La extrema derecha está golpeando a la puerta
Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 6 segundos
En los últimos años, hemos sido testigos del crecimiento de movimientos y partidos de extrema derecha que promueven la ideología del odio en diferentes partes del mundo. Esta expansión es resultado de varias condiciones socioeconómicas y políticas comunes en todo el globo. El auge de la extrema derecha no es solo un aprovechamiento de la inseguridad real o creada o a la desigualdad económica o a la crisis migratoria; es, también, una manifestación de xenofobia, nacionalismo y erosión de los valores democráticos.
Pero, el hecho de hablar de auge de la extrema derecha nos sugiere que otras fuerzas políticas, en este caso, de centro-izquierda, fracasan políticamente de manera peligrosa para la democracia y la solución de los problemas reales de la sociedad. Ese incesante pleito de dar o quitar prestaciones sociales, que dura más de 30 años sin obtener resultados significativos, o peleas sin importancia o basadas en mentiras y revanchismo político, está terminando con la paciencia ciudadana.
La política del tira y afloja, de la esperanza a la decepción, dejó de ejercer de freno social, tal cual sucedió para el levantamiento de octubre 2019. La política ya no entrega respuestas o las que entrega no son satisfactorias. Esto deja espacios a visiones extremas. De esta manera, el resurgimiento de la ideología del odio es primeramente un problema político.
Efectivamente, después del asesinato de Olaf Palme en Suecia, aconteció el derrumbe político e ideológico de la socialdemocracia europea, desechando su postura histórica para dar paso a la tercera vía de Anthony Giddens, Blair y Felipe González. Esta nueva adquisición ideológica significaba la aceptación del Neoliberalismo o libre mercado, paralizando la profundización, progreso y desarrollo de la sociedad de bienestar.
La tercera vía, en esencia, intenta reconciliar las políticas de la izquierda y derecha de manera que surja una síntesis de políticas económicas de derecha y políticas sociales de centro-izquierda. Para esto se deshicieron de su concepción socialista de estado y del keynesianismo económico para reemplazarlo por las concepciones económicas del estado neoliberal. Hoy, es evidente el fracaso de esta política. Tanto es así que los trabajadores de los países europeos luchan, donde aún quedan sindicatos fuertes, ya no por avanzar en nuevas prestaciones (léase Francia) sino por mantener lo conseguido anteriormente, intentando evitar el desmoronamiento de su nivel de vida, el cual en muchas áreas ya ha bajado sustancialmente.
Felipe González trajo la renovación política-ideológica de Europa a América Latina con el propósito de darle una dimensión global a la tercera vía. Sin embargo, estas ideas euro centristas tenían poca relevancia para nuestra realidad en el continente. Esta discrepancia es de importancia debido a las marcadas diferencias entre Europa y nuestra situación. Mientras en Europa disfrutaban de un estado de bienestar, en países como Chile aún se vivía bajo una dictadura y ya se había impuesto el modelo neoliberal y el estado subsidiario, mientras que en Europa estaban en proceso de asumirlo debido precisamente al abandono ideológico de la socialdemocracia europea. Aun así, estas ideas de renovación socialdemócrata en Europa, unidas al proceso de renovación socialista que también comenzó en Europa, cambio el eje de la lucha en Chile. De derribar la dictadura y cambiar el modelo económico se pasó a intentar poner en práctica la nueva idea política.
Los partidos de izquierda en su lucha contra la dictadura fueron en búsqueda de un polo opositor que incluyera sectores de derecha, incluso golpistas arrepentidos, que existían dentro de la Democracia Cristiana. En otras palabras, la Concertación nació siendo un ente político híbrido que combinaba la economía neoliberal con solo algunas reivindicaciones simbólicas primero y sociales después.
Es esta política e ideología de la tercera vía lo que está entrando en crisis en Chile y el mundo. Y, las salidas se presentan bastante complicadas. Complicadas porque actualmente no existe otra alternativa política creíble con la cual hacer frente a la extrema derecha. Esta debe construirse. En la centro-izquierda chilena, lo que ustedes ven es lo que hay, y nada más. La vieja Concertación y Apruebo Dignidad.
