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La rebelión de los mercenarios del Grupo Wagner

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Los enfrentamientos entre Yevgeny Prigozhin y la cúpula del ejército ruso, encabezada por Serguéi Shoigu, Ministro de Defensa, y Valeri Gerasimov, Jefe de Estado Mayor, son de larga data. En Rusia, los conflictos entre altos mandos cercanos al gobierno de Vladimir Putin son comparables a los enfrentamientos entre las mafias. Cuando Putin conoció al empresario gastronómico Yevgeny Prigozhin, establecieron una amistad basada en favores mutuos. Prigozhin, quien se convirtió en millonario gracias a su éxito como empresario gastronómico, solía frecuentar sus restaurantes, lo que le valió el apodo de «el chef de Putin». Este personaje, después de cumplir diez años de cárcel por delitos comunes, se relacionó con Putin cuando este último era funcionario de la Municipalidad de San Petersburgo, gracias a su éxito empresarial y su buen gusto en la comida.

El Grupo Wagner es una empresa dedicada a la milicia privada que realiza diversas actividades: 1) formación militar; 2) reclutamiento de soldados, incluso presidiarios liberados tras cumplir seis meses de servicio; 3) labores de inteligencia y contrainteligencia; 4) servicios de comunicación, incluso patrocinando concursos de belleza. Además, se ha acusado al Grupo Wagner de intervenir en elecciones a favor de Donald Trump, de explotar y vender metales y piedras preciosas, y de tener vínculos con bancos e instituciones financieras.

El desfile del Grupo Wagner logró llegar a 200 kilómetros de Moscú sin enfrentar resistencia por parte del ejército ruso. Su dueño y líder declaró que no pretendía derrocar al gobierno, sino que dirigía sus ataques únicamente hacia los jefes del ejército y el Ministro de Defensa. El gobierno ofreció enrolar a los soldados del Grupo Wagner, lo cual es fundamental para enfrentar la ofensiva ucraniana.

El multimillonario Prigozhin es el dueño del Grupo Wagner, que presta servicios a Rusia en distintos países del mundo, incluyendo Siria, Libia, República Centroafricana, el norte de Mozambique, Malí y Crimea. En este último lugar, sus efectivos se disfrazaron con uniformes verdes para no ser reconocidos durante la presión militar de Rusia para quedarse con Crimea.

Maquiavelo, en el libro «Historia de Florencia» dedicado a la estrategia militar, critica las milicias privadas llamadas «condotieros», ya que al ser pagados resultan inútiles en el combate. A diferencia de los ejércitos nacionales, los soldados luchan por ideales patrióticos y nacionales. En la antigua Roma, una vez derrotada la República, los soldados mercenarios desempeñaron un papel fundamental en los poderes del Imperio. En la antigua Turquía, los jenízaros, jóvenes cristianos, fueron formados para la defensa del sultán.

Putin condenó con fuerza la reciente rebelión del Grupo Wagner, amenazando con el peligro de una guerra civil al compararla con la situación de la Rusia zarista en 1918, cuando cayó el Zar Nicolás II, se produjo el abandono del ejército y tuvo lugar la revolución (en febrero de 1917, en el calendario occidental). Putin considera que esto no fue más que un golpe de Estado planeado por León Trotsky y V. Lenin.

La rebelión del Grupo Wagner duró 24 horas, pero el desfile de los milicianos mercenarios no encontró resistencia, al contrario, parecía contar con bastante apoyo popular. Los milicianos llegaron a ocupar la ciudad de Rostov del Don, situada a orillas del mar de Azov, una de las principales ciudades del sur de Rusia con más de un millón de habitantes.

En esta ocasión, el gobierno ruso logró firmar un pacto gracias a la mediación del dictador más antiguo de Europa, Alexander Lukashenko. Las tropas del Grupo Wagner se retiraron y posteriormente decidieron instalarse en Bielorrusia junto a su jefe Prigozhin, quien fue condenado al exilio.

Es difícil llamar a esta rebelión un golpe de Estado debido a su corta duración de tan solo 24 horas. Incluso su líder la describió como una marcha que pretendía llegar hasta la capital, Moscú, con el objetivo de lograr la salida del Ministro de Defensa y del Jefe de Estado Mayor.

Si bien la lucha de Wagner ha terminado en el exilio en Bielorrusia, es innegable que Putin ha perdido prestigio, incluso dentro de la Federación Rusa. Sin embargo, Prigozhin ha logrado aglutinar a un importante sector del país que critica la acción e ineficacia de los jerarcas del ejército ruso.

El Grupo Wagner ha desempeñado un papel muy importante en la cruenta guerra en Ucrania, y la comparación con las obsoletas estrategias llevadas a cabo por el ejército ruso ha llevado a valorar la lucha heroica del Grupo Wagner y aplaudir las críticas de su propietario Prigozhin hacia el alto mando del ejército ruso.

El gobierno de Putin no puede aceptar que la rebelión termine con el monopolio del uso de las armas, y mucho menos compartir el poder con la milicia mercenaria del Grupo Wagner. Lo más probable es que se envíe a los milicianos para complementar las acciones en nombre de Rusia en los distintos conflictos de Asia y África. En este caso, el gobierno de Putin ha tenido éxito al reemplazar la hegemonía militar de los antiguos gobiernos coloniales de Inglaterra y Francia, presentándose como salvador de los países africanos que antes eran víctimas de la Europa colonialista.

Rusia ahora pretende profundizar su alianza con las antiguas naciones de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

En este último acontecimiento, los soldados chechenos, liderados por su jefe Ramzan Kadyrov, famoso por la brutalidad de sus métodos, pretenden reemplazar al ejército del Grupo Wagner que queda, en caso de que la mayoría de ellos se niegue a ser incorporados al ejército profesional ruso

 

Por Rafael Gumucio Rivas

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