La expulsión de la bestia triunfante
Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 53 segundos
Los grandes ciclos y cambios de eras, son el tema de “La expulsión de la bestia triunfante”, del teólogo, filósofo y astrólogo Giordano Bruno. Este hombre destacado, que intenta, a su modo, la transición desde la filosofía aristotélica platónica a una filosofía naturalista, cercana a la que sería luego la de Spinoza; en astronomía apuesta y promueve la teoría nueva de Copérnico (Heliocéntrica), que reemplazaría a la cosmovisión de Ptolomeo y Aristóteles, propia del medioevo (Geocéntrica); en teología arremete contra las religiones cristianas que pugnan en esos tiempos de manera sanguinaria (Papistas contra Protestantes), calificándolas de imaginarias y fraudulentas respuestas al fenómeno humano de la existencia, que la verdadera cercanía a los fenómenos revelados de la voluntad y revelación del Dios se encuentra en las experiencias con lo extraordinario de los procesos y fenómenos admirables de la naturaleza.
Pero lo que interesa en este argumento, es que la historia humana, cósmica, geológica y cultural transita por ciclos que agotan ciertas eras o períodos, emergiendo nuevos procesos o fenómenos que diferencian claramente uno de otro, pero muchas veces se reincorporan elementos que antes prevalecieron, es decir en ciclos que parecieran retornar, contaminando las estructuras de lo nuevo.
Por ello es imprescindible expulsar a las “bestias” que pretenden replegar los cielos con sus dioses y figuras míticas. Los signos astrales de la vieja mitología (Teogonía) es reemplazada por los dioses griegos humanizados y estos, a su vez, por los dioses de la teología monoteísta.
En la historia política y con las ideologías creadas por los hombres, adaptadas a los tiempos de cada etapa, se presentan estos mismos “dioses” con sus promesas de felicidad y de realización de la “Ciudad de Dios” en la Tierra. Ideología y teología han estado emparentadas, creando las cosmovisiones que representan grandes ciclos culturales (desde 500 a miles de años).
Pero las corrientes de pensamiento político, representan ondas culturales de menos duración, por lo menos así se manifiestan en los llamados tiempos modernos. La impronta ideológica de Occidente lleva poco tiempo en vigencia, con una génesis muy atropellada, problemática y de altos y retrocesos, pues se trata de un acontecimiento libertario que, como tal, está sometido a una dura lucha de diversidades, más todos sus adeptos usan la palabra “libertad”, “liberalismo”, “democrático”, como santo y seña de su vocación y propuesta histórica.
En América Latina, hemos conocido todas las diversas corrientes ideológicas que surgieron en los dos últimos siglos, desde la imposición monárquica en Brasil y México, hasta las posturas comunistas y fascistas o la del caciquismo brutal y rastrero, que al decir de nuestra Gabriela Mistral, son las que más entusiasman en esta tierra de imitaciones y de poca ocurrencia imaginativa. Somos un “Continente eco”, incapaz de generar procesos desde nosotros mismos, donde “las ideas , cuando vienen de extranjero, nos golpean como un mazo en la cabeza, nos aturden y nos dejan incapacitados para el pensamiento propio”.
Durante la “Guerra fría” las barricadas eran absolutas, la propuesta ideológica debía ser implantada de forma totalista: ya fuera la opción liberal (oligarquías del capital totalistas) o la marxista (centralismo totalista del partido único). Esa lucha, que se vivió durante la mayor parte del siglo XX, terminó en una seguidilla de dictaduras militares (cono sur), y cívico militares (Chile y Uruguay), con la imposición de un modelo económico social, llamado “Neoliberal”, que ha venido siendo dominante en toda la región sudamericana, con diversos matices, donde a Chile le cabe representar, en el mundo, el modelo neoliberal más absoluto, refundacional y totalista, extendiendo su égida por 50 años y con pretensiones de hacerlo por unos cuantos más, gracias al aval que el pueblo le otorgó inocentemente el 4 de septiembre del 2022, en la figura del “rechazo”.
