7 de mayo: anule su voto, usted no es culpable de nada
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Jamás, ¡jamás!, un pueblo ha impuesto una Constitución que lo defienda, represente, reivindique, respete o lo que usted quiera que una carta fundamental debería contener en favor de los perdedores de siempre, desde la desmovilización, la desesperanza, de la falta de política, sin una estrategia y sin dirigentes legítimos, honestos y decididos.
Sin algún grado de poder.
Cuba promulgó su primera constitución socialista el año 1976; la constitución bolivariana de Venezuela, es del año 1999; el estado Plurinacional de Bolivia instaló su constitución el año 2009.
Desde el punto de vista ideológico, ¿qué representa una Constitución para un país?
Las constituciones representan al poder vigente al momento de su redacción y promulgación. Las Cartas Fundamentales de los países tienen por misión reglamentar y defender el poder vigente, la cultura dominante, para asegurar su reproducción y defensa.
Sin embargo, voces que dicen representar posiciones de izquierda, repiten como si fuera una verdad plenamente demostrada que, si usted no vota o anula su voto el siete de mayo, ganará la ultraderecha y/o le habrá hecho el juego al enemigo y/o se transforma en cómplice de lo que pase y tendremos una Constitución hecha a la medida de los poderosos por cincuenta años.
Les adelantamos: vamos a tener una constitución hecha a la medida de los poderosos por los siguientes cincuenta años.
Creer en una constitución hecha entre cuatro paredes y un cielo raso dictada por los poderosos que hace cincuenta años derrocaron a sangre y fuego el mejor gobierno que ha tenido Chile, o es una ingenuidad increíble o un renunciamiento vergonzoso.
Ningún orden político será favorable a las víctimas de una cultura injusta, criminal, abusiva, explotadora, inhumana si no es concebida, impulsada, instalada y defendida por esos mismos pero organizados, dispuestos y decididos a enfrentar ese orden al costo que sea y con las herramientas que sean necesarias.
Y eso no se ve ni por asomo.
El proceso que nace de los errores monumentales de la izquierda y del aprovechamiento preciso y atinado de los poderosos, no puede ser sino una actualización de lo hecho por el tirano y aceptada a rajatabla por los gobiernos que lo sucedieron.
Y ahora, quienes no han sido capaces de hacer un paro nacional como la gente en treinta años, creen que es posible redactar una constitución que defienda a los desheredados solo por la intercesión de algunos constitucionales en la instancia que va a revisar, ¡solo revisar!, lo hecho por un grupo de 24 “especialistas”, casi todos defensores del modelo.
Aprovechándose del extremo estado de debilidad política, el desconcierto y desinformación de la gente, la absoluta falta de ideas y de organización del movimiento social, como sea que se entienda ese concepto, y de la ausencia casi terminal de la izquierda, la ultraderecha está utilizando el terreno abonado que comenzó a perfilarse en octubre del 2019 para amononar la cultura pinochetista en vigencia.
Vea lo que dice la ley 21.553 que norma el proceso:
“El Consejo Constitucional (eso que se elige el siete de mayo) es un órgano que tiene por único objeto discutir y aprobar una propuesta (la del Grupo de Expertos) de texto de nueva Constitución”. Artículo 144.
“Dicha Comisión estará compuesta por 24 personas. Esta Comisión deberá proponer al Consejo Constitucional un anteproyecto de propuesta de nueva Constitución, y realizar las demás funciones que esta Constitución le fije.” Artículo 145.
“El Consejo Constitucional podrá aprobar, aprobar con modificaciones o incorporar nuevas normas al anteproyecto de nueva Constitución por el quórum de los tres quintos de sus miembros en ejercicio.” Artículo 152.
¡Tres quintos! ¿Se fija?
Lo que impulsa la ultraderecha luego de la trágica culminación de un proceso constitucional llamado a ser un fracaso desde el inicio, es una operación política para actualizar la constitución del tirano.
No se busca en absoluto la democratización del país: los poderosos no se suicidan.
Aprovechándose del extremo estado de debilidad política, el desconcierto y desinformación de la gente, la absoluta falta de ideas y de organización del movimiento social, como sea que se entienda ese concepto, y de la ausencia casi terminal de la izquierda, la ultraderecha está utilizando el terreno abonado que comenzó a perfilarse en octubre del 2019 para amononar la cultura pinochetista en vigencia.
Lo que corresponde es cruzarse a un proceso ilegítimo, impuesto por la ultraderecha con la anuencia de un gobierno debilitado al máximo y con la complicidad increíble de sectores de izquierda.
La herramienta del voto nulo aparece como una tímida y personal manera de decir que no. Usted no es culpable de nada si anula su voto. Los responsables de la actual situación están en otros lados, tiene otros sueldos y se amparan en otros fueros.
Por Ricardo Candia Cares
Felipe Portales says:
Es tan ridículo ya todo este proceso que su resultado es evidente: O seguimos con la Constitución concordada en 2005 entre la derecha y la ex Concertación («las dos derechas») suscrita por Lagos y todos sus ministros; o se obtiene una «nueva» Constitución concordada este año entre la derecha y la ex Concertación con otro nombre (¡las mismas dos derechas!), suscrita por Boric y todos sus ministros. En realidad, todo esto está para el Libro de Guinness o, quizá, para un muy mal remake de alguna obra de surrealismo mágico…
Gino Vallega says:
Toda vez que se dan los resultados de una elección, aunque sea tan amañada como ésta, todos ganan….aún los que pierden.
Entonces, puesto que hay que ir a votar ante la obligación o multa, ANULAR el voto del proceso manipulado por los partidos polkíticos, es un pecado menor y que, si bien administrado, puede dolerle a los rufianes que han inventado este nuevo método de represión popular.
Serafín Rodríguez says:
Por fin El Clarín publica algo sobre el voto nulo. Desgraciadamente los discursos ideológicos no sirven para atraer a la gran mayoría de chilenos, los independientes, esos que no están ni ahí con la política ni los políticos —los que definen las votaciones en Chile.