El Consejo de Derechos Humanos que está sesionando en la sede de las Naciones Unidas de Ginebra, Suiza, en su sesión número 52, concluyó la semana pasada, escuchando a varias delegaciones, su diálogo con el Relator Especial sobre el derecho a la alimentación, Michael Fakhri. Entre los varios retos se evidencia la problemática de la especulación del cuesto de los alimentos, que la guerra en Ucrania llevo a su exacerbación.
Al presentar su informe titulado “Conflicto y derecho a la alimentación”, el Relator Especial sobre el derecho a la alimentación, Michael Fakhri, indicó que actualmente “se está haciendo campaña para alentar a los países a unirse para desarrollar un plan global por el derecho a la alimentación. De hecho, sin la cooperación internacional para recuperarse de la pandemia y abordar la crisis alimentaria, todos los planes nacionales no lograrán abordar las crecientes tasas de hambre, desnutrición y hambruna”.
“El conflicto y la violencia son las principales fuentes de inseguridad alimentaria, y el hambre y la hambruna solo pueden combatirse a través de la acción política. La violencia sistémica viola el derecho a la alimentación porque limita el acceso a la tierra, las semillas, el agua y el trabajo digno; también crea profundas desigualdades y facilita que un pequeño número de individuos, empresas transnacionales y países accedan y controlen las necesidades básicas”, explicó el relator especial.
La violencia en los sistemas alimentarios se deriva de una economía global de dependencia. Durante la crisis alimentaria, las corporaciones transnacionales de agronegocios se aprovechan de la situación mientras la gente se muere de hambre.
Al respecto de este detalle, el Sikh Human Rights Group comentó que “si bien hay personas en este mundo a las que se les niega su derecho básico a la alimentación, las corporaciones lo monopolizan y se enriquecen cada vez más. El tema nunca ha sido la cuestión de si hay suficiente comida en el mundo. Siempre ha sido la cuestión de «QUIÉN» es el propietario de los alimentos y cuándo, dónde y cómo los ponen a disposición”.
El Acuerdo sobre la Agricultura de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ha permitido sistemas alimentarios mundiales extractivistas. En respecto a eso, sigue el Sikh Human Rights Group, “la OMC debe adoptar un enfoque más pluralista de los subsidios agrícolas. Las naciones desarrolladas tienen formas de subsidiar y cuidar a sus ciudadanos sin infringir las reglas de la OMC porque tienen la infraestructura para hacerlo. Algo tan simple como la Seguridad Social, ¿cómo se supone que una nación en desarrollo deba implementar eso?”
El problema de los sistemas alimentarios actuales es que “se crean para ayudar a crear riqueza para las transnacionales y naciones que ya son ricas, mientras que las naciones en desarrollo y sus agricultores sufren”.
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