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El cerebro se desarrolla en la interacción social

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Por ahora y seguramente por mucho tiempo más, la interacción social será irremplazable. Si bien la robótica junto con la inteligencia artificial nos hace pensar que podría ser posible, el cerebro humano es tan complejo que aun estamos lejos de ello.

El proceso por el cual se establecen las conexiones neuronales, estimuladas por la interacción social, es la base del desarrollo cerebral. Y lo más importante, es que no hay dos interacciones idénticas, por lo que es la unicidad de cada relación la que establece las bases de la identidad de cada persona.

La interacción social, en su dimensión presencial, es una experiencia multi sensorial, que incluye el tacto, la vista, el sonido y el olfato. John Bowlby fue pionero en la “teoría del apego” estableciendo que los primeros meses y años son determinantes en el desarrollo, dependiendo del grado y calidad del apego del infante con su cuidador/a. No basta con que las necesidades fisiológicas sean debidamente atendidas, son indispensables los vínculos afectivos y la estimulación social.

El proceso de apego e interacción social se debiera dar de manera natural en familia, sin embargo, las abultadas exigencias que la sociedad impone hoy a sus miembros adultos, derivan en descuido y/o búsqueda de sustitutos de entretención, pero no de estimulación, con graves consecuencias en el desarrollo afectivo y cognitivo de niñas, niños y jóvenes.

Ante esta realidad, la educación parvularia o preescolar, sala cuna y jardín infantil juegan un rol determinante en el desarrollo de esos infantes. Lamentablemente en Chile, según el Informe de Caracterización de la Educación Parvularia año 2020, la cobertura es cercana a sólo el 50% (800.000 niñas y niños) de quienes están en edad de asistir, quedando igual número fuera del sistema.

La educación básica obligatoria, en vez de fortalecer la interacción social a través de metodologías lúdico-participativas, o en aquellas donde el/la estudiante es un agente activo a través de manipular, explorar, observar, experimentar, construir y expresar junto a sus pares, los inmoviliza sentados en una silla frente a una mesa, para recibir una lección de su profesor/a de manera poco entretenida y nada estimulante.

Posteriormente, niñas, niños y jóvenes en edad de acceder a celulares, consolas de juegos y/o computadores se aíslan de su entorno, privándose del estímulo y el desarrollo cerebral de la in comer sano y tener hábitos saludables en la alimentación y actividad física, ya que el diseño de su contenido está hecho para generar adicción en sus usuarios. No se trata de prohibirlos sino de desarrollar conductas equilibradas.

El cerebro continúa desarrollándose durante toda la vida y siempre las interacciones sociales son igualmente importantes, incluso en la tercera edad. Las personas necesitan interacciones sociales positivas para desarrollar y mantener habilidades sociales y emocionales, como la empatía y la capacidad de resolver conflictos, tanto como para el desarrollo cognitivo.

Marcelo Trivelli

Fundación Semilla

Fundación Semilla

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