urgentes. Hubo muchas huelgas vestidas con sus pliegos completo de exigencias impostergables.
Cuba lo había logrado a ochenta millas del imperialismo norteamericano.
Era posible entonces.
El análisis que hacen los miristas para dar forma al partido se inicia sosteniendo de forma irrefutable que se trata de un Chile sumido en la miseria, subdesarrollado, con un modelo exportador extremadamente dependiente de los Estados Unidos. No se había concretado un proceso de repartición más justa de la tierra y era urgente hacer una reforma agraria. Millones de hectáreas estaban en situación de abandono y las urgencias alimenticias de millones de chilenos era urgentes.
Los pobres del campo y la ciudad aparecen entonces como los actores determinantes en este proyecto. Sin clase obrera, sin la participación de los trabajadores y sus organizaciones no era posible lograrlo.
El MIR nace teniendo adversarios, toda la izquierda tradicional, la de los frente populares condenaron al fuego eterno a la ultra izquierda, eran la expresión del infantilismo de izquierda. La izquierda de largo recorrido
Chile necesitaba alterar el modelo educativo, el apurar una gran reforma universitaria se pedía a gritos. Millones de jóvenes que estaban en condiciones para ingresar a casas de estudios superiores quedaban excluidos sencillamente por ser pobres.
El MIR nace para hacer avanzar las ruedas de la historia.
Sus militantes iban algo más que lo meramente electoral. No se negaba de aquella alternativa de cambio, pero en Chile si era necesaria colocar entre aquellos instrumentos las banderas del asalto al poder para lo cual era fundamental la creación de un poder popular, amplio, consecuente y generoso.
La izquierda chilena siempre se ha mantenido en actitud de análisis y desde allí lanzarse con sus proyectos para hacer alianzas, la creación de frentes, pero siempre se valoraron los programas que estaban marcados e iniciados desde la clase.
La década del sesenta no fue fácil. Había que instalar una organización revolucionaria en Chile. El PC/PS ya tenían su trayectoria y sus martirios.
Jamás nos sentimos con una alta calidad moral. Compartíamos los maltratos del Partido Comunista en los tiempos de González Videla. Nos dolerá eterno Arnoldo Ríos en Concepción. Los fundamentales iniciadores convocaron a todos aquellos que eran necesarios para darle a Chile un nuevo sentido en su vida republicana.
Lentamente fueron naciendo los comités locales, los regionales. Llegaron el FTR/MCR/FER/MIU/MPR, frentes intermedios que posibilitaron entregar a esos sectores una visión y propuestas con las cuales se comprometieron.
Nos mataron a Moisés Huentelaf.
Los cordones industriales eran la clase, esos obreros de los años sesenta y setenta que con esfuerzo construían radios, cocinas, lavadoras, ollas y pailas, que provenían de las tomas de terrenos con sus casas a medio construir como la patria misma.
Éramos pequeños para el 11, sólo conocíamos el terror del golpismo por otros compañeros cercanos. Los montoneros, el ERP, los tupamaros. La lucha revolucionaria es un largo y eterno proceso de aprendizaje al que jamás hay que restarse. El mundo tiene sus tiempos calmos y otros más intranquilos.
Y llegó la hora de Miguel con su chaquetón azul solapas levantadas.
Mientras el ejército miserable pagado por la CIA y entregado al capital atacaba La Moneda había que volver a la clase. No hubo rendidos.
Después todo ya forma parte de esta larga historia de los cincuenta años. Nos quedamos con el último apretón de manos mientras en el abrigo estaban los comentarios de la dirección nacional.
Nos quedamos con todo lo que hicieron los que nos hacen falta hasta estos días. Los nuestros desaparecidos y los que se despidieron de las nubes con los ojos abiertos manchaban el asfalto.
Queridas compañeras, queridos hijos y nietos de militantes del MIR.
Los pocos o los que quedan deben saber que jamás los olvidaremos. Los que compartieron una toma de terreno para hacer una casa. Los que se tomaron algún fundo en el sur para que el campesino sea escuchado. Para el que llevó pescado fresco a la mesa. Para los que desde lo más profundo de la mina gritaron que el dueño debería ser el pueblo.
A los que llegaron a las montañas en el sur para detener la agresión de los militares y que fueron asesinados cobardemente. Esos fundamentales.
15 de agosto. Nada más duro que la reflexión, esa vuelta a la memoria tan indispensable. Meridianamente claro debe quedar que jamás y en las perores condiciones se bajó la cabeza frente al enemigo. No se les acetó ninguna condición.
A los enemigos se les trata como son. Jamás debe negociarse los derechos de un pueblo que por siglos los han maltratado, humillado y asesinado. El MIR no era la verdad absoluta sencillamente un apunte en la historia para que todo fluya lentamente.
Posiblemente, nada en lo quede de vida para los que fueron miristas sea más importante que haber militado bajo dos colores eternamente vigentes.
Un abrazo camaradas no importa en el lugar del mundo te encuentres.
Por Pablo Varas
ANTONIO PIZARRO says:
Seguimos en la lucha construyendo desde la base social a la que nos debemos
Adelante con todas las fuerzas y la memoria activa y combativa
Solo la lucha nos hará libres