Política Global

Se cumplen 20 años de la desastrosa invasión de Estados Unidos a Irak

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El mes pasado, el presidente Joe Biden condenó una vez más la guerra de Rusia contra Ucrania declarando: la idea de que una fuerza de más de cien mil efectivos invada otro país, desde la Segunda Guerra Mundial, no había ocurrido aparentemente olvidando, o deseando olvidar, que con su apoyo, Estados Unidos envío más de 100 mil tropas a invadir Irak el 20 de marzo de 2003.

Veinte años después de que Estados Unidos invadió a Irak, gran parte de la cúpula política y militar ha concluido que esa guerra fue un desastre, y algunos hasta parecen querer borrarla de la memoria colectiva. En esa guerra ilegal murieron más de 550 mil personas y cientos de miles más podrían haber muerto por consecuencias secundarias, 7 millones fueron desplazadas y el pueblo estadunidense pagó más de 3 billones de dólares.

Toda la aventura bélica fue impulsada con mentiras y se llevó a cabo a pesar de una amplia oposición popular y de, tal vez, las más grandes protestas de la historia realizadas antes de una guerra, con la consigna: no en mi nombre.

El gobierno de George W. Bush, el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Estado Colin Powell, la asesora de Seguridad Nacional Condoleezza Rice, junto con líderes de la cúpula política demócrata incluido el entonces senador Joe Biden, promovieron la invasión como una respuesta a los atentados del 11-S de 2001, a pesar de que Irak y su gobierno secular no tenían nada que ver con las fuerzas ultraderechistas musulmanas de Osama bin Laden.

Presentaron pruebas falsas de la fabricación de armas de destrucción masiva por Irak en foros oficiales de Washington y ante la Organización de Naciones Unidas (donde incluso espiaron a México y otros integrantes del Consejo de Seguridad) y después lanzaron una guerra que dejó devastado a uno de los países más avanzados del mundo árabe y logró desestabilizar toda una región mientras proclamaban misión cumplida.

Muchos –aunque no todos– medios nacionales difundieron la versión oficial de la justificación de la guerra, con algunos, incluido el rotativo más importante del país, ayudaron en fabricar otras mentiras para justificar y promover la guerra.

El gobierno de Bush, sus cómplices bipartidistas en el Congreso y en los medios encubrieron el desastre que provocaron, encubrieron crímenes de guerra que incluyeron la tortura y el asesinato de civiles (también periodistas), lo cual se conoció gracias a algunos periodistas excepcionales y después por Wikileaks bajo la dirección de Julian Assange, quienes difundieron documentos y videos oficiales clasificados filtrados por la analista de inteligencia militar Chelsea Manning.

Empezando con Biden muchos de los mismos funcionarios que apoyaron la invasión siguen administrando al gobierno y a los medios, señaló el columnista Michael Hirsh en Foreign Policy.

Nadie rindió cuentas por la tortura

Cuando el reconocido periodista Seymour Hersh –famoso por sus revelaciones de uno de los crímenes más extremos en Vietnam en el pueblo de My Lai– publicó su reportaje con fotos en New Yorker revelando la tortura y el asesinato de reos en la prisión militar estadunidense de Abu Ghraib, en Irak, como siempre, los oficiales denunciaron que los responsables eran militares de bajo rango a quienes calificaron de sádicos, pero el maltrato criminal de prisioneros se rastreó por toda la cadena de mando hasta llegar al propio secretario de Defensa de entonces, Donald Rumsfeld, pero ni él ni sus comandantes rindieron cuentas jamás.

Pero mientras la Corte Penal Internacional de La Haya acaba de emitir una orden de arresto contra el presidente ruso, Vladimir Putin, ninguno de los responsables de los delitos de guerra en Irak han sido enjuiciados en Estados Unidos y menos en La Haya (Washington no acepta la autoridad de ese tribunal sobre su país).

Como ha repetido Noam Chomsky en La Jornada, “Estados Unidos ni siquiera intenta disimular su desprecio por el derecho internacional; excepto cuando puede usarlo como arma contra sus enemigos. Es entonces cuando lo replantea como ‘el orden internacional basado en reglas’ para sustituir el arcaico orden internacional sustentado en la ONU”. ( https://www.jornada.com.mx/notas/2022/ 10/17/mundo/chomsky-eu-violo-normas-en-su-cruenta-invasion-a-irak/).

Destruir para liberar

Irak, al ser liberado por Estados Unidos, ha quedado devastado y el conflicto es calificado de desastre. La guerra en Irak, que dio inicio hace 20 años, representa la cumbre de la temeridad militar estadunidense sólo después de la guerra de Vietnam, afirma el historiador militar Andrew Bacevich en la revista Foreign Affairs.

El propio informe del ejército de Estados Unidos sobre la guerra en Irak concluyó que un Irán envalentonado y expansionista parecer ser el único victorioso de esa guerra.

El costo humano de esa aventura bélica aún no se sabe de manera precisa. El proyecto Costo de Guerra de la Universidad Brown que calcula el número de muertes directas en más de 550 mil en esa guerra, agrega que aunque es difícil conocer el número exacto, tal vez dos o tres o cuatro veces ese número podrían haber muerto por causas indirectas como el desplazamiento, acceso limitado a agua potable, a atención médica y por enfermedades evitables.

No todo fue un fracaso. La guerra fue mejor para las empresas petroleras occidentales, reportó Spencer Ackerman en la revista The Nation. En 2008 el Departamento de Estado guió al gobierno iraquí para otorgar concesiones no competitivas a las riquezas petroleras del país a ExxonMobil, BP, Chevron y Total. Ackerman recuerda que Alan Greenspan, el ex presidente del banco central estadunidense, la Reserva Federal, escribió en sus memorias que la guerra de Irak se trató de petróleo en gran parte.

Para algunos de los estadunidenses a los que les ordenó el comandante en jefe y su equipo, apoyados por casi toda la cúpula política, intervenir y ocupar otro país en nombre de la democracia y la paz, esa guerra demuestra más que nada el gran peligro del militarismo estadunidense.

Estamos comprometidos con hacer visible los efectos del militarismo estadunidense sobre el pueblo aquí en casa como aquellos en el extranjero cuyos hogares invadimos y desestabilizamos, afirman veteranos de esa guerra que ahora se dedican a frenar las aventuras bélicas de su país en la organización About Face/Veteranos Contra la Guerra (https://aboutfaceveterans.org).

En el décimo aniversario de la guerra, el veterano militar herido en Irak Tomas Young escribió una carta abierta a Bush y Cheney declarando que casi a ningún político le importan las heridas físicas y mentales que sufrieron los que enviaron a invadir ese país, y concluyó: “fuimos usados, fuimos traicionados, y hemos sido abandonados… espero que sean enjuiciados… y que antes de que terminen sus tiempos en la tierra, como está ocurriendo conmigo (murió poco después de escribir esto), que encuentren la fortaleza de carácter para presentarse ante el público estadunidense y el mundo, y en particular ante el pueblo iraquí, y rogar ser perdonados”.

 

Por Jim Cason y David Brooks

La Jornada



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