Colombia: Extravagante amor patrio
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La derecha colombiana me tiene sorprendido (a veces, incluso divertido) por el curiosísimo modo, obsesivo, en que anhela la debacle nacional. Que el país se vaya al abismo, que nos traguen las plagas de Egipto, que entremos en quiebra, que nos invadan y nos quiten el territorio. Se lo piden a Dios en sus plegarias con tal de que a Petro le vaya mal. Ya habían dado muestras del extravagante amor que le tienen a Colombia en el plebiscito sobre el proceso de paz, con argumentos de la misma vergüenza intelectual que los usados por los antivacunas contra el COVID, y sin embargo lo lograron, con la complicidad, de igual o peor deshonra, de las tenebrosas iglesias evangélicas. Pero es que nuestra derecha logra con compatriotas (sobre todo los menos educados, los que no tienen formación ni criterio para decidir libremente) cosas realmente increíbles: ha logrado que los pobres salgan a la calle a protestar para que no les cobren impuestos a los ricos, por ejemplo, lo que es de campeonato mundial. O que personas sin nada en este mundo se inquieten por las supuestas expropiaciones. Otra plusmarca olímpica.
Y ahora, en la oposición, continúan emitiendo cotidianamente su lista de anuncios apocalípticos vía cadenas de WhatsApp: que a quienes viven en casas grandes los van a obligar a recibir familias enteras (y supongo, además, a mantenerlas); que Putin es el jefe de Petro y en cualquier momento Rusia, desde Venezuela, nos va a invadir; que el proyecto de Cuba y Venezuela es que el ELN se tome el poder después de este proceso de paz; que el narcotráfico financió la campaña presidencial de Petro (según ellos, el narcotráfico decidió sorpresivamente pasarse a la izquierda). Una tras otra. A esto vienen a sumarse opiniones como las de Íngrid Betancourt, que afirma que Petro debe renunciar por los problemas legales del hijo Nicolás, inventándose un exótico delito que no existe en ninguna legislación y que podría llamarse “ser padre de delincuente”.
Lo curioso de esta obstinación es que muchas de las acusaciones corresponden milimétricamente a lo que hacía la derecha cuando estaba en el poder. Un ejemplo: aseguran que Petro va a intrigar a favor de su hijo, tal como hizo Álvaro Uribe con su primo hermano Mario Uribe. Pero en ese caso no les molestó, mientras que ahora una mera suposición los tiene enfebrecidos. Del otro lado, lo positivo los enferma, atormenta su digestión. Según afirman, la apreciación del peso (esta semana volvió a devaluarse, para su alegría) se debe exclusivamente al narcotráfico, como si este hubiera empezado a operar en Colombia el 7 de agosto del 2022.
Quisiera, para terminar, subrayar dos cosas. Buen nombramiento el de Juan David Correa como ministro de Cultura, pues supone de rebote un apoyo al trabajo periodístico y reforzará la independencia de la editorial Planeta Colombia, tan necesaria en el panorama intelectual del país. También me alegró ver en la terna para nueva fiscal a Amparo Cerón, quien dirigió las investigaciones contra el consorcio Ruta del Sol II, lo que, según declaró, casi le cuesta la vida. El solo hecho de ternarla es una declaración de guerra al grupo de Sarmiento Angulo, socio de Odebrecht en ese escándalo, y al exfiscal y exabogado del Grupo Aval, Néstor Humberto Martínez.
Por Santiago Gamboa
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Rosa Tassara del Castillo says:
Curiosamente las mismas mentiras y desinformación se dan en Colombia como en Chile, la derecha junto a los grandes consorcios de los medios de comunicación fabrican los golpes de Estado, apoyados también por los miembros corruptos de los Congresos que planifican y realizan montajes, acusaciones y detienen cualquier avance que vulnere sus privilegios y prebendas. Ocurre en toda América Latina, ya los golpes no los hacen los militares son las derechas con el gentil auspicio de USA.