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Masiva huelga tiene a Francia casi paralizada

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La tensión va en aumento en Francia. La novena jornada de protestas contra la aprobación de la reforma de pensiones volvió a ser masiva y registró intensos enfrentamientos entre manifestantes y policías en varias ciudades del país, sobre todo en París, Rennes, Lyon, Marsella, Nantes y Burdeos, que dejaron 123 policías heridos y más de 100 detenidos, informó ayer la prensa francesa.

Según la Confederación General de los Trabajadores (CGT), se manifestaron 3 millones 500 mil personas a escala nacional, mientras el Ministerio del Interior lo cifró en un millón 89 mil. En cualquier escenario, fue una de las protestas más multitudinarias y reivindicativas desde que en enero pasado se anunció la reforma del presidente, el conservador Emmanuel Macron.

La huelga general fue, aseguraron los sindicatos y los trabajadores, un éxito rotundo, porque el país se paralizó parcialmente, sobre todo en el transporte público, aeropuertos, trenes, así como escuelas, refinerías, sector público incluso el cierre de la Torre Eiffel. Para aprovechar la fuerte participación, se convocó a más protestas en todo el territorio para el martes, que coincidirán con la visita del rey Carlos III.

Las nutridas movilizaciones tuvieron como escenario París, Lille, Rouen, Caen, Rennes, Nantes, Tous, Orléans, Nancy, Estrasburgo, Burdeos, Clermont Ferrand, Lyon Grenoble, Saint Etiene, Toulouse, Montpelier, Marsella, Toulon y Niza, entre otras ciudades.

La ira social se elevó antier, cuando Macron aseguró en una entrevista televisiva que continuará con su hoja de ruta: aprobará su plan del sistema público de pensiones, con el que pretende aumentar la edad de jubilación de 62 a 64 años, sube un año laboral las cotizaciones requeridas, de 42 a 43, y eliminar una serie de derechos adquiridos de varios colectivos de asalariados.

Además, se negó a realizar cambios en su gobierno, cuando tanto la oposición como los líderes sindicales señalan como una de las principales responsables de la actual crisis a la primera ministra, Élisabeth Borne.

Por último, rechazó la petición de decenas de diputados y de una buena parte de la sociedad para que se celebre un referendo sobre la reforma, que fue aprobada por lavía del decreto hace una semana mediante la aplicación del artículo 49.3 de la Constitución.

El líder de CGT, Philippe Martinez, acusó al mandatario de echar un bidón de gasolina al fuego con su polémica entrevista.

La respuesta de los gremios de trabajadores y de los ciudadanos indignados, muchos de ellos jóvenes estudiantes que encabezan esta revuelta popular como si fuera su Mayo del 68, fue más movilización, por un lado, pero también la organización de huelgas concretas para paralizar la actividad del país.

Los momentos de mayor tensión fueron los que protagonizaron algunos sectores, que se organizaron al estilo de las guerrillas urbanas, en grupos pequeños de no más de 12 personas, que dado el tamaño se pueden mover con facilidad y rapidez por las ciudades.

Así fue como instalaron barricadas en las calles, a las que prendieron fuego y además las usaron para responder a las medidas represivas de la policía, que sólo para esta jornada de huelga desplegó en las calles unos 12 mil efectivos. Los uniformados lanzaron gases lacrimógenos, agua a presión y material adicional antidisturbios.

En París, los enfrentamientos más graves ocurrieron en las inmediaciones de la plaza de la Ópera, donde hubo varios incendios de mobiliario urbano, de kioskos de prensa y estuvo a punto de arder por completo un edificio, pero los bomberos sofocaron el fuego.

Al filo de las 9 de la noche, cuando los enfrentamientos entre fuerzas del orden y manifestantes continuaban en muchas ciudades, sobre todo en la capital, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, informó de la detención de más de 100 personas y confirmó que 123 uniformados resultaron heridos.

Reportó que hubo una enorme degradación de los edificios públicos y del comercio, mucho más importante que en manifestaciones anteriores.

Una conductora de autobuses que participó en las protestas, Nadia Belhoum, de 48 años, explicó a la agencia noticiosa Afp sus motivos para estar ahí: Se supone que el presidente de la república debe tomar en consideración los deseos y necesidades de su pueblo. No es un rey, y debe escuchar a su pueblo.

En el principal aeropuerto del país, el parisino Charles de Gaulle, fueron cerradas algunas vías, con lo que se bloquearon los accesos de los vehículos a las terminales. Muchos pasajeros tuvieron que llegar a pie y para los próximos días se esperan nuevas cancelaciones en los vuelos. También se registraron numerosos cortes de carreteras, desde grandes autopistas hasta las intersecciones, como ocurrió en ciudades como Lille, Tolosa, Lyon y en las entradas a París.

En otras urbes, como Marsella, el servicio de trenes de pasajeros de corta y mediana distancia quedó totalmente suspendido, según la información que facilitaron las autoridades locales a los medios de comunicación.

El portón de madera del ayuntamiento de Burdeos fue quemado y destruido por miembros de una manifestación no autorizada, informó el periódico Sud Ouest. No se reportaron lesionados.

Como gesto de protesta, los trabajadores de la CGT anunciaron que se negarán a poner muebles, banderas y las emblemáticas alfombra rojas para la visita oficial del rey de Gran Bretaña, Carlos III, y su esposa, Camila, que será desde este domingo hasta el miércoles.

Somos plenamente conscientes de que este fin de semana será recibido en Francia el rey de Inglaterra y que nos solicitarán para ello. ¡Nos negaremos!, advirtieron desde la central sindical.

Por Armando G. Tejeda

(Con información de agencias)

Corresponsal de La Jornada

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