Este Aval, involuntario (ignorante e inducido por los massmedia), la derecha y la burguesía amarillenta se tomó como propio de manera categórica y definitiva, poniendo al gobierno surgido desde el proceso constituyente, entre las cuerdas, anulando su programa y tratando de dar explicaciones de su permanencia; explicaciones que se hacen cada vez más confusas frente a una jauría derechista que no cesa de acorralar al Gobierno en todos los frentes y hasta por los mínimos detalles.
El tema de la delincuencia y la “inseguridad ciudadana” es el último y más potente de los recursos de la derecha para forzar al gobierno a una postura de autorizar, paso a paso, un estado policial y, paso a paso, a un país militarizado.
Toda esta estrategia lleva encerrado varios gatos negros: uno es imponer un orden que se fortalece con la presencia militar, tal es el orden de cosas actual: neoliberalismo que borra su cara “liberal” y avanza hacia un “Estilo autoritario” (lucha interna en la derecha entre la hegemonía de los Republicanos v/s Evópolis- RN).
Este orden, se verá ratificado por una Constitución que se aprobaría bajo un estado de coacción político-policial, donde la publicidad del miedo jugará un rol fundamental, para hacer preferible el mal autoritario al terror generalizado, que ellos mismos imponen (vocería del miedo), y del que son, indesmentiblemente, los grandes responsables (causalidad social-económica del mal delincuencial).
Otro efecto, será el de acorralas, desmontar, dividir y colapsar a la izquierda, haciéndola responsable de esta crisis nacional e internacional, cuyo responsable único es el el modelo neoliberal , agregado a una pandemia, las guerras del déspota ruso y la falta de un viraje político para priorizar las políticas de desarrollo interno antes que la entrega de la riqueza, que el modelo hace gratuitamente, a las grandes empresas transnacionales, a las cuales abonan y se asocian como yanaconas entreguistas.
Es por eso que traemos a colación al gran Giordano Bruno. Es necesario, como él filósofo predicaba, en visión profética, expulsar a la bestia triunfante del neoliberalismo, que como los dioses olímpicos y los símbolos astrales, encubren su fraude en pretensiones de modernidad y de ciencia, afanes que no logran ocultar su bestial impronta social y humana y su descrédito ofensivo ante una historia que va transparentando cada día más sus diabólicos resultados: pobreza humillante de más de la mitad de la población del mundo; violencia urbana generalizada; conflicto social planetario producto de la desigualdad creciente; salud y educación en situación desastrosa; vivienda insuficiente para el 40% de la humanidad. Trabajo precario y salarios en descenso en el 80% de los trabajadores del planeta; endeudamiento de los gobiernos y de las familias a niveles inexplicables; acumulación de grandes fortunas-como contraparte-, por el 1% de la población.
Lo triste y preocupante está en que “la bestia triunfante” no ceja en su dominación y se hace evidente, estas alturas, que si no es expulsada, la bestia perseverará en su afán destructivo, como un Polifemo tragón, avaricioso y deforme, que impide continuar el viaje a Itaca, de una humanidad atrapada en territorios perniciosos y ajenos.
Por Hugo Latorre Fuenzalida.
Gino Vallega says:
Nuestra vida es muy corta y nuestra historia también, como para tener conclusiones consistentes; la desigualdad, el abuso del Hombre por el Hombre, las distintas formas de esclavismo, la posición de fuerza para imponer situaciones (guerras), el avance científico al azar de los descubrimientos y evolución humana…….ha sido lo constante en nuestra corta historia. Que se ha avanzado, SI, o ha sido una especie de retroceso involuntario? Te entretienen con los increíbles cohetes que llevarán al humano a un lugar exquisitamente infertil como marte…..mientras se eliminan especies por exceso de polución y destrucción ambiental que, hasta hoy, no calientan a ningún gobierno local o universal, salvo que todos viven con la expresión de aquel famoso cuadro «el grito», para que los demás creamos que están buscando soluciones…..entonces, a no preocuparse. Giordano Bruno fué quemado por no renunciar a sus ideas, Salvador Allende también y muchos otros y si Ud. insiste, ponga sus barbas en remojo!