Vuelvo a la referencia al escrito de Alvarado, particularmente a su remate final dado que condensa una visión que nos interpela a una utopía, necesaria en este tiempo de crisis espiritual, en cuanto a la urgencia de búsqueda a la búsqueda de un orden de vida nacional distinto, intención presente en nuestro amigo recordado, dice Marcelo: «La obra intelectual que nos lega y su vida entera nos invita a bregar por un mundo mejor es posible construirlo con rebeldía, con pensamiento y con poesía». En lo que sigue caracterizaré a Miguel con estas tres virtudes del espíritu necesarias para la transformación social, cultural y política.
Dada la personalidad de este recordado filósofo chileno, tiendo a pensar que desde su infancia pudo haber sido un rebelde, sobre esto quizá nos puedan relatar mejor quienes fueron parte de ese ámbito familiar, barrial o escolar. Sin embargo, no me resulta impensable imaginarlo rebelde desde su infancia. Las opiniones y escritos sin duda reflejan este espíritu con esa capacidad de colocar siempre un punto de vista crítico más allá de la lógica trivial del consenso impostural, esa suerte de actitud socrática con rasgos de ironía provocando el despliegue de las ideas al calor de los debates que no temen a la polémica, fiel a la concepción dialéctica de cuño hegeliano/marxista. Rebeldía no sólo política sino que genuinamente filosófica, nunca abandonando la praxis del intelectual que busca la transformación de un orden político incapaz de proporcionarnos la esquiva felicidad. La rebeldía es una actitud del espíritu que busca un mejor modo de estar. Esa es la rebeldía irrenunciable a favor de la justicia.
La vocación por el pensar es deber fundamental de quien pretenda ser reconocido como filósofo y en Vicuña es otra de las características reconocibles. Como muestras tenemos algunos de sus textos, que quizá no fueron tantos, en parte porque el pensamiento siempre lo manifestó de una forma más vital, por ejemplo en sus atentos comentarios, a veces tendenciales y retóricos, buscando la provocación al diálogo sin apuro y sin cierre. Esa licencia sin pudor al ocio filosófico no siempre comprendido, pero que compartido posibilita la proximidad del que piensa con un alter, con un otro, permitiendo el honesto reconocimiento.
El poeta, incesante poeta, siempre creando la metáfora que irrumpe en otro código más mistérico, en relación a la política y a la filosofía. Interviniendo la realidad de otro modo, creando lo imposible como refugio, el lugar de la pausa, el espacio de refugio para el intranquilo espíritu, sin dejar de ser sin dejar de pensar, existencia alojada en otro modo habitando otra expresión. Esa expresión de cada poema que aún no ha sido escrito y de ahí la decisión a seguir escribiendo incansablemente sin apremio procurando la forma y la materia expuesta en su contenido adornado de lirismo.
Donde leo a este intelectual que presento en esta breve nota más allá de su obra poética, pues en sus ensayos como los reunidos en su libro titulado «Contingencia de Chile» ediciones de la Radio Universidad de Chile (2017); en «Más de 130 años de crisis social» que es un prefacio del libro «Historias de las ideologías en Chile. Pensamiento y acción de los hermanos Lagarrigue» de Antonio Faúndez editado por la UDEC (2022); en el artículo «Decontrucción de la ontografía en la obra de Pablo Oyarzún» en el libro colectivo «Pablo Oyarzún: Reverberaciones» publicado por la editorial LOM (2023); o en la entrevista que le realicé en febrero del 2016 bajo el título «La crisis de la universidad: el problema del mercado» publicada en la edición digital de Le Monde diplomatique Chile. Este jueves 17 de agosto a las 19.00 horas en San Isidro 75, sede de la Fundación Juan Enrique Lagarrigue, se realizará con varias intervenciones este homenaje póstumo.
Miguel Vicuña un rebelde frente a la cotidiana aceptación de la derrota aparente frente al capitalismo, o como le gustaba escribir del neo neo neo capitalismo, espíritu vital que frente al relato pobre del economicismo tomaba conciencia del ecologismo y de la sagrada cultura originaria de nuestro territorio. El filósofo informal, o el antifilósofo, siempre en desajuste a esa clausura del pensar en el interior de la academia servil a la ideología dominante. El poeta buscando el origen de un verbo distinto, prístino, tomándose con seriedad la travesía posible en los juegos del lenguaje.
Un rebelde de la cotidiana aceptación de la derrota frente al capitalismo, o como decías del neo-neo-neo capitalismo, ese vitalismo que frente a la lógica economicista tomaba conciencia del ecologismo. El filósofo informal, o el antifilósofo, siempre denunciando la clausura de la academia servil alejada del pensamiento. El poeta buscando el origen de un verbo distinto, prístino, tomándose con seriedad la travesura posible en los juegos del lenguaje.