El valor patrimonial de la comida y el vino chileno: nostalgia por la comida chilena
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La comida chilena se ha ido perdiendo en el cosmopolitismo gastronómico, escasean los lugares en que nos podamos encontrar con nuestros sabores, los cuales al parecer tendrían un punto propio en su sazón. En el histórico y patrimonial barrio Matta, cerca de San Diego y Victoria, en plena esquina de calle Arturo Prat con Santiago se encuentra el emporio y restaurante La Zaranda, ahí muy cerquita de los calzados ecológicos El Duende y de esa impresionante librería Muñoz Tortosa que no nos recuerda a Buenos Aires sino que más bien se acerca a imágenes de la ciudad de Montevideo.
La Zaranda es un buen lugar para comer y beber bien bajo la atenta preocupación de Patricia González y Francisco Ramírez, quienes son reconocidos por haber sido premiados nacionalmente por la calidad de su empanada chilena. La calidad de sus productos no se reduce a la empanada premiada ni tampoco a los excelentes productos de su panadería y pastelería. Por eso es que este lugar es una gran posibilidad para comer productos como el costillar de chancho, escalopa, pescado e incluso un buen plato de porotos con o sin longanizas. El lugar que ofrece una buena posibilidad para la hora del almuerzo, también ofrece un cálido ambiente para reuniones con amigos y disfrutar de la charcuterìa que es obra del mismo Francisco.
Mención aparte merecen la coloquial atención que dan Ignacio Cárcamo principalmente desde la barra y en las mesas Nicole Martin siempre con un servicio atento interactuando con los parroquianos o los curiosos. Personalmente, me atreví con el vino sour que tiene un toque propio de Ignacio y que sin duda resulta un buen aperitivo, de tanta calidad como el más clásico pisco sour que en este lugar presta especial atención por la calidad del pisco que va desde Huasco, Elqui y Limarí.
No puedo dejar de destacar que en esta barra también encontramos vinos de alta calidad y naturales, también de parras y cepas patrimoniales del querido Valle del Itata con etiquetas reconocidas como el País Real, la cepa San Francisco de La Patrona y el Malbec del productor Nelson García junto a la enóloga Ana María Cumsille, del Valle del Maule Fundo Buena Vista con un exquisito Cabernet Sauvignon y de la Viña Carter Mollenhauer cepas Carignan y Petit Verdot, entre otros.
Aprovechando el ánimo patrimonial que se respira este fin de semana por la celebración del Día de los Patrimonios, recomiendo también la experiencia de comer en este lugar que está dentro de una casona construida desde finales del siglo XIX, a la cual llegó el bisabuelo de Patricia y en la que vivió su madre que ya cumplió los cien años. La Zaranda es también un refugio para la memoria que en el corazón de la ciudad nos dona un cierto aire de campo chileno por eso es que pasadas las horas sigo recordando esos quesos que por algunos días se colgaban en las zarandas domésticas utilizadas para orear el queso fresco. Hay lugares como este que desde su valorización por el trabajo realizado con manos propias contribuyen a la memoria más que a la nostalgia, así es como se entiende el patrimonio vivo.
Por Alex Ibarra Peña.