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Crecen críticas sobre dominio del dólar en la economía global

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Las críticas a la hegemonía del dólar en el sistema financiero internacional arrecian y se enfilan contra las organizaciones financieras que han naturalizado este predominio: el Banco Mundial (BM) y, particularmente, el Fondo Monetario Internacional (FMI), ambas enquistadas en el diseño económico global desde hace ocho décadas y sobre las cuáles también se empiezan a abrir alternativas.

La disidencia es apenas vocal, pero tiene uno de sus principales vehículos en el renminbi, moneda que lleva varios años en la carrera de ser internacionalizada, sin avances cercanos a los de la economía que la respalda. La semana pasada, durante una conferencia de prensa en el marco de las reuniones de primavera de ambos organismos, se consultó al director de Asuntos Monetarios y Mercados Financieros del FMI si el uso creciente de la moneda china promueve la estabilidad financiera.

Tobias Adrian calló y titubeó de inicio; luego explicó que por el momento el renminbi tiene convertibilidad limitada; se espera que ésta se amplíe y eventualmente la divisa asiática pueda ser usada de manera más frecuente en pagos como en el mercado de capitales. En este último es donde puede existir un riesgo para la estabilidad financiera si no se acompaña el avance de la moneda con regulación y supervisión de las insitutuciones financieras, agregó.

“Por supuesto, las autoridades chinas están comprometidas con los estándares internacionales para la supervisión bancaria y los mercados de capitales. Creo que eso realmente puede sentar las bases de mercados de capitales profundos y líquidos en torno al renminbi, que aborden los riesgos de estabilidad financiera adecuadamente; así que, en la medida en que las instituciones estén bien reguladas y bien gobernadas, los riesgos de estabilidad financiera deben contenerse”, agregó el funcionario del FMI.

El dólar domina en nueve de cada 10 transacciones que se realizan a escala mundial, 88.45 por ciento; mientras el renminbi se encuentra en 7.01 por ciento, de acuerdo con el Banco de Pagos Internacionales. Sin embargo, la divisa china aún tiene un peso limitado en las reservas oficiales de divisas, alcanzó 2.5 por ciento al cierre del año pasado, mientras la estadunidense abarcó 54.1 por ciento, de acuerdo con datos del FMI.

Una de las críticas más recientes a la hegemonía de la divisa de Estados Unidos la hizo el presidente francés, Emmanuel Macron, al regresar de una visita oficial a China. “¿Por qué debemos ir al ritmo elegido por otros? En algún momento debemos preguntarnos cuáles son nuestros propios intereses”, preguntó; para luego expresar que Europa debe zafarse de la “extraterritorialidad” del dólar.

Otra más vino del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en el marco de la toma de posesión de Dilma Rouseff como presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo, en Shanghái. “¿Por qué todos los países están obligados a hacer su comercio amarrados al dólar, (…) quién decidió que sería la moneda global?”, cuestionó el mandatario.

Si bien China y Brasil –respectivamente, la segunda y decimotercera economías más grandes del mundo– acordaron que su intercambio comercial en adelante será en sus propias monedas, para evitar la intermediación del dólar; Lula da Silva es también creador de un proyecto para que América Latina tenga una moneda común: el “sur”, sobre el cual ya se iniciaron conversaciones con Argentina.

“Para que una moneda sea utilizable, tanto en el comercio como en las finanzas, debe haber muchos fundamentos institucionales que lo respalden”, como un mercado financiero sólido y disponibilidad de fondos, reaccionó Nigel Chalk, director adjunto del departamento del Hemisferio Occidental del FMI, al ser interrogado sobre las declaraciones de Lula. Consideró que la hegemonía del dólar no es parte de un “gran plan”, sino algo determinado por el mercado.

La disidencia a la arquitectura financiera normalizada por el FMI y el BM, y la centralidad del dólar en ella, se formó en 2015 por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica con el objetivo de tener un organismo multilateral destinado a movilizar recursos para proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible en sus países y otras economías de ingresos medios. En casi nueve años, al Nuevo Banco de Desarrollo se unieron Bangladesh, Emiratos Árabes Unidos y Egipto.

 

Por Dora Villanueva

 

La Jornada

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