La nueva ola ultraderechista y el resurgimiento de los sacristanes del tirano Augusto Pinochet
Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 22 segundos
El “nunca más” solo ha sido una expresión de deseo, pues en la práctica, a 50 años del golpe de Estado, la derecha, hoy extremista y nazi, vuelve a sacar la voz reviviendo el culto al militar chileno más sangriento de nuestra historia; el dictador Augusto Pinochet convirtió a las Fuerzas Armadas chilenas en ocupantes y represores de sus propios conciudadanos.
El “orden precario” se ha mantenido durante los 213 años de vida de la República de Chile, que incluye el período portaliano hasta nuestros días. El historiador Alfredo Jocelyn-Holt, en su obra El Peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica, (Planeta, Santiago, 1997), describe muy bien la forma en que la oligarquía plutocrática usaba la crueldad y la fuerza para defenderse del ataque de quienes consideraba como “delincuentes y terroristas”, que ponían en riesgo el modo de vida oligárquico-plutocrático-aristocrático, (la clase superior siempre se ha sentido europea, sobre todo españoles, que habían tenido la audacia de colonizar un nuevo mundo. El historiador Luis Thayer Ojeda, respondiendo a quienes hablaban de la novedad del nuevo mundo, decía que los chilenos ´no tienen nada de nuevo, y sólo son ´antiguos españoles en América´, pues el primer grupo representaba el orden impuesto por la fuerza, mientras que el segundo, los hermanos Carrera, la audacia y el desorden.
El historiador Alfredo Jocelyn-Holt resalta en su obra antes mencionada, que la clase dirigente siempre ha admirado a los personajes autoritarios sobre aquellos audaces y creadores, los “pelucones” sobre los “pipiolos”, personas alocadas que se reunían para preparar revoluciones, golpes de Estado y otras locuras. Bernardo O´Higgins, dictador militar, era preferido a los hermanos Carrera y Manuel Rodríguez, pues la bota militar servía para castigar a “los malos y revoltosos”, (en otra época, Diego Portales se hizo político para defender el orden – según él – imprescindible para tener éxito en sus negocios, nada muy distinto de lo que ocurrió con los empresarios respecto a Augusto Pinochet).
El Presidente Manuel Montt, descendiente de catalanes, nacido en la provincia chilena de Petorca, ha sido enaltecido por los historiadores conservadores, como el Presidente que impuso el orden frente a la audacia y locura de Francisco Bilbao y la “Sociedad de la igualdad”, libro que en su pre-texto relata, al menos, dos historias que demuestran cómo, en distintas épocas, los chilenos cultores del “orden” crearon barricadas a fin de defenderse de quienes ponían en riesgo el “orden precario”. La primera se refiere a la manera en que los patricios chilenos “se dieron vuelta la chaqueta” aplaudiendo al general Osorio, que venía a imponer el orden colonial; la segunda historia relata cómo el intendente Benjamín Vicuña Mackenna construyó un mirador en el Cerro Huelén, (hoy Santa Lucía), con el fin de vigilar a los “rotos y chinas” y, sobre todo a “bandidos y delincuentes” que ponían en peligro a los habitantes de los barrios de la gente decente.
Durante el período de los años 30, (auge del fascismo-nazismo), la derecha liberal y conservadora admiró, primero a Mussolini, luego a Hitler. No faltaban quienes negaban la existencia quema de libros, o bien, “La noche de los cuchillos largos”.
Estos retazos de nuestra historia nos demuestran que nuestra clase dirigente no tiene otro amor que el deleite del dinero. La coerción tiene como función el evitar que locos, creativos y audaces se apropien de Chile y los desplacen en la posesión del poder y de las riquezas.
Sería loable recordar siempre que la derecha convirtió al dictador Pinochet en un “héroe y estadista” que los salvó de lo que ellos llaman “la canalla maldita de rotos rebelados”. Sin “el peso de la noche” los oligarcas no pueden hacer sus negocios, razón por la cual tienen que recurrir a las Fuerzas Armadas y del Orden a fin de que dejen el camino expedito para su propio enriquecimiento.
No debemos olvidar que en el Plebiscito del NO a Pinochet, (1988), el 43% votó por el tirano “de la perla y la corbata”, incluso, antes del descubrimiento de los robos de Pinochet, bajo el alias de “Daniel López”, realizados en Banco Riggs, la derecha lo veneraba como su dios salvador.
El “nunca más” y el arrepentimiento, eran tan falsos como la mentirilla que los pechoños, caballeros de Chile, le cuentan a sus curas. Desarmados los demócratas, creyeron que los antiguos adeptos al dictador, se habían convertido en, nada menos, que en defensores de los derechos humanos.
Durante un tiempo corto, estos caballeros renegaron del dictador Pinochet, pero sólo bastó que la ultraderecha, representada por el Partido Republicano, ganara dos elecciones seguidas para reanudar el culto a la tiranía cívico-militar.
Las declaraciones recientes de Luis Silva, elegido Consejero con la primera mayoría del Partido Republicano, representa a la perfección lo que piensa la mayoría de la derecha sobre el tirano Pinochet:” el héroe de la lucha anticomunista” y un exitoso Presidente, cuyo único error – según Silva – es el haber dado la orden de matar a algunos cuantos “desconformados cerebrales”.
La característica principal de nuestra clase dominante es la hipocresía y el doble estándar, al condenar todas las dictaduras, pero finalmente, terminan admirando y adorando a sus tiranos. En el fondo – como muchos pseudo-izquierdistas, revolucionarios de café – hay dictaduras buenas, las que coinciden con lo que se piensa, y malas, las de ideología contraria. La tortura y todos los actos de barbarie, aplicados por las dictaduras de Seguridad Nacional, no son distintas a las llevadas a efecto por los franceses en Argelia y en Vietnam, tampoco la de Daniel Ortega, en Nicaragua, (olvidó el sentido del sandinismo).
Hay que reconocer que el Presidente, Gabriel Boric tuvo mucha valentía que expresó sin ambages al condenar las dictaduras, tanto de derecha y de izquierda. La democracia y el socialismo representan lo más valioso del pensamiento del Presidente Salvador Allende, cuya vida y obra sólo tendría parangón con la lucha de Martin Luther King y de Mahatma Gandhi en el siglo XX.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
01/06/2023
Bibliografía:
Alberto, Edwards Vives, La fronda aristocrática, Universidad de Santiago, 1962
Francisco, Encina, Resumen de la historia de Chile, Zigzag, Santiago, 1953
Gonzalo, Vial, Historia de Chile, 1891-1973, Tomo 1, Antillana, Santiago, 1982