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Invierno en los campamentos

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Ni siquiera por la llegada del invierno que irrumpe con un devastador sistema frontal de la mano de una pandemia por partida doble,  virus contagiantes en el aire y enfermedades respiratorias que afectan principalmente a los sectores vulnerables,  hay quienes asumen que hay miles y miles de familias chilenas que capean la miseria en desventurados campamentos de tránsito que son una vergüenza nacional.

Sus modestos moradores, marginados y olvidados, ahora tienen también la condición de damnificados por las lluvias y los fríos propios de la estación, dando paso a una crisis sanitaria no prevista por las autoridades que se suma implacablemente a las carencias de lo más indispensable.

Estos asentamientos irregulares en terrenos de propiedad de terceros son una de las más crudas calamidades del modelo neoliberal caracterizado por las desigualdades sociales, el desprecio hacia las clases populares desprotegidas y el absoluto abandono que les impide  acceder a un derecho básico  como es contar con una casa propia.  Es una pobreza dura, apabullante, sin expectativa ninguna.

Los campamentos “de tránsito” que en realidad son eternos para quienes no tienen trabajo ni ingresos decentes son una figura emblemática del modelo de desigualdades impuesto por la dictadura y continuado por políticos ajenos  a los cambios  en las décadas siguientes. Allí solo hay un remedo de viviendas con hacinamiento de personas, no hay calles sino callejones, no se dispone de servicios vitales como agua, alcantarillado y electricidad, y su gente castigada por la pobreza respira humillación.

Nada de ello es prioridad para los gobernantes de turno para algunos de los cuales esta tragedia de muchos compatriotas no es más que una piedra en el zapato que se saca y se olvida con facilidad. No perciben que ellos no están ahí por gusto sino que por necesidad, porque no tienen otra parte que les pueda cobijar. Nada tienen que ver con ciertas mafias inescrupulosas que actúan en estas circunstancias.

En estos tiempos difíciles en que Chile  a diario pasa de una emergencia a otra no se advierte apuro por dar a este drama la atención que merece.  Hay una crisis habitacional que no se está abordando con la premura requerida, lo que contribuye al aumento de las tomas de sitios eriazos fiscales y particulares. En muchos casos, además, esos espacios están destinados a inmobiliarias para la construcción de imponentes edificios de departamentos que serán buen negocio para los controladores de esas empresas.

El informe de este año de la fundación Techo Chile dice que en el país existen 1.290 asentamientos irregulares, lo que equivale a un 33% más que en el periodo anterior.  Allí habitan 113.887 familias, o sea, un 39% más que el catastro pasado. Mayoritariamente la gente se encuentra en esos lugares por bajos ingresos, por el alto costo de los arriendos,  la falta de empleo y la necesidad de dejar de ser allegados.

En el escalafón nacional aparece con las mayores cifras rojas la Región de Valparaíso, seguida por la Región Metropolitana, Tarapacá,  Antofagasta y Bío Bío.  Las políticas habitacionales gubernamentales han fracasado y todo indica que se seguirá en el mismo camino sino se hacen cambios profundos en los  Serviu en todo el país, según lo revela el aumento explosivo de tomas donde los desposeídos se quedan a vivir  a falta de alternativas. Se agregan los innumerables migrantes que han ingresado al territorio nacional.

Del medio millón de viviendas que faltan en Chile la meta del actual gobierno es construir y entregar 260 mil durante su periodo. La estrategia oficial, que tiene un capítulo sobre campamentos, considera recursos a través del programa Construyendo Barrios que sin embargo no se ejecuta con celeridad. Ha llegado otro invierno y pareciera que todo sigue igual, salvo discursos, números y anuncios.

La precariedad laboral y el acceso a la seguridad social son aspectos que deben ser abordados en la planificación en esta materia. Expertos sostienen que las políticas públicas habitacionales tienen que ser integradas a programas de desarrollo social, los que permanecen retrasados por la regresión conservadora que se viene registrando inesperadamente en el país.

Hoy se está corriendo el riesgo de que las inclemencias climáticas de esta época del año deriven en una crisis de salubridad en los campamentos, abandonados a su propia suerte. No se sabe que se haya intensificado en su favor la campaña de vacunación contra el virus sincicial o la influenza, que haya recolección de ropa de abrigo para los pobladores o de otras muestras solidarias que reconforten momentáneamente a los sin casa. Lo concreto es que tras los aguaceros y las inundaciones  de junio estos asentamientos ilegales pero necesarios seguirán aumentando.

Llama la atención lo que ocurre en Viña del Mar, cuyas partes altas y alejadas del centro turístico congregan la mayor cantidad de campamentos a nivel nacional. Claramente no corresponde a la municipalidad la construcción de viviendas ni el traslado de familias,  pero en estos días grises cabía una mayor presencia social en los sectores de extrema pobreza. No se pensó  que en algún momento llegaría el invierno.

No obstante, en el concejo municipal viñamarino hace rato ya comenzaron los preparativos para una nueva versión del  Festival Internacional de la Canción. Faltando ocho meses se sabe que el certamen se efectuará en la última semana de febrero de 2024, incluyendo la infaltable feria de navidades que se conoce como “gala” festivalera.

Ahora que ha llovido copiosamente, en que hay muertos y desaparecidos, miles de damnificados, ríos y esteros que se desbordan, caminos y puentes cortados y medio Chile pide ayuda, nadie se acuerda de la triste vida de los campamentos en medio del barro y la desolación. Por el contrario: se anuncia que 80 familias de la toma “Lajarilla” de Reñaca Alto serán desalojadas  en breve por resolución judicial. La Corte Suprema acogió un recurso de protección presentado  por el propietario del predio ocupado, y el desalojo de hombres y mujeres, niños y adultos mayores, ocurrirá este 31 de julio, “ con auxilio de la fuerza pública” en caso de “oposición” según el fallo.

 

Hugo Alcayaga Brisso

Valparaíso

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