Política Global

Putin suspende tratado para el control de armas nucleares

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Rusia no se retira, pero suspende temporalmente su participación en el tratado START-III, el último convenio de limitación de armamento nuclear ofensivo vigente con Estados Unidos hasta 2026, anunció ayer el presidente Vladimir Putin al presentar su informe de gobierno ante los legisladores de las dos cámaras del Parlamento federal.

Con este anuncio, Rusia declara que tiene las manos libres para desarrollar cualquier tipo de armas nucleares y realizar los respectivos ensayos, pero asegura que no será el primero en hacerlo.

Sabemos que muchas armas de Estados Unidos ya son obsoletas y quieren desarrollar nuevas, y conocemos su intención de llevar a cabo ensayos nucleares, dijo Putin y avisó: si lo hacen, nosotros también lo haremos.

Desde hace tiempo no se llevan a cabo inspecciones de los arsenales, uno de los aspectos fundamentales del tratado, primero por la pandemia del covid y después por falta de reciprocidad en cuanto a facilidades para la delegación rusa debido a las sanciones occidentales.

Ahora, Putin precisó que no se permitirán inspecciones de Estados Unidos hasta que se acepte negociar todo el potencial nuclear de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que incluye también los arsenales de Gran Bretaña y Francia, los cuales apuntan igualmente contra Rusia, indicó.

El informe de gobierno –que el mandatario ruso debe presentar cada año, pero el anterior data de abril de 2021– no satisfizo las expectativas que había generado a tres días de cumplirse un año de la guerra en Ucrania.

No se cumplió ninguno de los vaticinios que dominaron las mentes de los analistas la víspera, entre los principales: Putin no cerró las fronteras de Rusia, no decretó una movilización general de la población, no amenazó con asestar un golpe nuclear táctico en caso de producirse una ofensiva ucrania, no efectuó cambios en la cúpula del ejército o composición del gobierno, no incorporó a la Federación Rusa a las dos regiones de Georgia que se declararon independientes (Abjazia y Osetia del Sur), y tampoco propuso a Ucrania iniciar negociaciones de paz bajo las condiciones que fije el Kremlin.

En cambio, declaró que Rusia tiene el legítimo derecho de ser fuerte y que no permitirá que nadie rompa el equilibrio estratégico en el mundo. Y lanzó esta advertencia:

Algo debe quedarles claro a todos: cuanto mayor sea el alcance del armamento suministrado a Ucrania, más nos veremos obligados a alejar de nuestras fronteras la amenaza, en alusión a que la operación militar no se limita a liberar por completo las cuatro regiones ucranias anexionadas en septiembre pasado y puede extenderse a cualquier otra parte del vecino país eslavo.

De acuerdo con el mandatario ruso, se decidió comenzar la operación militar especial para defender a la gente en nuestras tierras históricas, para garantizar la seguridad de nuestro país, para liquidar el peligro que emanaba del régimen neonazi que se formó en Ucrania después del golpe de Estado en 2014.

Al dar a entender que no quedó más remedio que anticiparse, asevera que la amenaza crecía cada día y, para febrero de 2022, teníamos información de que el régimen de Kiev, que en 2014 lanzó la artillería, los tanques, los aviones contra el Donbás, tenía todo listo para empezar ahí una nueva campaña punitiva y sangrienta.

Un año después de iniciada la invasión, el jefe del Ejecutivo ruso destacó dos éxitos conseguidos con el heroísmo de nuestros combatientes: que el de Azov ya es un mar interno de Rusia y que tenemos un corredor terrestre que une la península de Crimea con el resto del país.

El titular del Kremlin reiteró: Nosotros no empezamos la guerra, fueron ellos (EU y sus aliados, así como el gobierno de Ucrania) y nosotros recurrimos a la fuerza y seguiremos haciéndolo para pararla y, por ese motivo, la operación militar especial continuará el tiempo que haga falta.

Para Putin, el pueblo de Ucrania es rehén del régimen neonazi y de sus patrones extranjeros que de hecho ocuparon ese país en el sentido político, militar y económico y sólo utilizan a la población como simple carne de cañón.

Recordó que en los años 30 del siglo pasado, Occidente abrió el camino para que los nazis llegaran al poder. “Ahora quieren hacer de Ucrania una ‘anti-Rusia’ (…) y para sostener y armar el régimen de Kiev, (Estados Unidos y sus aliados) han gastado ya 150 mil millones de dólares, mientras enviaron a los países más pobres ayuda por 60 mil millones”.

Concluyó que las élites occidentales pretenden infligir una derrota estratégica a Rusia, acabar con ella de una vez por todas, pero deben saber que es imposible vencernos en los campos de batalla.

 

Por Juan Pablo Duch

 

 

La Jornada

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