De los dos conglomerados, la antigua Concertación fue rechazada durante las grandes manifestaciones del 2019 bajo la consigna «son 30 años». Mientras tanto, el Frente Amplio está siguiendo la suerte de otras organizaciones nacidas de movimientos sociales y estudiantiles. Lo que se presentó como alternativa a la centro-izquierda como SYRIZA en Grecia y Podemos en España terminaron todos mezclados con la centro-izquierda abrazando la tercera vía. Es decir, no había una alternativa política e ideológica, solo valores y principios morales que al no ser sustentados por un proyecto país de largo plazo basado en principios políticos e ideológico, poco a poco se demuestran vacíos.
Por otra parte, la extrema derecha en Chile tiene una formación muy parecida a la extrema derecha brasilera. Está compuesta de políticos fanáticos imposibles de comunicarse con ellos de manera razonable. Pero, además, la constituye un número no menor de fundamentalistas cristianos, también difícil de cambiar o dialogar.
¿Cómo se combate o trabaja políticamente con gente que piensa que la mejor forma de gobierno es una dictadura? A esto se agrega el problema de los apoyos desde el exterior. En Europa la extrema derecha o partidos fascistas directamente tienen el control de gobierno en tres países de Europa: Italia, Hungría y Polonia. Mientras que en otros países como Francia y Suecia están a las puertas de gobernar. No podemos menos que esperar que la extrema derecha en Chile y los elementos fascistoides dentro de ella logren apoyo de gobiernos extranjeros fortaleciéndose, algo que les ayudaría a incrementar su nivel de propaganda para seguir pregonando la división en los estratos más pobres e ignorantes de la sociedad.
Frente a la amenaza planteada por la extrema derecha, la respuesta desde el campo de la izquierda es clara: se requiere unidad. Sin embargo, esta aparente solución no es una tarea de simple ejecución. Especialmente en este momento, la tarea no es solo la unión en sí, sino la construcción de un nuevo proyecto político distinto a la corriente de la tercera vía. Se busca establecer un proyecto nacional que presente una narrativa coherente desde su inicio hasta su conclusión.
No se busca emular un conglomerado similar a la Concertación, donde incluso algunos partidos no consideraban necesario comprender plenamente los programas o medidas a las que se comprometían. En ese contexto, la actitud prevaleciente era la de hacer lo posible, pero también se inclinaban a boicotear aquello que resultara viable. Un ejemplo negativo de oposición a Bachelet fue representado por su ministro Burgos.
Hoy en día, la meta no se limita a la creación de una coalición anti-extrema derecha con el objetivo de evitar que lleguen al poder. Existe la posibilidad de que el gobierno actual se pierda independientemente de las acciones tomadas. Por lo tanto, se requiere la concepción de un proyecto que trascienda un simple acuerdo electoral. Aunque la unión es un aspecto esencial, también se hace necesario dejar de lado a las fuerzas políticas que han obstaculizado los cambios, tal como ha sido el caso de la Democracia Cristiana.
Si no se adopta un giro político profundo hacia el futuro, existe el riesgo de enfrentar consecuencias no anticipadas.
Por Rafael Alfredo Cerpa
Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín
Gino Vallega says:
Después de la HECATOMBE CÍVICA-MILITAR DICTATORIAL…….»la alegría ya viene» quedó en veremos por el compromiso de «mantener la línea editorial y la impunidad» de Alwyn y sus boys y los choqueados mentales han ido en busca de cualquier idea
que les muestre una luz al final del tunel, aunque no se den cuenta que la luz es un espejismo de la misma dictadura que los choqueó.
Ricardo Cerpa says:
Exacto,se requiere mucha humildad y comprension para frenar el peligro que enfrentamos como sociedad.De lo contrario,corremos el riesgo de quedarnos solo con la consigna «NO PASARAN».
Patricio Serendero says:
«Cómo se combate o trabaja políticamente con gente que piensa que la mejor forma de gobierno es una dictadura? »
Efectivamente la ultra-derecha no tiene empacho en decir que su ideal de gobierno es una dictadura. PERO ACLAREMOS: UNA DICTADURA POR Y PARA LA DERECHA Y LOS GRANDES GRUPOS ECONÓMICOS.